Muy temprano por la mañana, desayunaron, y retomaron el camino. En poco tiempo llegaron al cruce, se despidieron del lancero quien se fue por la derecha, mientras ellos tomaban el de la izquierda. Cuando ya no podían verlo, subieron los tres rápidamente sobre el caballo y lo espolearon para encabalgarse por el camino a la máxima velocidad posible.
- Guardaros estés papeles en el bolsillo- dijo Zess mientras con una mano sostenía las riendas y con la otra les pasaba un papel a los dos hermanos- No los desdobléis.
Chisa estuvo a punto, pero al final lo guardó en uno de los bolsillos de su vestido, Livius también se lo guardó sin estar seguro que era eso.
- Por cierto, me dijiste que el clan del dragón pocos lo conocían, pero Regis lo supo.
-Cierto, cosa que me ha hecho plantearme que se trata de alguien con un rango alto dentro del ejercito del rey.
Las sombras no habían entorpecieron el camino gracias a que Darklore los mantenía a raya. Bordearon Daral por el exterior, pues Zess no quería que las sombras entraran en el pueblo y causaran estragos. Chisa empezaba a tener hambre, pero el hombre se negó a parar para comer. Livius no le agradó la idea de seguir cabalgando tanto tiempo, incluso él estaba cansado de estar ahí sentado. Pero no les quedó más remedio que seguir, pues si se paraban, las sombras los alcanzarían.
Cuando el sol comenzó a descender, las sombras se empezaron a hacerse fuertes. Pero sorprendentemente, en vez de atacarles, solo les impedían avanzar, dejándoles como única opción cambiar de camino.
-Zess, porque no nos atacan.- dijo Livius observando desde el caballo como las sombras se limitaban a impedirles que giraran en algunos momentos.
-Nos están guiando hacia la Roca del Suicidio.
-No es un nombre muy bonito- añadió Chisa agarrándose a la silla.
Las sombras les empezaron a rodear desde atrás, impidiéndoles que se pararan. Darklore hacia todo lo posible para quitarlos de ahí, pero eran muchos. Pronto salieron del bosque y un pequeño camino quedaba antes de que se terminara en un acantilado. Zess frenó al caballo e incluso lo hizo girar para no caerse.
-Desmontad.
Los tres bajaron del caballo. Livius se asomó al final del camino, el acantilado estaba bastante elevado y el final les esteraba rocas bastante grandes y afiladas. Las sombras les habían rodeado, no tenían escapatoria.
-Espero que tengas un plan B
Darklore se agarró al acantilado mientras se acercaba a Livius. El muchacho le acarició la cabeza. Las sombras estiraron sus arcos apuntándoles.
-Cuando te dé he la señal, monta sobre Darklore y alzad el vuelo- dijo Zess flojo, pero suficiente para que Livius y el dragón le escucharan.- Yo velaré por tu hermana.
Livius no estaba muy contento con la idea, pero Darklore le parecía bien. Las sombras empezaron a acercarse, de pronto, algo las hizo retroceder.
-¡¡Ahora!!
Darklore agachó la cabeza y Livius inconscientemente saltó sobre él y este alzó el vuelo, alejándose unos metros de allí. Una fuerte corriente de aire empezó a azotar el suelo, haciendo que algunos sombras retrocedieran o se cayeran incluso. Las flechas que habían lanzado contra el dragón, se clavaban en el suelo por la fuerza del aire. Dos grandes alas provocaban aquel vendaval. La gigantesca ave posó sus patas en el acantilado al descender de los cielos, dejando un largo arañazo en la roca.
- Mi querida Alice- dijo Zess sin voltearse siquiera.
El ave hizo un férreo chillido, inclinó el cuello, y Zess alzó a Chisa para que subiera. El hombre tuvo que tirar del caballo para que no saliera huyendo, Alice lo agarró sin clavarle las uñas y Zess montó rápidamente sobre el ave. Al levantar el vuelo, el ave batía fuerte las alas, expresamente para que el enemigo no pudiera darles con las flechas. Darklore no tardó en ir en la misma dirección que el ave.
-Este es tu Navy, es muy grande- dijo Chisa mientras observaba como el animal batía sus alas.- Que bonitas son sus plumas.
- Alice dice que gracias por los piropos.- dijo con una risa aliviada.
El dragón se acercó al ave, a regañadientes, pues no le agradaba la idea de volar cerca de algo tan grande como un Roc. Alice medía más del doble que Darklore, y sus alas lo triplicaban. Sus plumas eran marrones, con toques dorados y blancos. Su pico amarillo-marrón parecía tener algún colmillo escondido. Dos largas plumas adornaban su cabeza y sus ojos violeta oscuro mostraban su gran inteligencia. Livius notó que aquel ser era como un águila imperial solo que muy grande, y después de verlo, se creía eso de que había algunos que tenían el tamaño de un navío. Aunque este ya le parecía suficientemente grande.
- Livius, ¿vas bien?
Livius miró hacia abajo y vio la enorme altura. Hasta ese momento estuvo pendiente de lo que había pasado y no se había fijado que Darklore volaba con él encima. Empezó a sentir algo de mareo y se agarró fuertemente al cuello del dragón.
Hasta hace un rato ibas bien.
Ya, pero porque no estaba pendiente… Ya he dicho que me gusta tener los pies en el suelo…
Pues ves acostumbrándote, pues pienso llevarte en mi lomo mientras tenga oportunidad jeje, solo no pienses en nada, solo déjate llevar por la brisa.
