Hanna bajo del auto, con emoción, confirmo que todas las puertas estaban serradas, se quito los zapatos y cuando toco las suave pero rasposa arena su cuerpo se lleno de vigor. Llevaba una semana sin ir a su lugar favorito, algo impropio de ella.
Los problemas otra vez comenzaron a embargar su vida, huir era su salida a este. No le gustaba huir, era para cobardes, pera ya lo hizo una vez y desde entonces no se ha arrepentido de su decisión. Pero el echo de que la busquen de la noche a la mañana la confundía.
Su corazón se llenaba de curiosidad, ésta en ella no era nada buena, cuando la tenia, nada salia a lo acordado por su descabellada imaginación. Negando con la cabeza tomo rumbo a la orilla del mar, donde las olas tocan la arena volviéndola la más suave manta.
Sentándose en la orilla y mojando su trasero por la mojada arena, hizo lo que siempre hacia cada vez que llegaba a ese lugar, recordar la vieja historia de su abuela. ¨El señor de los mares¨ ese es su nombre.
Su amada viejesita se la contaba todas las noches antes de dormir, una historia que cambiaba con el paso de los días y modificaba a su gusto. Siempre se enojaba cuando le decía que era solo una historia basada en un sin familia que no tenia nada que hacer, para ese tiempo las historias eran algo irrelevante en su vida.
-Es una historia verdadera, tonta chiquilla- aún podía escuchar su voz regañarle por su ignorancia- El señor de los mares existe, y es el rey de todo ese reino de agua que ves allí- me decía- El señor de los mares tiene su hogar en lo más profundo de los cinco océanos. Y sus dominios se extienden por toda la tierra.
*Él vive allí, debajo del agua, su mundo es distinto, y su belleza es distinta a de los hombres terrestres. Un solitario buscando a su reina... y que elegiría entre las mujeres del mundo. Porque un reino sin reina, no es un reino, y nadie quiere gobernar solo.
*Y que muchas mujeres se ofrecían a él cuando veían su belleza, pero el buscaba a su legitima reina, a la que amara con toda su alma y ella también. Pero solo cuando ella cumpla los veinte él podrá encontrarla."
Y eso era todo, ahí se acaba la historia, ya sea porque yo dormía o porque ella tenia cosas que hacer, era una o la otra. Levantado su delgado cuerpo de la arena, contemplo el mar con una sonrisa, una alegre, una verdadera.
Se quito el vestido y se adentro a mar abierto, sin miedo, con calma. Nado un rato, hasta que las olas azotaron con fuerza, el cielo se volvió oscuro y era casi imposible de ver. Con preocupación trato de ver la orilla, pero no la encontraba, el azote de las olas la dejo a la deriva.
Justo donde se encuentra su cuerpo, un remolino se comenzó a formar, la lluvia caía con fortaleza y los truenos se escuchaban adormecedores. El remolino se agrando amenazando con llevarla al fondo y ahogarla.
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