El ruido de los pasos retumbaba en la silenciosa noche. Livius jadeaba casi sin fuerzas intentando seguir el paso de los dos desconocidos. Por el camino, el hombre llamado Zess había cogido a Chisa en brazos, para que no tener que aminorar la marcha. El muchacho aún no se fiaba de esas personas, así que intentaba no perder de vista a su hermana. Las subidas se le hacían eternas. Entonces, llegaron a un claro, donde el relincho de los caballos asustó al muchacho.
-Si hubiese sabido que íbamos a llevar más gente, hubiese comprado otro caballo- dijo Zess mientras bajaba a Chisa- Pequeña, ves con ella- dijo señalando a su compañera.
La chica desató los caballos. Uno era marrón y el otro gris. Zess montó rápidamente sobre el caballo gris, mientras su compañera montaba a Chisa sobre el marrón.
-Rápido muchacho, que nos pisan los talones el enemigo- dijo haciendo girar al animal.
Livius puso el pie sobre el estribo y en un impulso se subió. Chisa iba sentada delante agarrando las riendas, parecía divertirse. Con un rápido latigazo en las riendas ambos caballos se lanzaron a la carrera por el bosque.
Habían pasado aproximadamente una hora desde su partida a caballo. Livius se había mantenido callado, pero le atormentaban un montón de preguntas. Habían atravesado el bosque de Verfuc, y se adentraban en el de Verbock. Decidieron parar cerca de un pequeño río. Los dos desmontaron con mucha agilidad y dejaron a los caballos descansar. Livius abrazó a su hermana quien justo saltó también a sus brazos.
-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por fin somos libres?- dijo Chisa mientras miraba de reojo a los desconocidos, quienes ya habían encendido una hoguera.
-Podéis acercaros, que no os vamos a comer jeje- dijo la chica buscando algo dentro de una bolsa de cuero.
-Pues yo tengo algo de hambre- dijo su compañero tirando una rama al fuego.- Aprovechar para descansar.
Los hermanos se acercaron al fuego. Livius aprovechó ese momento para examinar a esas dos personas. Zess era un hombre alto, no muy robusto, de pelo negro y con un llamativo parche negro bordado con un hilo plateado, en el ojo izquierdo. Mientras su ojo derecho tenía un color plateado. Llevaba ropas normales, a excepción del sombrero con un agujero de flecha. Su compañera era esbelta y de estatura más alta a la promedia, su cabellera llegaba hasta la cintura y de un color madera. Sus ojos verdes eran ágiles y precisos. Su ropa no era llamativa, sino de un color marrón oscuro, a la cintura llevaba un cinto de cuero donde colgaba su espada, al igual que algunas armas que Livius desconocida.
Entonces Livius se percató.
-Donde está el dragón.- dijo alarmado al darse cuenta que desde la salida del circo no lo había vuelto a ver.
Los dos desconocidos se miraron entre ellos sorprendidos.
-No te lo ha dicho él…- dijo Zess alarmado- No te has comunicado con él…
-¿eh?
-Vaya, pues vaya amo, que no sabe hablar con su propio dragón. Bueno… Él está ahora mismo encima nuestro volando. Suerte que es negro, es difícil distinguirlo. Si tú se lo dices seguramente bajará.- dijo la chica.- Le costó arrancar, pero cuando consiguió una buena ráfaga, alzó en vuelo y no volvió a descender.
Livius miro al cielo, no veía nada fuera de lugar. Pero aun así decidió llamar por el dragón. En pocos segundos estuvo en el suelo rozando su cabeza en la mano del joven.
-Seguro que tienes muchas preguntas, que serán respondidas a su debido tiempo…- dijo Zess mientras les ofrecía algo de comida.- Mi nombre es Zess. Y por ahora estamos fuera de peligro.
Livius y Chisa aceptaron la comida. No era mucho, pero satisfaría el hambre de su estómago.
-Ella es Chisa – la niña asintió- Y yo, Livius.
-Yo soy Karla, un placer- dijo su compañera, haciendo un gesto raro con la mano.- Soy una Cadenza como tú.
-¿Una Cadenza?-Pregunto extrañado Livius ante aquella suposición.
-Los Cadenza somos personas destinadas a tener un ser el cual nos sirve y es fiel hasta el último instante…- dijo Karla, dudando de su palabra- Para resumirlo, son personas capaces a hablar con animales así como de tener uno a su servicio.
-Sigo sin entender, y se supone que yo controlo al dragón…- dijo mirando como esté se acurrucaba contra su espalda.
- Si abres tu mente, podrás hablar con él. También tienes el poder de comunicarte con otros seres, pero no con un lenguaje normal, pues los animales no hablan humano. Sino con un idioma muy antiguo que consta en enviar sensaciones o imágenes para hablar con ellos, y hacerles entender- explicó lo mejor que pudo Zess.- No es algo que se pueda explicar… La verdad.
