Hola, soy Blu Morphy, mi compañero Ikaros y yo estamos atrapados en una madriguera de ratón, casi tomando el papel de uno, escapando del humano que está afuera, en un rol del "gato". Nos encontramos lejos de su alcance (al menos por el momento), era una preocupación menos, aunque al escapar de él, mi ala resultó herida.
-¿Estarás bien? –Me preguntó Ikaros cuando nos adentramos en el lugar temporalmente seguro, a lo que asentí pasando con suavidad mi mano por mis alas, limpiándolas. Me dolían, pero pude aguantármelo, él sólo suspiró acercándose a mí, abrazándome contra él y así nos quedamos un momento, él acariciaba con delicadez y cariño mis cabellos hasta el inicio de mis antenas.
-Yo estoy bien, eres tú el que me preocupa.
-He estado en situaciones peores -y se echó a reír leve, aunque yo mantenía una mirada aún preocupada-
-Lo que tenía el hombre en su caja... -cambié el tema, pues eso rondaba por mi mente desde hace ya un rato, necesitaba saber a que nos enfrentamos.
-Una bomba, supongo. Por lo que olfateé, no es de fuego, es una especie de arma biológica, eso ya debes conocerlo, pues tomas algo de la naturaleza como arma, asqueroso. -Puso mala cara, y sí, los lepids sabemos de ello, si hay algo que despreciamos de todas las armas humanas, no son sólo las que dañan a la naturaleza, sino aquéllas que la usan y modifican para hacerla peligrosa.
-Entonces van a liberar un virus o bacterias modificadas para ser asesinas, sino me equivoco.
-Así es.
-Creo que ya sé lo que intenta hacer -La idea pasó por mi mente en un flash de luz, abriendo grande los ojos- Tú lo dijiste, quieren algo que los cure siempre, hasta el punto de llegar a algo similar a la inmortalidad, y al obtenerlo, al obtenernos a nosotros para eso... ¡Piensan destruir a su enemigo con una enfermedad, para ellos salir victoriosos!
-Estas cerca. Blu, realmente pienso igual, aunque creo que el fin de todo esto es enfermar a una gran masa de personas, teniendo ellos la cura para salvarlos. El mundo comenzaría a depender de ellos, se darían cuenta de la existencia de los lepids y los bosques serían historia, pues necesitan crear en masas sus medicinas. -Se alejó de mí un momento, pasando sus manos por las antenas y revolviendo su cabello- Esto está mal, aún después de esto, si llegamos a escapar, los lepids estamos amenazados.
-¡No si lo combatimos! -Me acerqué desde atrás, tomando sus hombros- Somos el futuro ¿Recuerdas?
-Hmm... -se llevó una mano al mentón- Pero eso va mucho más allá de hacer que los lepids trabajen en equipo para que no tantos mueran en el proceso infante. No, no sólo eso, sino volvernos mixtos todos para poder saber que harán y poder contraatacar, no simplemente limpiando bosques; debemos limpiar pueblos, ciudades, países enteros. Ser más para que nuestra fuerza sea mayor. -Se giró para que nuestros orbes azules entrasen en contacto- Para salvarnos nosotros, hay que salvar a los humanos que controlan el planeta en el que vivimos, así se resolvería el problema de raíz.
-¿Qué debemos hacer?
-Encontrar al anciano, él llevaba el experimento, y tratar de razonar con él.
En eso, sentimos un temblor en el túnel, algo estaba golpeando las paredes, haciendo que arena y escombros cayesen sobre nosotros. De pronto, un agujero se abrió, era un material de metal en forma de triangulo plano, afilado en la punta y sostenido con una rama.
-¡Hay que irnos! -Ikaros tomó mi mano y así corrimos por la madriguera de ratón, aunque me preocupaba el humano, estos ratones también eran otro problema, pues comían mariposas. Espero seriamente que sean los que escaparon de sus jaulas por los experimentos.
El humano empezó a crear más y más agujeros en la pared, hasta que le escuchamos detenerse, corrimos un par de minutos más deteniéndonos cuando aquel violento acto se detuvo, Ikaros tomó fuerte de mi mano y apegó contra la pared su oreja para escuchar lo que ocurría afuera.
-¿Qué pasa?
-Llegaron más, como 3 más, están discutiendo... -se quedó en silencio, sus antenas bajaron estrepitosamente, hasta que un olor pútrido que se nos hizo familia, no sólo él abrió sus ojos como platos, sino también yo estaba sorprendida-Tienen a la niña -masculló asustado-No está bien.
-Si, lo sé, estuve con ella... hace poco -Confesé para quedarme en silencio, Ikaros no me miró mal, solo parecía sorprendido, tal vez de que la hubiese conocido.
-No pensé que realmente llegarías a tratar con los humanos.
-¿Qué esperabas? Ahora somos mixtos -Él sonrió leve, para luego cambiar su expresión a una más seria y continuar escuchando.
-Van a explotar la bomba y llevársela como rehén, tenemos que impedirlo.
-¿Cómo haremos eso? Apenas podemos salvarnos nosotros.
-Tsk, si nos enojamos y usamos nuestros poderes, la niña saldría afectada, y si tratamos de curarla ellos aumentarían su fuerza.
-Humm... -Quedé un momento pensativa- ¿Sabes de casualidad como funcionan estas armas?
