La noche estaba calmada, susurraba el viento entre las ramas y el resplandor de la luna hacia que las sombras bailaran de forma mística. La civilización rompía toda la naturalidad del momento. Un circo había llegado a la ciudad de Deidey pocos días atrás. Una pequeña carpa resaltaba en medio de aquella explanada entre el bosque y las cercanías de la ciudad. Los carros y caravanas estaban colocados en círculo alrededor de la carpa, haciendo una improvisada cerca. Los artistas corrían de un lado a otro preparando todo para la función, otros se ocupaban de los animales y de mantener las antorchas encendidas.
A lo lejos dos personas cubiertas por la oscuridad de las sombras, observaban el movimiento de las personas mientras susurraban cautelosos.
-Segura que es aquí- dijo el hombre mientras daba una calada al cigarrillo.- No conviene dar ventaja al enemigo.
-Por mucho que sean rumores, algo también me dice que está aquí- dijo una chica avanzando un paso hacia él. –Ellos también han llegado, no nos queda mucho tiempo.
-No perdamos más tiempo- dijo mientras daba una exhalada de humo, tiraba la colilla y empezaba a descender de la colina a paso raudo y veloz.
-Ahora tienes prisa ¿no?- dijo ella pisando la colilla, apagándola y avanzando hacia su compañero.
Aquello que buscaban era algo fácil de ver, pero tenían que ir cautelosos de que no les pillaran. Disfrazados de paisanos entraron en el circo. Pagaron la entrada sin problemas y entraron en la carpa. Con un despiste de los artistas se colaron hacia las caravanas y allí encontraron lo que buscaban. Pero la mala fortuna quiso que les tendieran una emboscada.
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