Domingo, 10 de agosto
23:05 h
Volvió a encontrarse de pie en medio de su habitación sin saber qué hacía ahí.
Le había llevado más tiempo de lo habitual recoger todo en la cocina y preparar las cosas para el día siguiente pero es que… Cada vez que se daba cuenta, estaba de pie, mirando las musarañas, con la mente fija en esos ojos negros que le tenían atrapado.
Bajó la mirada hasta sus manos. Llevaba un par de prendas sucias. Entonces recordó que sus intenciones habían sido de ir a la cocina para poner la lavadora. Lo que no entendía era por qué había ido a su habitación tras salir del baño, en lugar de dirigirse directamente a echar las prendas al aparato.
Suspiró profundamente, cerrando los ojos, al darse la media vuelta y encaminarse a la cocina arrastrando los pies. Se estaba comportando como un tonto, y lo peor de todo era que lo sabía. Él mismo se daba cuenta.
Se preparó un té después de poner la lavadora e intentó dispersar sus pensamientos releyendo el calendario de la basura*. Se lo sabía de memoria pero necesitaba distraerse un poco.
Una vez más, cuando la conciencia le retornó al cuerpo, se encontró en mitad del pasillo sin saber qué hacía ahí. Suspiró por lo bajo con un gruñido frunciendo el entrecejo, molesto consigo mismo. En una mano llevaba la taza del té vacía y estaba a punto de dejarla en la mesita que tenía en el recibidor, junto al platillo de las llaves. ¿Acaso esperaba ponerse a lavarla ahí? Dejó caer los hombros resignado de su propia estupidez y se dio media vuelta para regresar a la cocina. Se quedaría ahí sentadito a la espera de que terminara de lavarse la colada y la tendería antes de irse a dormir.
Lunes, 11 de agosto
02:35 h
"Va a pensar que soy un idiota…", se revolvió en la cama, cubriéndose los ojos con el brazo.
No paraba de darle vueltas a todo lo que había pasado durante el día, y acababa de recordar el momento en el que se levantó de la mesa, le cogió de los hombros y le soltó aquella gilipollez.
"Seguro que se enfadó…".
Aún podía ver, como si lo tuviera delante, la mirada de confusión que había puesto el moreno. Desde luego que aquel comentario debió pillarle por sorpresa, ni él se explicaba como podía haber soltado esa burrada.
De repente, y como si un chispazo saltara en su mente, se incorporó quedándose sentado mirando a la nada en la oscuridad.
"Me ha tocado la cara…", sintió un cosquilleo recorrerle todo el pecho.
"...".
- ¡Argh!
Se dejó caer de nuevo sobre el colchón, y cogió la almohada para taparse la cabeza. Se sentía estúpido al darle importancia a un gesto que no tenía ninguna otra intención más que alejarle de las tonterías que a veces soltaba su boquita.
"Naruto, duérmete de una vez… Ya verás mañana…".
Lunes, 11 de agosto
03:20 h
"¿Le veré mañana…?", se acurrucó abrazado a la almohada, sin poder dejar de sonreír.
Y es que en cuanto cerraba los ojos, intentando conciliar el sueño, la imagen del moreno acudía de nuevo a su mente. Aún seguía sin poder creerse la suerte que había tenido de vislumbrar aquella suave sonrisa. No era algo que uno pudiera ver a menudo, y le sentaba especialmente bien. Hacía que le hormigueara el cuerpo entero sólo de pensar en ella.
"Se va a burlar de mí…", no pudo evitar recordar la forma tan descarada en la que le había tomado el pelo.
Tendría veintidós años, pero las facciones de su cara eran bastante finas… ¿Cómo iba a saber que realmente no era menor de edad?
Se dio la vuelta nuevamente, mirando el techo en la oscuridad. Entraba algo de luz de la calle, y en la pared se reflejaban las sombras de los árboles cercanos.
"Duérmete ya… Naruto…", volvió a reprocharse.
Lunes, 11 de agosto
13:40 h
"No va a venir…", suspiró de nuevo.
La gente ya se había empezado a ir, de vuelta a sus quehaceres, y Naruto estaba recogiendo alguna de las mesas que hasta ese momento no le había dado tiempo de limpiar. En parte era una suerte que hubiera siempre tanta faena, por lo menos así no había tenido casi tiempo de pensar en tonterías, ni de recordar lo cansado que se sentía por no haber dormido más que un par de horas.
Pero empezaba ya a entrar en pánico.
