Darklore se agazapó contra el suelo y sigilosamente se deslizó hasta salir de la cueva donde, hasta hace unos segundos, dormía. Entre las sombras se ocultó para observar la imponente ave que aún permanecía acurrucada en aquel palo donde se posó la primera vez.
¿Necesitas algo?- dijo abriendo uno de sus ojos violetas oscuro y dirigiendo lo hacia él.
Él siguió agazapado, fingiendo no estar ahí, pero desistió al darse cuenta que había detectado su presencia.
No estoy tranquilo contigo cerca.
Darklore se había sentado en el extremo de la barra enroscando su cola.
Aún persistes en seguir una pelea tan antigua. –Alice seguía acurrucada solo con un ojo abierto.- Es cierto que volvemos a estar en conflicto, los dragones y los rocs, pero se ha mantenido la idea de paz temporal entre los Navy si se da el caso de que ambos cadenza tiene trato de no violencia. Así que mientras Zess no se retracte de cuidaros, no soy alguien hostil.
Si ese es el caso, no encuentro tranquilidad en dejar a Livius con vosotros.
No es decisión mía, que hacen las cadenzas y los otros Navy. Yo solo seguiré las decisiones de Zess. Tú quieres por igual a tu cadenza, pero has de respectar sus decisiones al igual que él hará contigo.
Darklore permaneció en silencio un rato y cuando estaba a punto de hablar de nuevo, retrocedió al ver las alas de Alice extenderse. Al pensar que iba ser atacado se puso en guardia. Pero pronto se percató que el ave solo se había girado. Zess había llegado y se acercaba a Alice, quien agachaba su enorme cabeza esperando las caricias de su amo.
- Alice, ¿te estas portando bien con Darklore?, tengo la sensación de que no le caen muy bien los Rocs- dijo alzando la vista. Vio a Darklore asomado.- Si necesitas algo no dudes en pedirlo, sino, puedes salir e ir a cazar algo. Nadie te dirá nada.
Creo que no se fía de dejar solo al chico aquí.
-Así que es eso, no te preocupes, que no le pasará nada. Este lugar es seguro y nosotros no tenemos malas intenciones, porque si las tuviéramos, ¿no crees que ya hubiéramos actuado? - hablaba Zess con Darklore, aunque él no pudiera entender al dragón.
Eso aún suena más sospechoso- farfulló Darklore y volvió hacia la cueva donde estaba.
-Le he hecho enfadar.- se rascó la nuca Zess
No, solo es desconfiado – dijo Alice rodeando al hombre entre sus amplias alas.
-¡Zess! ¿Estás por ahí arriba?- resonó la voz de Ortus
-¡Sí!- dijo asomando la cabeza hacia la cueva por donde entró.
-¡Karla ya ha despertado!- finalizó bajando el escalón que al final no subió.
-¡Voy!- dijo y se giró hacia el ave- ¿Vienes a saludar a Karla?
Sí, me gustaría hace tiempo que no la veo.
Zess murmuro unos lenguajes ininteligibles, que solo aquellos dotados del don de la magia podrían haber comprendido. El imponente Roc había menguado al tamaño de un ave común. Se posó sobre el hombro del hombre y descendieron la escalera de la cueva, donde al final les esperaba Ortus agarrando una antorcha encendida.
-Ya le ha bajado algo la fiebre- dijo el anciano mientras alzaba un poco la vista para ver a Alice- Así que tú eres el Navy de Zess, mucho gusto en conocerte- dijo extendiendo la mano hacia el ave, esta estiró su ala y se la estrechó con suavidad.
-Me sigue fascinando estas rocas, se oscurecen cuando es de noche y cuando es de día transmiten claridad…
-Uno se ahorra tener las antorchas encendidas todo el día.
- Creo que necesitaría ser geólogo para entender estas cosas- dijo Zess parándose en frente de la puerta.
- Bueno, yo sigo mi camino- se despidió Ortus avanzando por el pasillo.
Zess llamó a la puerta delicadamente y la abrió.
