Las cosas en el convento estaban cada vez peores, la comida escaseaba y parecía que había un brote de paludismo en tierras cercanas. Tras mucho insistir Margot había accedido en ayudarla a escapar. Muy a pesar de Luna, ella y Josefina se quedarían. No había muchas oportunidades para un par de chicas que huían de un convento y el lugar era seguro si jugaban bien sus cartas, al menos eso era lo que pensaban.
Luna se acercó hasta la puerta detrás de la estatua de calavera y la abrió. Dentro era una simple alacena, no había nada extraordinario. Su primer sentimiento fue decepción, estaba oscuro y no se podía ver bien. Entraron y para su sorpresa, ¿Josefina estaba en el fondo con algún objeto brillante y metálico? ...
- ¡Traición!- dijo Luna en voz alta.
Margot le tapó la boca y se hablo en voz baja- ¿Es que acaso estás loca? Tranquilízate o nos descubrirán -Luego se acercó a Josefina con la lámpara, resulta que lo que había visto eran tijeras. Luna guardó silencio, aunque les seguía mirando con ojos de desconfianza. Sobretodo a Josefina, aquellas tijeras eran sospechosas.
Josefina se acercó con las tijeras, mientras Luna retrocedía lentamente, luego se detuvo y la observó por un rato.
- ¿Acaso piensas que voy a hacerte daño joven Luna? Confía en nosotras por favor. Una sola palabra tuya podría llevarnos a la hoguera ¿Crees que te engañaríamos?- preguntó Josefina
- Entonces explícame que significan esas tijeras.- contestó la joven con sus ojos violetas entrecerrados.
- Niña, pensé que eras más inteligente que esto- dijo Josefina.
- Y yo pensé que podía confiar en ustedes ¡Que las lleven a la hoguera por intento de asesinato! ¡AUXI...!- Margot le tapó la boca de nuevo y susurró - Escucha. Solo queríamos cortarte el cabello. Nada más, ¿está bien? Además te hemos conseguido cosas, para que tu viaje sea más tranquilo... Por favor, cree en nosotras. Y Josefina- Margot se dirigió hacía su compañera con una mirada enojada- Ella es una amiga, es una niña y no ha dicho nada sobre nosotras, no la asustes. – Josefina solo asintió.
En épocas de la Colonia era común el comprar y vender cabellos, Luna pensó que tal vez era su manera de recibir algún beneficio económico por su ayuda.
-Bueno, creo que mi cabello es un precio justo por la ayuda. Aunque no sé para que lo necesiten esto es un convento y las monjas no necesitan pelucas.
- Todavía no lo entiendes ¿no? - se llevó la mano a la frente Josefina- Disculpa mi actitud, pero eres muy ingenua.- le dijo a Margot, luego se volvió a dirigir a Luna- ¿En serio crees que puedes huir solamente con un vestido y nada más? Afuera hay grupos de hombres que no dudarán en saciar sus necesidades con la primera víctima que encuentren. Siempre es así en tiempos de guerra- los ojos de Josefina empezaron a aguarse y tembló un poco. Margot le tomó la mano y la sujetó con fuerza.
- Creo que entiendes a lo que nos referimos Luna. Si quieres sobrevivir deberás cambiar de identidad. Es cierto que eres más independiente que muchas mujeres de tu edad, o incluso de la nuestra, gracias a las enseñanzas de tu padre. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Si quieres sobrevivir lo mejor será que pases desapercibida - dijo Margot y le dio una llave mientras salía de lugar -Detrás del estante hay una puerta. No dejes que te atrapen- le dijo. Se acercó y le besó la frente -Ve con Dios – añadió mientras le daba la bendición con su pulgar, haciendo la señal de la Cruz.
- ¿Todavía crees en él? ¿Sabes que podrían terminar muertas por culpa de su “Dios”?- Margot sonrió – Espero que algún día en el futuro la gente entienda que no hay que temer al amor. A lo que hay que temer es al odio y a las guerras.
Luna le miró – Ojalá la vida fuese así de sencilla...
- En el morral hay ropas y dinero. Espero te ayuden – dijo Margot tratando de sonreír...
- Unas tijeras, y un cuchillo de cocina...- agregó Josefina mientras ambas salían por la puerta.
“Pudo ser peor”, pensó Luna mientras abría la cerradura. Se apresuró por los lúgubres pasadizos y se dirigió a su destino.
"Bien, parece que estoy en un lindo túnel para todo aquel amante del estilo rococó y los desagües de Francia y al final veo algo que son… ¿huesos?¿será que el mito de los bebes era verdad?, pero son adultos y están…¡Oh, Dios mío! ¿Acaso estoy en las catacumbas? ¡aggghhh! ¡Mierda! es es ¡es el virrey anterior!¡¡el que se perdió? ¿Pero qué demon..?¡¡ Gusanos!!…los odio ¿Qué me miran? Yo estoy fresca, ¡ahhhh! ¡Se salen! ¡Se salen! ¡No, no, no! ¡Esto no está pasando!.." – fue tal la mezcla de sensaciones que se olvidó que debía guardar silencio y exclamó— ¡Oh Dios mío! no huiré más! ¡Lo juro, ya aprendí la lección!
— ¿Quién anda ahí? - preguntaron.
"¡Rayos! creo que esto va a terminar mal."
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