Era un día normal en la vida del novelista, se dirigía a la cocina a conseguir café después de una noche de mal y corto sueño. Su casa contaba con dos plantas y, para su mala suerte, estaba la segunda y ,la cocina, en la primera.
"Dios, que mierda pensaba cuando me mudé aquí" dijo con la voz ronca por el cansancio mientras se quejaba. "Un departamento hubiese sido mucho más..."
No terminó la frase, pues tropezó en el último escalón y tubo que preocuparse más en no romperse la nariz que en quejarse. "ngh... te maldigo torpeza" Dijo mientras se ponía de pie.
Llegó a la cocina y se sirvió un café con leche, era una de las pocas cosas que tenía en la alacena a parte de una bolsa de pan, huevos y un par de alcuzas con condimentos varios. "Tal vez podría escribir una historia sobre alcuzas parlantes" Dijo a modo de broma antes de soltar una leve risita y dar un sorbo a su café... Necesitaba salir de su encierro e inspirarse, ademas, su sala se veía vacía. Unas flores quedarían bien sobre aquella mesa de café .
"Había una vez, una pequeña flor amarilla, dentro de una maceta de tonalidades pastel..."
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