-Resiste -su voz sonaba quebrada.
Cerré mis ojos un momento, apretando los parpados, podía escuchar los ruidos de afuera, estaban persiguiéndonos, hasta que otro sonido más se escuchó, fue un golpe contra el suelo de algo metálico. Uno de los humanos gritó asustado, parecían desesperados, cuando los volví a abrir los ojos, Ikaros estaba girado, intentando ver qué es lo que había pasado en el exterior.
-¿Ika...? -Él solo besó mi frente y me dejó con cuidado acostada, para luego salir y trepar hasta el hombro de la niña, pude sentir como su poder fluía. Se me erizó la piel, no era como el poder normal de cualquier lepid, de hecho, parecía una enorme cantidad de energía, acumulada por años, ni siquiera estaba usando todo. Por tantos años, Ikaros no había protegido casi nada, ni curado su bosque, todo ese poder quedó escondido sin ser usado, y nos estaba salvando del gas tóxico de afuera.
Al menos por ahora.
Ellos trataron de acercársenos, pero la neblina era tan fuerte que no tardó en dejarlos inconscientes en el suelo, debilitados, algunos convulsionando por el contacto directo con lo que salía del humo blanco. Quedé en un estado somnoliento por el cansancio, entre dormida y despierta, y al estar así creo que mi audio se agudizó un poco, se escuchó un sonido de algo metálico, agudo, eso que abría las entradas. Sentía los pasos forzados de la pequeña, escuchaba su respiración, su voz lejana y la de Ikaros, tosí un par de veces saliendo de mi letargo, no podía sentir mi brazo, me dolía, aunque cada vez en menor intensidad, pues la protección de Ikaros hacía que el dolor fuera disminuyendo cada vez, pero me preocupaba que gastara todas sus energías antes de poder escapar de la peligrosa neblina. Me asomé como pude, estaba resonando esa cosa aguda todavía y todo brillaba en rojo. Había caos por todos lados, y en ello, el andar se detuvo, la niña calló de rodillas, de pronto el poder de Ikaros empezó a ceder, y eso me asustó. Traté de alzar la voz, pero no podía, no salían palabras de mí. La niña empezó a toser, húmedo, como si algún líquido saliera de su boca.
Pasaron unos minutos y la nube cesó, la niña seguía tosiendo y no tardó en empezar a convulsionar, el olor a podredumbre era casi insoportable. Escuché pasos, eran humanos con trajes extraños, que cubrían el cuerpo de todos ellos como enormes burbujas protectoras, uno de ellos tomó a la niña en brazos, y se la llevó del lugar.
-Mi niña, no te me mueras. -Era la voz de aquella mujer, la madre de la criatura, pude distinguirla de las demás- Oh no, David, tu ala -Hubo silencio y sentí como algo entraba al compartimiento de la niña, era la mano de ella. Tomándome con el mayor cuidado posible, intentó de ser delicada y llevarme, pero inevitablemente me seguía doliendo demasiado.
Ikaros estaba en su hombro, ambos me miraban asustados, le mujer se llevó la mano sobre la cara con dificultad pues algún plástico le cubría, y se veía borrosa. Parecía en shock al ver mi estado, y si, era bastante lamentable debo decir.
-Salvaremos a tu amiga, David, no te preocupes -La mujer le cedió la niña a otra persona, quien se la llevó del cuarto lo más rápido que pudo, dejándome con la incertidumbre sobre si estará bien o si logrará salvarse, no podría saberlo ni pensar mucho en ello, pues estaba atravesando por mi propio infierno ahora mismo.
Estábamos en un cuarto completamente blanco con ciertos instrumentos, Ikaros bajó del hombro de ella hasta mí, sujetando mi cabeza lentamente y apegándome contra su pecho un momento, cerré los ojos, pude escuchar su respiración cerca de mí, relajándome. Después sentí un pinchazo en mi brazo, como un piquete de abeja, volví a abrir los ojos, y vi la aguja en un recipiente transparente, con un palo húmedo sostenido por algo que parecían unas pinzas de cangrejo, pero más delgadas. Cubrió mi brazo con algo húmedo, para después rodearlo con un tejido blanco, mi brazo estaba inmóvil, pero eso hacía que el dolor desapareciera casi por completo. Volví mi atención a Ikaros, sus alas estaban opacas pero no tanto como las mías, después de todo, no gastó completamente su poder, lo último que quedaba empezó a usarlo en mí, jadeé, quise tratar de hablar.
-¿Estamos a salvo?
-Sí.
-¿...Y la niña? -Él negó con la cabeza.
-Estaba muy mal, la gente está en general muy mal. Muchos han muerto por la neblina, y otros están graves.
En ese momento, entró otra persona a la habitación. Era el anciano, pude ver como la expresión de la mujer cambió a una de molestia, estaba muy enojada, se levantó de su asiento y le asestó una bofetada al mayor en toda la cara.
-¡Todo esto es tu culpa! ¡Tu maldita ambición nos llevó a esto!
-¡Lo hacía por Marcia!
-¡MENTIRA! ¡NUNCA LO HICISTE POR ELLA! ¡TU SÓLO QUERÍAS RECONOCIMIENTO!
-Pero, hija... -Ella comenzó a llorar, las lagrimas humedecían su rostro e interrumpieron las palabras del mayor.