Livius posó su mano sobre la cabeza del dragón, esté estaba tranquilo. Entonces el muchacho intento hablar sin usar palabras. Al pasar un rato, empezó a escuchar algo al fondo de su conciencia. Su voz empezaba a retumbar en la cabeza del chico.
Puedes hablar normal conmigo, que yo te entiendo perfectamente.
Livius abrió los ojos exageradamente, los del dragón se posaron sobre ellos con mucha lucidez.
Vaya cara, parece que hayas visto un fantasma jeje
-Por la cara que pones, creo que has descubierto que habla perfectamente- dijo Zess mientras sacaba brillo a su espada.
Chisa también había apoyado la mano sobre el dragón, y hacia esfuerzos de intentar hacer lo mismo que su hermano, sin ningún resultado.
-Ese es el vínculo que te une con tu dragón, podrás hablar con él aunque no esté a tú lado, cuanto más practiques más distancia abarcará. También te ha debido de dejar marca en algún lado de tu cuerpo, una especie de tatuaje, pues así te marca para que ningún otro dragón te robe- explico Karla.
-¿Me robe?
-Sí, que no llegue otro dragón u otro animal y te marque como de su propiedad jeje en ese sentido, nos marcan como si fuéramos de su territorio- exageró Zess.
-Como sabias que el dragón ya tenía a alguien…
-Cuando le puse la mano encima, él mismo me lo dijo. No se iría sin ti- dijo Karla- por cierto, no le gusta que le llames dragón, conviene que le pongas un nombre.
Livius miró hacia el dragón, no era muy grande todavía, más o menos el tamaño de un perro. Sus escamas era de un reluciente negro, sobre su cabeza asomaban dos crecidos cuernos y sus ojos amarillos brillaban con mucha intensidad.
-Em… que tal Gaimei- el dragón negó con la cabeza- Hum…Dark –Volvió a negar- Negrero- tampoco le gustó.
-Hem… Negoro o que tal Darking- dijo Chisa acariciando las escamas. Pero el dragón volvió a negar.
- Ya se, Darklore- dijo Livius tras meditar el nombre que le había dicho su hermana.
Por fin el dragón asintió.
- Me alegro que por fin tengas nombre- añadió Karla.
- Tú le entiendes.
-No, solo su amo puede hablar con él. Pero siempre puede haber alguna que otra comunicación, no siempre de las que se pueden entender, pero suficiente para notar el estado de ánimo del ser.-se explicó la chica.- Ah! Por si sale en alguna ocasión, los seres que sirven a los Cadenza se llaman Navy, es un nombre que abarca cualquier ser.
Livius asintió. Hubo una corta pausa, donde solo se escuchó el ruido del agua fluir, los crujidos de las llamas y el chispear de la madera.
-Por cierto ¿Qué eran aquellos seres que nos atacaron?
-Seres de sombra, muy peligrosos, en especial de noche. – Dijo Zess, mientras les pasaba una manta- Dejemos la conversación por ahora, y descansad. Mañana nos queda un largo día por delante.
Livius se tumbó en el duro suelo y dejó que Chisa usara su brazo como almohada. Se taparo, e incluso Darklore se tumbó a su lado cubriéndolos con su ala.
Paso un rato, y entonces Zess y Karla empezaron a hablar en voz baja. Chisa ya estaba dormida, pero Livius aún no, curioso agudizó el oído para intentar escuchar la conversación.
-Hati se ha encargado de borrar las huellas de los caballos- dijo Karla –Seguramente eso nos dé he un poco de ventaja. Aunque no creo que tarden en encontrarnos.
- Creo que lo mejor será que mañana hagamos un rastro falso y conducirles por un camino equivocado.- dijo Zess cogiendo un cigarrillo.
-Yo me encargo de eso. Ya sabes que no me acaba de gustar ir con niños. A parte, si el chico necesita entrenamiento, tú serás mejor profesor.
-Como veas. Yo me dirigiré hacia Lepión, cruzaremos el valle de Nero y llegaremos hasta la ciudad de Emiliar. Espero que para ese entonces Darklore haya conseguido el tamaño suficiente para que Livius lo pueda montar, así avanzaremos más rápidos hacia Poltoir, donde le compraré una silla de montar.
-Ya veo, entonces yo dejaré marcas en dirección contraria. Y en menos de una semana habré llegado a Kawara, si no pasa ningún incidente por el camino.
-Jaja que te va a poder pasar a ti.
-Cuando vea que ya no me siguen iré en vuestra busca.- dijo Karla mientras apagaba el fuego.
La penumbra absoluta devoró ese lugar antes iluminado. El gorgoteo del agua relajaba cualquier mente intranquila. El aire fresco rozaba la piel y daba el descanso al cuerpo.
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