Darklore se inclinó hacia un lado, y Livius pensó que se caería, así que agarró los cuernos del dragón. El muchacho le pedía que parara, pero este seguía a su rollo, poco a poco, Livius empezó a mover instintivamente el cuerpo para coger las ráfagas junto a Darklore. En poco rato, los juegos terminaron, pues Zess indicó que tenían que descender ya.
Descendieron en un claro, donde un hombre acababa de apagar el fuego que guió a Zess hasta allí. Alice descendió con mucha suavidad, sin casi hacer ruido ni levantar brisa. Muy diferente a la vez anterior. Darklore también descendió.
-En que jaleo te has metido ahora Zess, siempre sales del fuego para caer en las brasas.- dijo el hombre que estaba completamente tapado. Sacó la mano de su capa y se la estrechó con Zess.
-Amigo mío, no sabes cuánta razón tienes jaja. Pero muchas gracias por la ayuda.
- No hay de que, para que están los favores
-Te los presento, esta es Chisa, él Livius y este Darklore.- dijo respectivamente.
-Aya, un placer soy Altacas.
- Señor, no tiene calor. Va usted muy tapado.
-Jaja puede ser, pero no puedo dejar que me vean. Mi cabeza está muy valorada. Es lo que tiene trabajar en Poltior.
-Entonces, que es exactamente Poltior- se acercó Livius.
- Es un mercado negro. No aparece en los mapas, no sería raro que no lo conocieras. Solo se puede llegar por mar o si sabes un camino secreto, que muy pocos comerciantes saben.
-Bueno, o por aire- añadió Zess.- Y bien, ¿has traído lo que te pedí?
-Claro, después de todo soy comerciante, no dejo a mis clientes tirados.- dijo mientras iba a buscar un caballo que tiraba de un carro.
El hombre destapó el carro, en él traía una silla de montar de cuero negro.
- Creo que te sentara bien Darklore, más o menos es de tu medida. Y así podrás hacer maniobras rápidas en el aire, sin que Livius se caiga ni se lastime.- comentó Zess señalando los pantalones de Livius, que estaban rasgados por las escamas del dragón.
-Por eso me decías que no podía volar mucho tiempo con él, pues sus escamas me lastimarían…
Sí, eso también lo sabía yo
Zess le paso la montura a Livius y este se la colocó a Darklore, parecía encajar todo bien a excepción de la púa de su espalda, justamente una hacia que fuera imposible enderezar la silla.
Y ¿si la cortas? No me dolerá, y creo que me volverá a crecer.
Como puedes decir eso…
No te preocupes, si eres tú quien lo hace, no habrá problema.
-¿Que quiere hacer Darklore?- Preguntó Zess.
-Dice que le corte la púa…
-Si él lo dice no te preocupes – dijo Chisa.
Livius desenfundó su daga, y lanzó un fuerte movimiento contra aquella púa. Fue impresionante ver como la púa se cortó como si de mantequilla se tratara. Livius la recogió, y al intentar volver a darle otro golpe con la daga, fue el metal de la daga quien chirrió.
-Es impresionante el poder que tiene un dragón sobre su propio cuerpo- dijo Altacas
-Sí, hizo que se ablandara para que la pudieran cortar, a pesar de que las escamas de los dragones son duras cual metal. – añadió Zess.
Livius acabó de colocar la silla. Se montó para comprobar que la montura se sujetaba bien.
Livi, coge la púa que has cortado, y quiero que con ella te hagas una espada.
¿Eso es posible?
Sí, pero muy pocos saben hacerla. Sé que de ahora en adelante, tras ver el ataque de las sombras, conviene que aprendas a luchar con espadas.
Livius le comentó la idea de Darklore sobre la espada.
-Y razón que tiene, pero quien encuentra un herrero capaz de usar la púa para hacer una espada y que no lo vaya difundiendo…
-Creo que yo puedo contactar con alguien. Pero ya te comentaré.- dijo Altacas, quien tapó el carro vacío y se montó sobre su caballo.- ¿A dónde piensas ir ahora?
-Creo que iremos al refugio. Me separé de Karla y parece que ha pasado algo, pues incluso Broom que nos acompañó en el viaje desde Deidey, se ha ido. Me preocupa, pero aun así primero voy a poner a resguardo a estos dos.
-Bien que haces. Bueno, creo que me marchare ya…
-Espera, como pago por la montura, déjame regalarte este caballo- dijo Zess pasándole las riendas del animal.
Altacas las cogió y con una asentir de cabeza se marchó.
Mientras estábamos en Emiliar, Broom se marchó, preocupado por Karla. Por lo que me contó.
Ya veo…
- Descansemos un rato antes de marcharnos nosotros también.
Zess pegó su cabeza contra la de Alice. Estuvieron un rato así, mientras le acariciaba las plumas del cuello.
[Mi queridísimo Zess, cuantas veces te he dicho que no te metas en misiones suicidas…
Alice, en un principio solo era salvar a un dragón. No creí que esto llevara a salvar a unos hermanos. Pero aun así, gracias por llegar en el momento oportuno…]
- Livius, no importa cuánto tiempo pase, o las cosas que hayan sucedido. Nunca debes pensar en Darklore como un objeto o un arma. Él es y será tu más fiel amigo y nunca pensará más que en tu bien y tu seguridad.- dijo Zess sin venir a cuento. Pero Livius sintió que aquellas palabras eran realmente importantes y que tenía que recordarlas.
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