-Mi bebé se está muriendo, a ti sólo te importó tu estúpida investigación -Ella le dio la espalda, mientras hablaban Ikaros me traducía como podía lo que ellos decían, pudiendo entender lo que pasaba frente a mí.
-La salvaré ¡Ya sé cómo hacerlo! ¡Lo prometo!
-Oh, por favor, siempre dices lo mismo, han pasado 7 años desde que esto inició, y nada ha cambiado para bien.
-¡Esta vez es verdad, créeme! -Le tomó de los hombros mirándola a los ojos- Necesitamos Alas Azules, el par de alas azules de una de esas hadas para crear una medicina que podrá deshacer todos estos males.
-Eso significaría matar a uno de ellos -La mujer se negó- Ya han muerto miles, ¿cómo no se te ocurrió eso antes?
- Necesitaba investigarlos antes, hija, tú lo sabes, sabes el esfuerzo que conllevó descubrir esta milagrosa medicina.-Se explicaba, algo no iba bien, y pude percibirlo por la expresión que puso mi lepid polilla por el rumbo que tomaba la discusión-Es sólo uno más, es el último, el salvador. Sólo hay que esperar a que sus alas vuelvan a brillar, podemos tomar a la que está por morir.
-¡NO! -gritó la mujer con fuerza.
Ikaros en ese momento me abrazó con cuidado, gruñendo y bajando sus antenas, parecía pensativo, no quiso decirme lo último que el hombre había mencionado, aunque no parecía nada positivo.
-¿Qué ocurre? -Hubo silencio de su parte, era como si algo le doliera, estaba triste, sus palabras costaron en salir.
-Quieren sacrificarte para salvar a los humanos -Quedé en silencio, tragando en seco con los ojos abiertos- Pero no voy a permitirlo.
-¿Ika...?
-Prefiero ser yo, Blu -Le tomé con fuerza de la ropa negando con la cabeza.
-No te dejaré, Ikaros.
-Necesitan dos alas de un Lepid
-¡Pero no del mismo! -Él se quedó en silencio, mientras yo trataba de levantarme, posando mi mano en mi ala izquierda.
Cerré los ojos, la energía empezó a regresar a mis alas poco a poco, y en cuanto comenzaron a brillar de nuevo, apreté los dientes y la empecé a arrancar de mi espalda, brotando nuestro líquido azul característico. Ikaros estaba en shock al verme, temblando por aquel acto, mientras yo chillaba para mis adentros. Halé lo suficiente para desprender el ala por completo de mi espalda, dejándola a un lado y jadeando forzosamente, había requerido de esfuerzo para conseguirlo.
-Ofrece la que tienes lastimada, y volemos juntos a nuestro bosque. –Respiré hondo, tragué en grueso, débil.-Por favor -Él posó una mano sobre la mía, apegando nuestras frentes por unos momentos.
-Eres la lepid mas valiente que he conocido -Hizo una pausa- Te amo, Blu.
-Y yo a ti, mi amado Ikaros
Traté de levantarme como pude con su ayuda, el liquido azul que es nuestra "sangre" lentamente brotaba por mi espalda. Cuando los humanos se dieron cuenta de lo que pasó, quedaron sorprendidos. Sin embargo, la sorpresa fue mayor cuando vieron que Ikaros imitaba lo que yo había hecho, respirando profundamente y arrancando su ala derecha frente a ellos, gruñía del dolor, pero finalmente la dejó caer del otro lado brotando, aquel liquido azulado.
La mujer procedió a acercarse lentamente a nosotros, tomando con delicadeza ambas alas y depositándolas en un contenedor transparente, el hombre de igual forma tomó aquel recipiente y nos asintió.
-No sé si me entienden, pero lamento mucho todo por lo que les he hecho pasar. Gracias, de verdad. A cambio de esto... No los volveremos a molestar-miró detenidamente las alas- Al menos, no seré yo quien vuelva a molestar a su raza- Ikaros me tradujo todo lo que dijo y ambos asentimos conformes en los que intentamos recuperarnos.
-Sin un ala, su mortalidad se hace menor... -Masculló la mujer, sentándose frente a nosotros- Haré lo que pueda por curar esas heridas, y gracias, David, gracias por cuidar de mi pequeña todos estos años.
La mujer se dispuso a tratar nuestras espaldas, ardía, Ikaros tomó mi mano y ambos apretamos para soportar el dolor, cerrando los ojos, jadeando y estremeciéndonos por el líquido pastoso en nuestro dorso. Luego, ambos usamos nuestro poder a la vez, para cicatrizar la herida y no "sangrar" más. Después de eso, la mujer abrió la ventana, nos dejó en el borde de esta, dándonos una afirmativa con la cabeza y finalmente se retiró.
Tras quedar solos, Ikaros apretó mi mano y yo volteé a verlo, nos quedamos viendo el uno al otro, después de 3 días, finalmente era la última etapa de nuestra aventura. El tomó mi cintura y yo la de él, agitando nuestras alas, flotando lentamente de donde estábamos.
-Vamos -masculló él- Guíame a tu bosque.
-No -Negué con la cabeza- Vamos primero al tuyo, ese es el que más nos necesita -él pareció avergonzado, lo cual hizo ampliar mi sonrisa.
Emprendimos el vuelo, atravesamos aquel portal entre el nido humano y el exterior, llevándonos por la luz del sol y el aire fresco hasta nuestro siguiente y ansiado destino: La naturaleza.
Por fin, después de tanto, terminaba nuestra travesía.
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