-No del todo, no soltará una "explosión" como las otras, solo un vapor turbio creando una niebla que va a liberar lo que sea que tenga adentro, y nos podría infectar a todos, incluyéndonos a ambos. Si la bomba llega a explotar, hay que llevar nuestro poder al máximo para que nos afecte muy poco, crear una burbuja de protección.
-¡Eso es! -chasqueé los dedos- ¡Ya sé como salvar a la niña! -él arqueó la ceja- Yo distraeré a esos idiotas, mientras tu creas una burbuja de energía que sane a la pequeña, te la llevas de aquí.
-Estas loca -contestó molesto- ¡Es muy arriesgado!
-¡Pero tu poder es superior al mío! Eres mitad polilla -Señalé sus alas con las manos- Adquieres energía de noche y de día, tu burbuja es lo suficientemente fuerte para protegerla de la niebla tóxica.
-¿Y qué hay de ti?
-Puedo auto-protegerme y hacerme una burbuja si eso llega a pasar, aunque lastimada, tengo el ala mejor que tu -bajó la mirada un momento- Ikaros, lo lograré -le abracé- lo vamos a lograr.
-Cuídate, Blu -separó leve el abrazo para darme un beso. De todos los que he recibido de su parte, éste ha sido el primero que me ha llenado de tristeza.
Quedamos unos minutos apegados el uno del otro, separarnos e irnos por caminos diferentes fue una tortura. Estaba nerviosa, corría por los pasillos sintiendo una sensación amarga dentro de mí, si fuera humana, seguro estaría llorando, mi pecho me pesaba y tenía un nudo en la garganta. Antes de salir y enfrentarme con lo que consiguiera, me di un par de palmadas en la cara y miré al frente.
-¡Este día, será un buen día! -Era la frase que solía decir en mi bosque, pese a todo, aunque cosas malas pasaran, aunque perdiera algo, o aunque estuviera en riesgo, pensar positivo siempre me ayudaba.
Salté para tratar de volar alto, aunque no funcionó de todo, con el ala rasgada me iba un poco de lado. Me hice visible y conseguí hacerme notar para que empezaran a perseguirme, uno se quedé con la niña, pero ya Ikaros se encargaría de él, es muy listo.
Agité mis alas lo más que pude, lejos de Ikaros y la niña, había una puerta abierta y aproveché de pasar a la siguiente habitación, ellos no tardaron en entrar, y me asegure que estuvieran lo suficientemente lejos de ellos.
Hay una pequeña consecuencia de usar todas nuestras fuerzas, y el porqué no lo hacemos muy seguido, y es que como esta viene de nuestras alas, éstas pierden brillo y se vuelven opacas, no podría volar por unos minutos, pero daba igual, porque estaba herida.
Solté toda la energía negativa acumulada que tenía dentro contra ellos, fue lo suficiente como para hacer que tosieran compulsivamente un rato, mientras uno se arrodillaba para vomitar, y los otros dos tosían sin parar. Ya en el suelo tomé uno de esos gusanos de plástico que salía de una de las máquinas y lo enredé entre las patas de los humanos, haciéndolos caer, llevando mis manos a la cintura para verificar que estuvieran fuera de combate.
-Perfecto.
En ese momento, escuché el sonido de algo rompiéndose, y corrí hasta la entrada para ver a la otra habitación.
Ikaros estaba por ser atrapado, se encontraba en lo último de una repisa, el hombre trataba de alcanzarlo, y justo en ese momento, la niña se aprovechó del cabello largo del hombre para halarlo con lo que quedaban de sus fuerzas, haciéndolo chillar del dolor, bajando la guardia. Antes de que le soltará una bofetada el mayor a la pequeña, mi querido lepid logró quitarle el frasco y rompérselo en la cabeza, acabando por caer inconsciente.
-¡David! -La niña se acercó a la mitad polilla, tomándolo con delicadeza en sus manos y acariciando su cabeza con uno de los dedos, él se veía feliz.-Tu ropa está toda sucia, debemos cambiarla...
Sonreí para mis adentros, estaba tan distraída que me di cuenta muy tarde. De pronto noté una sombra sobre mí, me moví como pude, pero no conseguí evitar el golpe, mi ala rasgada y parte de mi brazo fueron pisoteados por el humano que estaba vomitando ratos antes. Grité dolorosamente, retorciéndome en el suelo, era insoportable, mi brazo se había roto y mi ala estaba completamente inutilizable.
-¡Te atrapé, maldita! -justamente tomó mi ala rota, halándome de ella y haciéndome entrar en shock por el insoportable dolor. En eso, algo pasó, estuve a punto de entrar en la botella, pero termine cayendo en las manos de la niña.
Era Ikaros desde el suelo, soltando una buena parte de su poder sin compasión, gritando de la rabia, el hombre volvió a encorvarse y vomitar, los que tosían intentaron levantarse, y la niña retrocedió asustada, tomando a Ikaros para luego correr. Nos depositó en los contenedores de su vestido como cuando estábamos antes intentando escapar con el narizón de la rama con pelos. Ikaros se acercó a mí, temblando, abrazándome con fuerza, el poder de los lepids no sirve de mucho con los otros lepids, aun así hacía un esfuerzo por hacer que mi dolor fuera menor.
-continua en la parte 2-
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