Please note that Tapas no longer supports Internet Explorer.
We recommend upgrading to the latest Microsoft Edge, Google Chrome, or Firefox.
Home
Comics
Novels
Community
Mature
More
Help Discord Forums Newsfeed Contact Merch Shop
Publish
Home
Comics
Novels
Community
Mature
More
Help Discord Forums Newsfeed Contact Merch Shop
__anonymous__
__anonymous__
0
  • Publish
  • Ink shop
  • Redeem code
  • Settings
  • Log out

La Atlántida de San Gabriel

Capitulo 1: Erica Popov

Capitulo 1: Erica Popov

Oct 04, 2017

Cuando todos los alumnos se van excepto nosotros me pongo muy nerviosa. No es que ser miembro del consejo me hiciese ilusión, pero soy nueva, no conozco a nadie y ya tengo un rol importante. Me da un poco de miedo.

‒Muy bien ‒Esta vez se dirige a nosotros un hombre con el pelo rubio hasta el cuello con un mechón rebelde en la frente. Tiene los ojos azules y un lunar bajo el ojo izquierdo. Es tan hermoso que me quedo mirándole más tiempo del necesario‒. Como miembros del consejo vais a tener que jurar no revelar ninguno de los secretos que aquí se muestren.

Los cuatro que somos nuevos allí nos miramos y asentimos dudosos.

‒En ese caso, aquí viene la primera gran revelación: Acabáis de convertiros en guardianes que protegerán al mundo.

‒¿Perdón? ‒dice el moreno con nombre español.

‒Será más rápido si os lo muestro. ‒El hombre extiende las manos. Noto una especie de golpe dentro de mi cabeza y de repente, me encuentro asimilando información a una velocidad tan apabullante que no puedo reprimir un chillido. Cuando todo cesa, caigo al suelo de rodillas,

‒¡Ostras, pedrín! ¿Esto va en serio? ‒la española parece animada, aunque no sé por qué, no entiendo lo que dice.

En un instante he comprendido así, sin más, que después de mucho observar a los humanos, los ángeles y demonios ‒Dios y Lucifer, para ser más precisos‒, decidieron cesar la guerra y disfrutar uno de un largo tiempo de meditación y el otro de una vida mundana. Se firmó un acuerdo entre ángeles y demonios en el que quien quisiera viviría su vida como un humano sin causar estragos en estos. Así, abrieron las siete puertas que enlazan al planeta Tierra con el hogar de los ángeles y los demonios. Puertas que habían permanecido cerradas durante miles de años. Ahora era capaz de comprender el por qué de la Atlántida y cómo no hubo ninguna repercusión lógica, como tsunamis y terremotos de espanto el día en el que la tierra surgió del mar.

Sea como sea, ahora puedo entender que nos hemos convertido en los guardianes de las puertas, vigilando que quien entre lo haga para disfrutar de una vida humana y no para trastocar la que hay, pues aunque sean órdenes de los mandos más altos, muchos ángeles y demonios no están de acuerdo con este pacto, así que la posibilidad de que, sobre todo los demonios, amenacen con la paz, es muy alta.

‒Oye tío, ¿puedes hacer eso con los temarios? Me vendría de alucine ‒dice el chico de rastas en esperanto. No entiendo lo que dice, pero los otros guardianes sonríen, así que imagino que habrá hecho otra broma como hizo en el estrado momentos antes.

‒Cada uno de vosotros representa a uno de los siete ángeles gobernantes del cielo ‒continúa el tipo de pelo rubio‒. Os dotaremos de poderes que tendréis que utilizar solamente cuando sea necesario. No olvidéis nunca que de vosotros depende la seguridad de este lugar: os hemos elegido a conciencia porque sabemos que podéis hacerlo.

Los cuatro adultos que están más cerca de nosotros se mueven. El tipo rubio se coloca delante de mí y mi corazón empieza a palpitar con mucha energía. Cuando se arrodilla, me sale un pequeño hipido: sé que esa persona es un ángel. ¡Un ángel se está arrodillando ante mí! No puedo evitar que se me salten las lágrimas. Sé que la situación es totalmente surrealista, pero lo he visto claramente en mi cabeza, no puedo dudar de que lo que está sucediendo es real.

‒Mi nombre es Miguel ‒Se presenta y a mi casi me fallan las piernas: el ángel más poderoso y venerado del paraíso está arrodillado ante mí‒; Erica, te confío mi poder habiendo visto tu corazón puro y bondadoso, tu humildad y sobre todo, tu entereza.

Me coloca un anillo en el dedo corazón. Cuando lo hace, siento un cosquilleo en la mano y acto seguido veo como un patrón se extiende por ella hasta llegar a la muñeca, donde un brazalete se forma alrededor. El brazalete tiene runas escritas y, no sé por qué, soy capaz de saber que pone "Miguel", aunque no entienda el lenguaje.

