Aquella voz me resultaba muy familiar. Se oía algo de forcejeo entre esa persona y mis primos.
- ¿Quién eres tú?- dijo mi prima Tatiana. –Oye suéltanos.
- Mira, justo venía a decirle que hiciera las maletas, pero parece que os habéis adelantado- era la voz de Alice, no había duda.
Abrí los ojos y la vi recoger la bolsa de basura que llevaba mis pertenecías.
- ¡Qué haces ahí todo ensimismado! ¡Levanta! – me dijo- Si tienes algo más que te quieras llevar, es ahora o nunca.
Por un momento pensé que estaba soñando, pestañeé y me levanté apurado. Debido a que mis primos tenían esa obsesión de pagar su mal humor conmigo y tirar mis cosas, porque no podían levantarme la mano, por ello, tenía escondido en un agujero en la pared, algunas cartas y fotos de mis padres. Las recogí y me acerqué a Alice. Vestía un traje empresarial, de pantalón negro, una americana y una camisa blanca algo desabrochada. No le pegaban las gafas de sol en la cabeza. Me agarró del brazo y me arrastró escaleras abajo hacia la salida de la casa.
- Suerte que llegué a tiempo- la escuché decir.
- ¿Qué es todo este jaleo? Están los vecinos todos fuera de sus casas mirando hacia aquí. ¡Hay un coche de lujo en la puerta!- entraba mi tía con las bolsas de la compra y cara de impresionada.
- Así es señora, un Maybach.- respondió Alice.
- Oh! Ya veo... ¡Espera un momento!, ¿Quién eres tú?
- Me presento, soy Alice Von Goldaugen Bandou y actualmente soy la tutora legar de Axel Blanc Labelle
- ¡COMO!- exclamaron tanto mis primos como mi tía. Alice les dejó la copia de un papel.
- Ese es el documento firmado por su marido y, por lo tanto, tío sanguíneo de Axel, mis abogados ya se encargaron del papeleo.
Yo me quedé de piedra por ello, pero el gesto de Alice insistía en salir ya. Así que supuse que las explicaciones vendrían luego.
- Tía, primos... Me marcho. Os deseo la mejor- dije y pude ver de refilón la sonrisa de satisfacción de Alice cuando subimos al coche y arrancó.
- Con tanta prisa no he podido ir ni a cambiarme...- protestó Alice estirando de la americana sin soltar el volante.- Pero explícame tú ¿Por qué se te ocurrió la idea de dejar el modelaje si se puede sabe?
- Hem... ¿No estaba de humor? ¡Y ahora qué más da eso! Lo importante es que quiero saber qué haces tú en casa de mis tíos y encima, ahora, ¿eres mi tutora legal?
- Vaya tontería. No te tendrías que dejar influenciar por tus impulsivos sentimientos- nos paramos en el semáforo- Tu manager me llamó, muy alarmada, tras tu petición de renuncia. Entonces me puso al día con lo de tus tíos y tal, cuatro cosas por encima. Pero suficiente como para hacer que salga disparada de donde estaba, ni me cambié la ropa de trabajo ni cogí mi coche. Este lo cogí "prestado" de mi hermano.
- ¿Pero no habías dejado de ser modelo? Y por cierto... ¿Qué tan rico es tu hermano...?- pregunté, por fin, al darme cuenta en el lujoso coche en el que me encontraba.
- ¿Quién dijo que lo haya dejado? Solo me he ausentado. Mi hermano, que le gusta exagerar, se puso bastante enfermo y tuve que reemplazarle en sus tareas. Nada más. Aunque por poco que me encierran para que no me escape. Pero nunca dije nada, no te puedes fiar de las revistas, que siempre les gusta chismorrear.
- Aun así, podría haber cogido mis llamadas... Que hubiera pasado si te hubiera pasado algo.
- Bueno, bueno, ni que fueras mi pareja- y se rio- Tuve que evitar coger el móvil, el manager también me la torraba.
- ¿Y ahora que pasará conmigo?
- Vivirás en mi casa, tengo un cuarto libre. Y por lo visto no tienes muchas cosas- me dijo señalando el asiento trasero donde iban las pocas pertenecías metidas en una bolsa de plástico- Vaya familiares, quien necesita enemigos teniéndolos a ellos. No sé cómo te dejaste maltratar y encima les deseas lo mejor. Si existe el cielo, tú ya tienes las puertas abiertas.
- Eres una exagerada- dije mientras observaba el montón de papeles y fotos que conseguí rescatar de las manos de mis primos.
