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Las crónicas de Arnth

Harek: El espía

Harek: El espía

Sep 29, 2017

-Ha vuelto.- dijo su padre mientras Harek apenas se incorporaba en su cama. Desde la partida del hijo de los reyes había pasado los días más cansado de lo normal y con pocas ganas de salir a jugar con los hijos de los demás militares. En realidad poco le gustaba convivir con ellos pero solía hacerlo cuando no le quedaba otra opción o su padre lo dejaba fuera durante un tiempo, excepto en esa misma tarde por alguna razón extraña.

Harek se vistió y se cepilló el cabello pero solo lo suficiente para que su papá no comenzara a molestarlo. Desde el día de la partida de Arnth, Xilan sospechaba que su hijo tenía sentimientos por el heredero. Esa misma noche después de la cena, el militar habló con su único hijo.

-Se lo que sientes pero sin importar lo que suceda con él o ella, quiero que recuerdes que nunca podrás estar a su lado más que como su guardián ¿entiendes?

-Sí.- dijo el niño mirando sus zapatos.

-El deber de nuestra familia solo es servir y proteger a los reyes, nosotros nunca podremos ser más que eso pero estoy seguro de que al igual que tu abuelo y yo encontrarás la calma sabiendo que ellos están a salvo, así que no todo está perdido.- le revolvió el cabello rojizo con afecto y le ayudó a prepararse para dormir.

Harek habría querido acompañar a Arnth pero su padre lo había detenido, eran órdenes reales y ni los soldados ni un niño podría ser parte de la peregrinación. Esa misma noche, cuando se fue a dormir, se sintió tan inútil y débil hasta el punto en el cual comenzó a dudar si él podría ser lo suficientemente fuerte como para cuidar de Arnth cuando fuesen mayores.

En cuanto Harek supo del regreso del hijo de los reyes se vistió y optó por acompañar a su padre para asegurarse de que Arnth estaba bien. A su mente llegaban tantas posibilidades alarmantes, desde que su amigo estuviese herido o incluso muerto.

Una vez se abrieron las puertas, miró a Arnth con las manos sucias y la capa llena de fango pero con el mismo rostro hermoso que tenía la reina. Ni toda la mugre podía quitarle la infantil dignidad que solo el hijo del militar podía ver donde las demás personas veían una criatura sucia hasta las orejas.

Todo el pueblo creía que la comitiva militar había sido demasiada para el anciano Gowell y su “pequeño aprendiz”. Algunos incluso se quejaban de que toda esa seguridad había sido excesiva. Unos comerciantes corrieron el rumor de haber sido robados por culpa de la ausencia de guardias cerca de su establecimiento el día de la partida del “viejo loco de los dientes verdes y su renacuajo”.

Harek siguió a Arnth unos metros mientras se dirigían hacia el castillo hasta que él o ella (como decía su padre) redujo el paso y miró hacia las ramas de un árbol. Temiendo que alguien le aventase piedras o lastimase a su protegido, Harek también volteó a ver al mismo punto pero solo alcanzó ver unos pies sucios desapareciendo entre las hojas. El niño de cabello rojo se alejó de su padre y comenzó a subir por el tronco del árbol.

Xilan había intentado recuperar a Harek pero su trabajo era más importante, más adelante podría regañar a su hijo. Mientras tanto, el niño persiguió al espía procurando apoyarse de las ramas más firmes pero el intruso ya le llevaba demasiada ventaja.

-¡BAJA O TE GOLPEARÉ!- incluso la amenaza esa tonta pero había sido lo único que se le había ocurrido gritarle. Tenía mucho que aprender antes de ser como su padre.

El espía en cambio se había columpiado hasta impulsarse y brincar al otro árbol como un animal salvaje. Al ser tan delgado el mismo viento parecía haberlo favorecido para caer en el sitio adecuado. Harek intentó la misma maniobra pero al ser más alto que los chicos de su edad, lo más que consiguió fue atorar una de sus piernas entre dos gruesas ramas.

-¡OYE REGRESA!- gritó Harek mientras veía al niño saltar de la rama al suelo.