"¿Y si de verdad se enfadó…? ¿O y si hice algo que le molestó y no me di cuenta…? Quizás hablo demasiado… Debe de haberse aburrido de que le hable de mí y de mis viajes...", suspiró otra vez.
"Pero la culpa es suya…", frunció el entrecejo. "Siempre me anda preguntando y él no me cuenta nada… ¿Así cómo quiere que hable de otras cosas?".
Dejó la bandeja llena de vasos sucios sobre la barra, junto al fregadero, cogió otra libre y de nuevo encaminó sus pasos al exterior. Se quedó junto a la puerta echando una ojeada por la avenida, a un lado y a otro. Como siempre, la gente caminaba acelerada a donde quiera que fuese que tenían que ir. Avistó, sin embargo, un grupo de chicos y chicas que iban charlando animadamente los unos junto a los otros. No pudo evitar suspirar de nuevo imaginándose en un grupo así de amigos. Seguramente se habían reunido para ir a comer y ahora se iban al centro comercial a entretenerse un rato, quizá a jugar a las recreativas. O tal vez a ver la última película que habían estrenado en el cine. ¿O podría ser que se fueran a pasar el día en la playa? Hacía tanto calor que apetecía ir a darse un baño. Era asfixiante. Tanto que pareciera que en cualquier momento se fuera a nublar y caer el diluvio universal. Seguramente en uno o dos días caería la de Dios.
"Si llueve no creo que le vaya a ver por aquí…", suspiró.
Tenía que dejar de darle vueltas al asunto. Cualquier día su imaginación le iba a volver loco. Probablemente el chico no se había enfadado. Había días que simplemente, por el motivo que fuese, no venía. Hoy podía ser perfectamente uno de esos días. Además que si venía algo más tarde, sabía de sobras que vendría como si le hubiesen sacado el alma. Siempre que le veía a estas horas era así.
"Casi mejor que no venga… Se va a morir aquí sentado", suspiró de nuevo, echando un vistazo a la hora. "A estas horas, con el calor que hace, y teniendo anemia… Normal que esté hecho polvo. Espero que no le dé un chungo en mitad de la calle yendo solo...".
Salió de sus pensamientos cuando escuchó el inconfundible sonido de las patas de las sillas metálicas arrastrándose por el suelo. Por un momento, y siendo egoísta, tuvo la esperanza de verle a él. Pero se esfumó rápido en cuanto levantó la vista y vio que era otro grupo de chicos. Tomó aire profundamente para mentalizarse. Estaba trabajando y ahora no era momento de andar divagando. Llegaba a sentirse estúpido por andar pensando durante tanto tiempo en las musarañas siempre que él acudía a su mente. Y era algo que cada vez ocurría con más frecuencia. Especialmente hoy. No podía dejar de darle vueltas.
Con paso decidido, se acercó hasta los chavales para tomarles nota, y se obligó a sonreír. No podía dejar ver que tenía la cabeza en otro lado. Y de todas maneras tenía que centrarse para no equivocarse con el pedido. Sacó una pequeña libreta que tenía en el bolsillo y fijó toda su atención en lo que le decían. Pero de nuevo, el sonido del tranvía le hizo recordar al moreno. Quizá hoy no hubiera venido, pero estaba seguro de alguna manera que le vería al día siguiente. Tal vez viniera de buena mañana, como había hecho un par de veces ya, y pudieran hablar un poco más. Le daba igual de qué, tan sólo quería compartir unas cuantas palabras. Y de paso cerciorarse de que andaba mejor que días atrás. Quizá cogiera valor y le pediría ir a dar una vuelta por el centro comercial, o quizá le pidiera su e-mail para poder chatear. No estaba del todo seguro que le fuera a dar su número de teléfono si se lo pedía, ni que se lo diera tampoco si él le daba primero el suyo. Mejor ir a lo seguro sin presionarle.
"¿Y si vamos a los chiringuitos de la playa…? Cuando baja un poco el sol se está bastante bien ahí...", se preguntaba mientras terminaba de tomar nota. "¡Sí! ¡Eso es! ¡Le invitaré a tomar algo en la playa! ¿Quién sabe…? Con un poco de suerte igual y hasta me deja hacerle una foto con el mar de fondo".
No pudo evitar sonreír ampliamente antes de volver hacia el interior del local. No era para nada mala idea y, aunque no consiguiera hacerle ninguna fotografía, igualmente podrían pasar un rato agradable en un lugar neutral. A pesar de todo, probablemente, no fue tan buena idea dejar que fuera a su casa sin siquiera conocerse y por eso estuvo tan raro al principio cuando llegó.
"Ojalá venga mañana…".
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