Luna se despertó por el olor a carne frita. En otros momentos eso habría sido delicioso. Hoy simplemente le daba asco, ese olor le brindaba recuerdos poco placenteros. Se levantó y miró un cubeta de metal cercana, solo atinó a vomitar todo lo que no pudo comer el día anterior, todavía sentía la acidez en su garganta.
- Parece que la carne de res no es una buena opción para ti. - le dijo Beatriz.
- Por ahora no. Espero mejorar pronto. Le agradecería si me diera alguna fruta, o queso o leche.- dijo Luna
- ¿Crees que soy rica? - le respondió.
- Lo siento – Luna miró hacia el suelo
- No te preocupes, en realidad si lo soy. Por lo menos lo suficiente para vivir con tres bonitas. - sonrió
- ¿Tiene... tres sirvientes?
- ¿Qué? - Le miró - No no no. Me refiero a mis cuatro vacas. Se llaman Bonita Segunda, Bonita Tercera y Bonita Cuarta. El estofado era Bonita Primera.
- ¡Oh! Lo siento Bonita Primera, no podré comerte.-miró su plato un buen rato.
- No te precupes, yo la comeré. Te prepararé un caldo de verduras ¿está bien? - dijo Beatriz mientras empezó a buscar un recipiente en un estante.
- Gracias. - Luna se sentó en la cama donde estaba mientras miraba por la ventana – Beatriz, ¿tendrás algo de aquel mate de ayer?
- Lo siento, se acabó. Debo recolectar más hierbas para hacerlo. En todo caso tengo un poco de anís. Dicen que es bueno para las naúseas.- Beatriz hirvió unas semillas en una pequeña ollita, se acercó a Luna quien estaba emepzando a querer dormir de nuevo y le dió un taza con la infusión.- Está caliente, te recomiendo que esperes un rato antes de beber.
Beatriz se acercó con su sonrisa encantadora como siempre y le indico para que se sentara en la mesa de madera y le sirvió una sopa de zapallo con papa y zanahoria, no se veía mal, tenía toque de orégano inclusive. La sopa le animó un poco y el clima estaba más tibio, por un momento se sintió en paz. Beatriz era linda, no había manera de negarlo, ¿por qué pensaba tanto en ella?
- ¿En que piensas joven... ?
- Mi nombre es Diana. Luna murió en el incendio de hace dos días.
- Está bien joven Diana. ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Reunirte con tu familia?
- ¿Tu hermano no te lo dijo?
- Solo me envío un pequeño mensaje con un vecino diciendo que venías.
- Ya veo. El me dijo que me una a la revolución.
- ¡¿Que el QUÉ?! - por primera vez vio a Beatriz enojada. Empezó a caminar de un lado a otro mientras decía - ¿Acaso está loco? ¿Cómo piensas ayudarle?
- Bueno acerca de eso – Luna sacó un collar del interior de su camisón. - Me dijo que tu podrías ayudarme a aclarar algunas cosas.
Beatriz miró el cuarzo detenidamente y procedió a tocarlo con una pinza.
-¿Qué haces?
- Te lo voy a quitar ¿No es eso lo que quieres?
- No. Solo quiero saber porqué tengo esto porqué casi muero por ser bruja y porqué nadie lo puede tocar sin salir lastimado.
- No se si pueda responderte todas las preguntas Diana, pero lo intentaré. Espero te gusten las historias.
- Como bien sabes las brujas existen. No son creencias de curas locos, pero no es como muchos lo piensan...
- ¿No se acuestan con los demonios? ¿Ni comen recién nacidos? - preguntó Luna
- No y ¿qué persona te contó eso?. Es cierto que hay personas que utilizan los poderes para el mal, pero la mayoría de nosotras vivimos en paz con la naturaleza.
- ¿Y que pasa con los cuarzos?
- Los cuarzos funcionan como una especie de amuletos y se transmite por familia de generación en generación. Por el momento creo que eso es todo lo que debes saber, anda a dormir.
- Pero, quiero saber más Beatriz.
- ¡Silencio! - posó el dedo índice sobre los labios de Luna -Niña, estoy cansada, ¿por favor podrías irte a dormir? - le miró directo a los ojos, sus ojos eran azul cielo, con una mirada que parecía nunca dudar.
- Está bien. Seguiré durmiendo, pero tengo muchas preguntas.
- Duerme joven Diana que mañana será otro día.
Luna estaba descansando en su cama. De nuevo esa sensación de paz, de un bosque y una mujer iluminada al fondo, tranquilidad.
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