Grant estaba en el suelo tumbado, los tres disparos en su pecho habían impactado con el chaleco antibalas. Había tenido suerte y su plan estaba funcionando como él quería, esperó a que dejara de sonar el motor del furgón y se reincorporó. Si Lorenzo cree que él está muerto, bajará la guardia y será presa fácil, se dijo a sí mismo. Se examinó el pecho, puede que el chaleco lo salvara, pero las balas habían dejado marcados tres moratones.
Grant siempre se había definido a sí mismo como alguien loco. La vida es solo un juego y hay que arriesgarse y divertirse para ganar. No le importaba nada, no era leal a nadie y no se dejaba llevar por lo bueno o malo, lo único importante era él y su filosofía propia. Psicópata era tal vez una palabra floja para definirlo, astuto y letal había despachado todos y cada uno de los encargos sin pestañear. No tenía un código ni lo necesitaba. Si le pagaran sería capaz de matarse a sí mismo, bromeaba ante sus clientes. Por definirle en pocas palabras, él es alguien que solo quiere ver el mundo arder.
- Empieza el juego – dijo.
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