‒No sucumbas jamás al poder de la oscuridad. Es tentador e intentará arrastrarte, pero has de ser fiel a la luz.

Asiento, aun emocionada. Entonces se pone en pie y veo como unos brazos le rodean el cuello con sigilo, dándole un abrazo.

‒Qué malo eres con los míos, Miguelín ‒dice una voz profunda y atrayente.

‒¡Aparta! ‒Alza la voz dándose media vuelta con una espada en la mano que no sé de dónde ni cuándo ha sacado.

‒¡Uy! Hoy estás que pinchas ‒ríe un tipo alto y esbelto, con el pelo negro como la noche y los ojos rojos. Sé que debería, pero no me da miedo incluso cuando me mira‒. ¡Así que tú eres la elegida de Miguel! ‒exclama juntando las palmas y se acerca a mí rápidamente. Cuando quiero darme cuenta me ha besado la mano‒. Encantado hermosa ninfa, mi nombre es Lucifer.

Cuando dice su nombre me noto palidecer. ¿Lucifer? ¿El rey y señor del infierno? ¿¡Ese Lucifer acaba de besarme la mano!?

‒¡Déjala en paz! No pienso dejar que te acerques a mi elegida.

‒Lo mismo dijiste de la anterior y bueno... terminó en mi cama en tres horas ‒sonríe pícaro.

‒¡Maldito hijo del diablo! ¿¡En qué momento se le ocurrió a Dios pactar con un ser como tú!?

‒Oh, venga, no hables como si no hubiésemos sido los mejores amigos una vez.

‒¡Ni me lo recuerdes!

‒Bueno, basta ‒interviene el director Gabriel. Oh, genial, es ese Gabriel, claro‒. No empecemos a pelear desde el primer día, por favor, que el curso es muy largo.

‒Ay, Gabi, tú sí que entiendes la situación, ¿verdad? Tanto ángeles como demonios tenemos derecho a ejercer nuestra parte como guías.

‒Así es. Así dictaron las normas de Dios ‒afirma con tranquilidad.

‒Las de Dios y mías ‒aclara algo molesto‒. Por eso, doncella, ‒Me mira de nuevo‒, mi poder también está encerrado en ese anillo. Reaccionará a tus emociones y te brindará ciertos poderes dependiendo de la situación.

‒Lo que significa que nunca debes activarlos estando bajo la influencia de sentimientos negativos o invocarás los poderes de este indeseable y te acabarán carcomiendo.

‒¡Oye, no mientas! Mi poder no carcome a nadie, son las decisiones que toman las personas mismas las que les llevan a mi lado. No es mi problema que seamos menos aburridos.

‒Basta... ‒Cuando Gabriel vuelve a intervenir, ambos miran a diferentes lugares‒. Creo que es hora de que nos presentemos todos formalmente; dentro de poco comienza la iniciación en el instituto de Rafael y no queremos llegar tarde, ¿verdad?

Aunque nadie responde, todos sabemos a quienes va dirigida esa pregunta.

‒Yo, Gabriel, tengo bajo mi custodia a Dieter, por lo que de entre todos, él es el líder, dado que este es mi instituto. Espero que os llevéis bien.

‒Yo soy Rafael ‒Un chico de pelo rojo de punta que viste un chándal de apariencia barata se presenta sin mucho ánimo. Tiene los ojos negros y parece muy joven, ¿cómo es posible que no me haya percatado de alguien tan llamativo hasta ahora?

‒¿Puedo preguntar algo? ‒interrumpo, pero la duda puede conmigo.

‒Claro, si es algo rápido ‒indica el director.

‒¿Teníais esta apariencia desde el principio? ‒me percato de que entre la gente que también está al fondo hay un niño pequeño y gente con colores de pelo muy estrafalarios.

‒Oh ‒Gabriel sonríe‒. Nosotros los ángeles ‒los demonios también‒, no tenemos realmente una forma material, somos energía condensada y consciente, por eso tenemos la capacidad de convertirnos en cualquier cosa, desde personas a animales o a objetos, como vuestro anillo: realmente es una parte de nosotros lo que tenéis en las manos. Lo que me recuerda que lo mejor será que no os lo quitéis: a través de ellos podemos sentiros en todo momento. Si ocurre algo malo lo notaremos y podremos acudir rápidamente, pero si os lo quitáis, no podremos notaros. Así mismo, sin los anillos no podéis invocar nuestro poder, así que es mejor que los tengáis siempre puestos. Ningún elemento puede dañar los anillos.

‒Y eso me ha recordado algo a mí que no hemos remarcado ‒interviene Miguel‒: Nadie debe saber de la existencia de ángeles y demonios. La humanidad no está lista para algo así todavía y no queremos ni que cunda el pánico ni que se generen guerras y discordias, así que si habláis de nosotros con alguien que no está ahora mismo en esta sala seréis severamente castigados. ¿Entendido?