En la habitación reposaba Karla. Recostada contra el cabezal de la cama, giró suavemente su cabeza hacia la puerta.
- ¿Qué tal estas?
- Mucho mejor que ayer a la noche- dijo con una suave sonrisa.
Alice aleteó unos centímetros hasta las piernas de la chica. Mientras Zess se sentaba en la silla que había próxima a la cama.
- ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal estas, Alice? No nos habíamos visto desde… – dijo acariciando la cabeza de la ave ahora encogida.- ¡Ah! Lo siento Zess, no quise hacerte recordar nada malo…- dijo bastante apenada por sus palabras.
- Esta bien, no has dicho nada malo. – Pero ya había vuelto al recuerdo de aquel momento. Quiso cambiar de tema- ¿Quién fue el agresor? Y como es que llegaste ha tal estado, o eran muy numerosos o te topaste con un buen escollo.
- No estoy muy segura de todos los hechos, por eso estaba hablando con Asta justo cuando has entrado, para refrescar mi memoria.
- Broom me informó de que no llegaste hasta Kawara.
- Siento haberte preocupado, veras tras pasado unas semanas pasé y dejé atrás el Rio Leviathen. Pasé el estrecho de los caídos y empecé a notar la presión de los sombra tras de mí, por lo cual me desvié y descansé tres días entre los valles de la Serralada del Este. Con mucha cautela seguí una pequeña tropa de sombras una noche, se dirigían a Balest. Eso fue muy sospechoso e investigando por los alrededores me descubrieron.
- Es cierto, suena bastante sospechoso que estuvieran patrullando el punto de encuentro donde se suponía debíamos entregar al dragón.
Zess, por lo que me ha contado Asta, la verdad es que salvó a dos niños, por eso la descubrieron.
Muy típico suyo…
- ¿Crees pues, que aquel hombre nos ha traicionado? - dijo Karla levantando un poco la manta, donde asomó la cabeza de un lobo blanco como la nieve y soltando un bufido, apoyo la cabeza en la mullida almohada de plumas.
- No lo creo, más bien lo capturaron y lo hicieron hablar. Le pedí a Flamair que investigara a ese hombre, pues no me fiaba de él como cliente.
- ¿Flamair era ese espía, tan amigo tuyo?
- Sí. Por lo visto aquel hombre pertenecía al clan del dragón. Pero era de los que no poseían ningún dragón. Por lo que nos contrató para conseguir uno.
- Pero si no te corresponde de nada sirve, y menos si ya tiene un Cadenza.
- Cierto, eso me hace pensar que o bien no lo sabía o bien hay alguna artimaña que permita separar un cadenza y un navy…
- Eso parece peligroso, pero creo que estaba mal informado. Porque el que me atacó también dudo si el dragón tenía o no una cadenza con él.
- Así que recuerdas algo. No te fuerces ¿de acuerdo?
- Tú siempre tan gentil. No estoy muy segura, pero creo que aquel hombre podía controlar a las sombras, pero solo supongo… Eran muchas y muy organizadas, cosa que me dificultó desde el principio estar a su altura. No le recuerdo muy bien, solo que iba a caballo y llevaba puesta una capa negra. Enfrente de él, tras la pérdida de sangre, me desmayé. No sé cómo ni porque, acabe aquí. Recuerdo despertarme en una de las faldas de las montañas de Colmillos del Demonio. Asta y Broom me ayudaron a llegar hasta el refugio. Aunque ellos estaban heridos.
- Tal vez fue Hati quien os sacó de allí, siempre ha tenido una gran habilidad a la hora de enfrentarse a sombras.
- Puede ser, desde ayer que no le he visto, está vivo, pero no consigo hablar con él.
Entonces tocaron a la puerta, la voz de Urla pedía permiso para entrar y cambiar las vendas de Karla.
- Esta bien, tú ahora relájate y descansa.- dijo Zess levantándose y pasando su mano ligeramente por la cabeza de Karla. También acarició la cabeza del lobo- Tú también Asta.
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