Escuchó unos pasos dubitativos dirigirse hacia donde él estaba, no podía ver si su presa se había escapado o solo le contemplaba con curiosidad. Creyendo todo perdido, Harek comenzó a buscar la forma de zafarse.

-Te vas a romper la pierna si sigues balanceándote como idiota.- escuchó Harek. En su campo de visión apareció el niño al cual había perseguido. Estiró los brazos para atraparlo al menos del cabello azul pero el chico había sido tan ágil como para evitarlo.- Aunque sí eres un idiota.

-Solo… cállate y ayúdame.

-Que modales, pensé que por ser hijo del soldado más respetable tendrías modales.- contestó el otro infante.

Harek estaba perdiendo la paciencia pero logró recordar lo que su padre solía decirle.

-Por favor y gracias son siempre la clave.

-Podrías bajarme de esta rama antes de que me mate ¿por favor?

Hubo un espacio de silencio incómodo. El intruso se encogió de hombros, volvió a trepar por el tronco para luego sentarse en una rama cercana y estiró su mano. Harek la tomó y se dio cuenta que a pesar de que aquel niño parecía débil tenía la suficiente fuerza como para sostenerlo. Con cuidado, los dos lograron desatorar la pierna de Harek para quedarse sentados con las hojas cubriéndolos de la luz.

-Gracias.- dijo el niño pelirrojo procurando no olvidar sus modales.

-Sí.- solo dijo el otro muchachito mientras se aseguraba de tener sus pertenencias en el bolsillo.

-¿Qué estabas haciendo cerca de ellos?- preguntó Harek- ¿Y por qué intentabas escapar?

-Escapaba porque un soquete me perseguía- contestó el chiquillo con naturalidad, por un segundo Harek pensó en lanzarle un puñetazo-, antes de eso veía al viejo y al renacuajo.

-Ten cuidado con lo que dices.- respondió Harek.

-¿Pero es que eres ciego? Ese que lo acompañaba es un enano aunque su cara es graciosa.- Harek miró hacia otro sitio para evitar que el desconocido mirase su reacción al pensar en la “graciosa cara” de Arnth.- Soy Thilock, no quería causar tantas molestias, me disculpo.

Thilock había estirado su mano amistosamente esperando a que Harek hiciera lo mismo. El hijo del militar dudó por unos segundos pero al final cedió y devolvió el saludo.

-Me llamo Harek, hijo de…

-Ya sé quién es tu papá, te dije que pensé que eras como el honorable Xilan.- Harek miró a Thilock con desconcierto- No me mires así, todos en el campo sabemos que tu familia cuida a los reyes. Aunque es gracioso, si te has puesto loco al estar tan cerca del renacuajo ha de ser porque…es algo de ellos ¿verdad?

Harek fingió no escuchar nada pero Thilock era demasiado observador para su edad. El niño del cabello azul sonrió y se deslizó de la rama para caer de pie cerca del camino. El hijo de Xilan en cambio tardó un poco más en bajar.

-No diré nada si eso te preocupa. Yo solo hago anotaciones y dibujos sobre lo que veo, no es como que haya querido aventarle piedras al renacuajo…

-Solo deja de decirle así, por favor. Un día será tu rey.- respondió Harek.

-No sé si eso sea verdad, muchos no los quieren.- Thilock comenzó a caminar por una vereda y Harek le siguió.

-No importa, ese será tu rey y yo le cuidaré.

Thilock se comenzó a reír como loco.

-Es como si te gustara ¿Acaso el renacuajo es una niña o es que te agradan los chicos? Porque podría¡AGH!- Antes de que Thilock pudiese terminar su oración Harek ya le había dado un puñetazo en la cara. A pesar de ser un crío ya comenzaba a asomarse por la mejilla de Thilock el nacimiento de un moretón.- Bueno me callo.

-Sí, sería lo mejor.

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"Harek siguió a Arnth unos metros mientras se dirigían hacia el castillo hasta que él o ella (como decía su padre) redujo el paso y miró hacia las ramas de un árbol. Temiendo que alguien le aventase piedras o lastimase a su protegido, Harek también volteó a ver al mismo punto pero solo alcanzó ver unos pies sucios desapareciendo entre las hojas."

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