- ¿Qué es todo eso? Veo que te esforzaste en esconderlo y protegerlo.
- Sí, son los últimos recuerdos que me quedan de mis padres. Fotos, es lo único que conseguí salvar cuando me trajeron aquí mis tíos. Ellos me sacaron de Francia para que viviera con ellos pues les era más fácil. Según me dijeron mis primos, vendieron la casa y todos los objetos de ella. Cuando hice las maletas para venir aquí pude rescatar algunos papeles y estas fotos. Aunque claro...- comenté resistiendo alguna lágrima- Ya has visto el afán de tirar las cosas de mi propiedad a la basura.
- No sé cómo has podido aguantarlos. Aunque claro no tenías muchas más opciones, ¿así que para protegerte Chloe, te reclutó como modelo?
- Así es. Chloe era amiga de mi madre, cada cierto tiempo se hablaban...
- Bueno, no te preocupes más. Todo ya pasó. Ahora puedes centrarte en estudiar o en lo que quieras. Y me ocupare de que no te falte de nada... ¡Nada de que todas tus cosas entren en una mísera bolsa de basura!
- ¿Te puedo preguntar una cosa?- noté que todo se empezaba a oscurecer y los focos del coche se encendían, estábamos entrando en un parking subterráneo. Me quedé de piedra en ver los numerosos coches de lujo que había.
- Son los coches de los vecinos. Cada planta del edificio es un loft, y cada uno tiene unas cuantas plazas de aparcamiento. Los míos están en el número siete.
- Aquello es un ¡porche!, hay un Lamborghini, y un descapotable...- me pegué a la ventana mirando las marcas de los coches pasar.
- Veo que lo disfrutas al menos- la escuche soltar una leve risa.- ¿Qué quieres preguntarme?- empezó a aparcar.
- ¿Quién eres?
- Vaya pregunta más filosófica... Quien soy, a donde voy... ¿No?- le puse cara seria y pareció entender que no bromeaba. – Vale, vale. Soy hija de un magnate empresarial alemán y, bueno, mi madre de una familia famosa de actores Kabuki, también dirige un teatro de ello.
- ¿Eres mitad japonesa mitad alemana?- me sorprendí.
- Así es. Y tú francés.- me respondió mientras bajaba del coche.- Por cierto, debido a que aquí viven muchos famosos, empresarios y demás personas de mundo, hay mucha vigilancia contra cotillas y esas cosas. Así que mañana tendrías que presentarte a los guardias de seguridad para que no haya jaleos.
- Vale. ¿Quieres que lleve yo la bolsa y tú los papeles?
- No hace falta. Por aquí está el ascensor.
El parking era inmenso lleno de toda clase de coches que valen una enorme fortuna, ¿quiénes deberían ser los vecinos que disponían de tanto dinero...? En la esquina estaba la puerta metálica que daba al ascensor. Al entrar, observé que había un total de ocho pisos. Alice pulsó el siete. Con un silencioso impulso llegamos a la planta. Las puertas se abrieron para dar a un corto pasillo que daba de nuevo a una puerta, esta de madera refinada. Alice sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta.
- Adelante pasa- me indicó. Añadió un: Ya estoy en casa
- En casa estoy- apareció Blue respondiendo.
El lugar era enorme. Nada más entrar había un gran ventanal del cual se podía ver toda la ciudad. Un sofá y una mesita, en la esquina una televisión de plasma. En la parte opuesta al ventanal, una larga barra que servía de cocina de metal gris y una mesa con cuatro sillas. Tanto a izquierda como a derecha había tres puertas.
- Siéntete como en casa- me señaló la puerta izquierda más cercana a la entrada.- Tu habitación.
Alice esperó a que yo la abriera. Algo nervios, supongo que por la emoción, abrí la puerta. Era una habitación amplia con un armario empotrado y una cama enorme con dos mesitas de noche a cada lado. Una estantería de pie vacía y una cajonera. Un escritorio con una silla a juego enfrente de una enorme ventana que daba a un parque cercano.
- No te preocupes, que poco a poco lo llenaras todo. – dejó la bolsa dentro.- Tiene baño propio.- señaló una puerta al otro lado de la habitación.
- No puedo aceptar todo esto, hasta hace menos de unas horas dormía en el suelo de una pequeña habitación sin nada y ahora tú me quieres dar esto...