No puedo evitar asentir con algo de miedo. Su manera de decir la palabra "castigados" no parecía ir dirigida a quedarnos sin recreo precisamente.

‒Como sea, prosigamos, por favor, que no nos queda tiempo ‒dice Gabriel con paciencia.

‒¡Yo soy Uriel! Podéis llamarme Isra, será el nombre que use cuando esté por aquí‒. Es un tipo animado, se le puede ver de lejos. Tiene el pelo verde claro a juego con sus ojos y... un sentido de la moda tan malo que si mi madre le viese se desmayaría del horror. Su ropa tiene muchos colores, parece salido de los años 90.

‒¡Es mi ángel guardián! ‒interviene la española con alegría. Supongo que es a ella a quien representa.

‒Yo soy Raguel y estaré muy pendiente de que sigáis las normas. No permitiré dejadez, insubordinaciones o cualquier otra conducta dudosa ‒El ángel tiene el pelo azul oscuro, de punta, casi a lo militar, aunque una coletilla se asoma desde la parte trasera de su cabeza. Me percato de que lleva una sudadera gris oscuro con unos pantalones gris claro. Personalmente creo que le quedaría mejor un uniforme tan solo viendo su manera de hablar. Sus ojos son de un azul tan claro que me quedo mirándolos hasta que noto a Miguel suspirar.

No parece muy contento.

‒Eh... Yo soy Sariel. Podéis llamarme Surya. ‒Saluda un tipo de pelo morado. El flequillo le tapa los ojos y un gorro de cuadros adorna su cabeza. Su ropa larga y gruesa se me asemeja a un kimono. A uno encima de otro, más bien, pues lo lleva arrastrando y se nota que hay demasiado volumen en la ropa. Parece un tipo tranquilo, sobre todo cuando al esperar a que diga algo más, no lo hace.

‒Yo soy Remiel, Remi está bien ‒dice finalmente un tipo con el pelo rubio arriba y plata en las puntas. Tiene los ojos grises y entristecidos. De pronto noto que su aspecto cambia ligeramente‒. Lo siento, sé que dijisteis que mejor nos presentásemos todos con aspecto de hombre, pero me gusta más ser mujer.

‒No pasa nada, Remiel ‒sonríe Gabriel viendo como Miguel se tensa‒. Yo no estaba de acuerdo con ello de todas maneras.

‒¿¡Cómo que no!? ‒Miguel no aguanta más‒. ¡Siempre nos han representado como hombres! Es lógico que nos mostremos como tal, ¿no?

‒Como siempre, tienes una mentalidad digna del medievo, Miguel. ‒Una mujer asiática, morena de pelo largo y ojos rojos está ahora a su lado. Imagino que es Lucifer‒. Ser un hombre caucásico está muy visto. ¡Y tenemos la libertad de ser lo que queramos!

‒¡Pero los pintores...!

‒Me da que están muertos y ya les da igual.

‒¡Ya! ‒Gabriel parece ir perdiendo la paciencia poco a poco‒. Por favor demonios, daos prisa.

‒¡Hola, holita! ‒Lucifer se adelanta en su versión femenina. Lleva una camiseta negra en palabra de honor y unos vaqueros‒. Soy Lucifer, Luci para quien guste. Me gustan tanto hombres como mujeres y estoy disponible las 24 horas del día para lo que gustéis. Me gustáis todos los humanos, así que si pensáis que os rechazaré por creeros feos, inferiores o lo que sea: tonterías. Hay Lucifer para todos.

Creo que ninguno encontramos las palabras. Ni siquiera los ángeles.

‒Yo... soy Leviathan ‒Un niño sale de detrás de Lucifer. Un niño de pelo azul verdoso con una gorra marrón sobre su cabeza. Tiene pecas y los ojos marrones, aunque un ligero rubor cubre sus mejillas. La camiseta le queda grande por las mangas, así que no se le ven las manos, sin embargo, lleva pantalones cortos, enseñando unas piernas delgadas y magulladas con raspones. Me da rabia admitirlo porque sé que es un demonio, pero creo que nunca había visto un niño tan mono‒. ¡M-mucho gusto!

‒¡¡Qué mono!! ‒exclama el tipo de las rastas‒. ¿Puedo abrazarte?

Balbuceando, el niño se vuelve a esconder tras Lucifer.

‒Es un poco tímido, pero un cielo ‒explica antes de cogerle en brazos y apartarse.

‒Yo soy Asmodeus ‒Un chico de pelo naranja y ojos marrones da un paso al frente con decisión, señalándose con el pulgar. Lleva unos vaqueros y un jersey también naranja‒. También estoy libre las 24 horas, pero solo para chicas guapas. Chicas como tú, April. ‒Alza las cejas varias veces.