- No digas tonterías y ¡disfruta! Que la vida son dos días y cuando tengas la mayoría de edad podrás elegir que hacer.- me empujó hasta que caí en la cama. Ella se contuvo la risa- ¿Cómodo?
- Impresionante- dije al notar la esponjosidad y adaptabilidad del colchón- ¿Pero a que te refieres con elegir?- Me senté en la cama.
- Tu tío aceptó que yo me hiciera cargo de ti, si cuando tuvieras dieciocho eligieras con libertad si quedarte aquí o marcharte con ellos de nuevo. No estoy segura si tu tío está enterado de todo el meollo de tus primos... porque si lo está, ya le vale...- se cruzó de brazos la chica.
- Ya le vale, ya le vale- pío Blue.
- Bueno, siéntete libre de darte un baño y ponerte cómodo. Yo creo que lo haré, ya me agobio metida en este traje- y se marchó, atravesó la sala y entró en una de las habitaciones que estaba frente a la mía.
- Ni que pudiera sentirme cómodo con esto...- me levanté y abrí la puerta del baño.
Mármol, fue lo primero que me llamó la atención, todo el baño. Y cruzaba los dedos para que eso amarillo de los bordes y dibujos no fuera de oro. Abrí el grifo de la bañera y enseguida empezó a salir agua caliente, hacía mucho que no me podía bañar de esa forma, así que coloqué el tapón y llené la bañera. Relajadamente me quedé allí un rato. Entonces escuché como tocaban al timbre, algo alarmado me apuré a limpiarme y secarme. Me vestí con lo más decente que tenía entre la poca ropa que había en la bolsa.
- Mañana es sábado ¿verdad? Hay que ir a comprarte ropa...- dijo Alice nada más verme.
- No hace falta, ya iré yo a comprar pero gracias.- me acerqué a la mesa. Alice estaba colocando platos- ¿Quién timbró?
- Él que trajo la comida- me señaló una bolsa de cartón con el logotipo de un restaurante. – espero que te gusté el bistec.
Me asomé y comprobé que era comida, como no.
- Tiene buena pinta- dije ayudándola a colocar la comida sobre la mesa.
- Lo diré directamente.- se giró hacia mí.- Soy pésima en los quehaceres de la casa, limpieza, cocina, etc...
- Entonces, ¿Vives de la comida preparada que compras?
- ¡Ey! No compro comida rápida ni comida basura. Es comida bien elaborada, pero elaborada por otros.- explicó con tenedor en mano.- ¿Qué vas a querer beber?
- ¿Lo que haya?
- Agua del grifo pues- bromeó abriendo el grifo.
- Pues una Coca-Cola o así.
- Ahora empiezas a hablar claro.
Ambos nos sentamos y tranquilamente pudimos comer aunque ya pasaba la hora correspondiente. Fue divertido ver que detrás de la perfecta Alice, estaba una chica que no se le daban nada bien las tareas del hogar.
- A mí me encantan los dulces, ¿quieres de postre un trozo de brazo de gitano? – se levantó y caminó hacia la nevera.
- Sí, claro- miré hacia el enorme paisaje que daba la ciudad desde ese séptimo piso.- Alice, ya que me permites quedarme aquí déjame al menos hacer las tareas que se te dan mal. Yo puedo hacer la comida y limpiar. Es lo mínimo que puedo hacer.
- No, me niego- dejó los platos del postre sobre la mesa junto a unas cucharas.- ¿Eso es lo que te obligaban a hacer? No quiero que sea así aquí.
- Lo sé, pero lo hago porque quiero pagarte el estar aquí... Porque no creo que pueda pagar el alquiler de mi habitación... ni aun trabajando toda mi vida...
Alice soltó una gran risotada, la cual Blue imitó. Aquello hizo que perdiera toda seriedad de ella.
- Vale, vale. Haz como gustes. Después de todo ahora también es tu casa. Si eso te hace estar más cómodo adelante.- me respondió- Eso sí, nada de entrar en la puerta que está al lado de mi habitación.
- ¿Por?- pregunté curioso.
- Es mi sala de juegos, está lleno de juegos y máquinas y demás cosas que si nos sabes que son mejor no toques.- me señaló con la cuchara.
- Vale, me quedó claro... ¿Pero no deberías prohibirme entrar en tu habitación?
- ¿Aeh? Eso me da igual. Siéntete libre de entrar- comentó comiendo un trozo de pastel.
Me seguían impresionando las preferencias de esa chica. Aun así no pude evitar reír y eso pareció hacer feliz a Alice.
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