La mueca de asco que pone la chica no está disimulada. Lo ha dicho en inglés nada más, pero he podido entender lo que ha dicho el demonio.

‒Algún día caerás rendida a mis brazos, nena.

‒En tus sueños, bicho ‒responde dejándole algo apenado.

‒Yo soy Mammon. ‒Aparta a su compañero de un empujón. Algo me dice que Asmodeus es un demonio especial‒. Me apasionan las matemáticas. Me gustaría mucho poder enseñaros aunque sea un poco lo maravillosas que son.

¿De verdad es un demonio? No solo tiene el pelo rubio, símbolo que solo adoptan los ángeles, sino que parece simpático y sincero. ¿Quizá sea otro modo de engatusar a los humanos para hacerles caer en la oscuridad? No lo parece, pero por si acaso, intentaré no dejarme llevar por su apariencia.

‒Beelzebub ‒Un tipo que ni se acerca, a Dios gracias, saluda en la lejanía. Parece un vagabundo, tiene el pelo desgreñado y de un color verde que no sé si es porque lo ha querido así o porque tiene el pelo mohoso. Las moscas revolotean a su alrededor a pesar de ser otoño y, de verdad, menos mal que no ha decidido acercarse.

‒Soy Belphegor. Y al que me moleste, me importan un pito las normas: Le fulmino.

‒¡Bel! ‒Lucifer se acerca con los brazos cruzados‒. ¿¡Qué maneras son esas!?

‒Cállate, vieja.

‒¿¡Vieja!?

‒Belphegor ‒Mammon no ha perdido la sonrisa y parece que su solo nombramiento surte efecto, porque el chico, de apariencia adolescente, pone los ojos en blanco.

‒Me llamo Belphegor. No os fulminaré, pero... bueno, procurad ir con cuidado. ‒Saca una consola de sus ropas estilo punk y se retira. Sus ojos violetas son muy bonitos y su pelo azul oscuro está muy bien peinado y decorado con un par de horquillas. Quizá esté pasado de moda, pero sabe vestir el estilo.

‒¡Esa es mi mami! ‒responde Lucifer contenta.

‒Lo siento chicos, tenemos que irnos, pero vosotros hablad cuanto queráis. Que los veteranos y los profesores os expliquen un poco como va todo y eso ‒explica Gabriel.

‒Un segundo ‒interrumpo dando un paso al frente‒. ¿No falta un demonio? ‒Puede que no esté muy interesada en ellos, pero me gustaría conocer las caras de aquellos a los que puedo hablar.

‒Si ‒responde tras un largo segundo‒. Satán. El caso es que no se tomó muy bien el pacto, así que ahora mismo no está con nosotros.

‒¡Intentó revelarse contra mí! ¿Te lo puedes creer, dulce Erica? Tuvimos que aprisionarle en el inframundo porque pretendía aniquilar a los humanos. Qué fuerte ‒indignada, Lucifer colocó los brazos en jarra.

‒No temáis por él de todas maneras ‒inquirió Miguel‒. Mis subordinados le vigilan sin descanso‒. Y ahora si nos disculpáis...

Así, las trece entidades desaparecieron dejando un polvo luminoso a su paso que rápido se desvaneció.

 

Gini-Gini
Gini-Gini

Creator

Comments (0)

See all
Add a comment

Recommendation for you

  • Silence | book 1

    Recommendation

    Silence | book 1

    LGBTQ+ 27.2k likes

  • Blood Moon

    Recommendation

    Blood Moon

    BL 47.6k likes

  • Secunda

    Recommendation

    Secunda

    Romance Fantasy 43.2k likes

  • What Makes a Monster

    Recommendation

    What Makes a Monster

    BL 75.2k likes

  • Silence | book 2

    Recommendation

    Silence | book 2

    LGBTQ+ 32.3k likes

  • Touch

    Recommendation

    Touch

    BL 15.5k likes

  • feeling lucky

    Feeling lucky

    Random series you may like

La Atlántida de San Gabriel
La Atlántida de San Gabriel

313 views0 subscribers

Diez años atrás, un terremoto sacudió al mundo entero. En contra de la lógica y de todo pronóstico, no se generó ningún tsunami o terremoto posterior, no, ocurrió algo aun más misterioso: Apareció una isla a la que los medios de comunicación bautizaron como Atlántida.
Ahora ese lugar, comprado por un multimillonario anónimo y protegido por la ONU, se ha convertido en un instituto. Pero, ¿qué clase de instituto?

Una historia de ángeles, demonios, misterio y aventura se cierne sobre estas páginas.
Subscribe

2 episodes

Capitulo 1: Erica Popov

Capitulo 1: Erica Popov

80 views 0 likes 0 comments


Style
More
Like
List
Comment

Prev
Next

Full
Exit
0
0
Prev
Next