- Lárgate. – Digo casi en un gruñido. – Ni se te ocurra volver. Me llevaré a los gatos, lárgate ya de aquí. – Siento de nuevo ese calor en mi interior, recorriendo cada milímetro de mi cuerpo, cada gota de sangre.
- No puedes decirme a donde tengo que ir. Yo también vivo aquí y lo he hecho por ti.
- ¿¡Por mí!? – La voz se vuelve cada vez más y más grave. – Deja de mentir y manipular. Tu y yo sabemos la verdad. Vete de aquí.
- ¿Qué le pasa a tus ojos? – Me ignora por completo.
Oh, no, no, no. Creo que no puedo controlarlo. Coloco una mano en el estómago y lo aprieto con fuerza. Intento dejar la mente en blanco, dominar lo que quiera que sea en lo que me han convertido.
- No quiero volver a verte. – Grito golpeando con fuerza la pared.
El ladrillo se hace añicos, la pared queda completamente destrozada y mi mano sale indemne. La adrenalina trepa dentro de mí y se hace con el control del animal que soy ahora. Mantengo mi forma humana tanto como puedo pero contenerme hace que duela, que duela terriblemente.
- Kira ¿Qué cojones?... – Dice aterrorizado en el suelo.
Sus ojos están abiertos de par en par y la tez está completamente pálida. Una sonrisa triunfal se dibuja rápidamente en mi cara. Ya no tienes poder sobre mí, ya no puedes herirme más. Nunca más.
- Esto es lo que soy ahora. Si vuelves por aquí acabaré contigo. – Golpeo de nuevo la única parte de la pared que queda en pie.
Se viene abajo en forma de polvo, es como si cada vez tuviese más fuerza, más poder. En el reflejo de la ventana veo brillar mis ojos verdes. Me gusta esta sensación, soy yo, independiente, poderosa.
- Estás loca. – Suelta mientras echa a correr hacia su coche.
El viejo Renault megane verde arranca estrepitosamente justo cuando el Hyundai plateado llega a la puerta.
- ¿Qué cojones hace ese aquí? – Grita Santi fuera de sí.
Por primera vez, Jayden no contesta. El sudor le recorre la frente con urgencia mientras él, torpemente, trata de salir del camino y correr a esconderse bajo el abrigo de su padre.
- Amedrentarme, pero esta vez no ha salido bien. – Digo borracha de poder.
- ¿Te ha intentado manipular? ¿Te ha dicho algo? – Dice colocando las dos manos sobre mis mejillas.
- Tranquilo, no lo hará nunca más. – Sonrío.
- Tus ojos… ¿Son más verdes? – Arquea una ceja.
- Debe ser la luz del sol.
- Kira, está lloviendo. – Las manos caen muertas a ambos lados de su cuerpo. - ¿Qué coño ha pasado? ¡Dios mío! – Dice viendo los dos enormes agujeros de la pared.
- Es un poco complicado de explicar. – Me rasco la cabeza.
- Me da que te quedas sin fianza y encima de va a caer una denuncia… - Se frota la cara. – Kira…
- Escucha, mete los gatos en el transportin, voy a dejarlos en casa de mis padres. Están un poco raros y no quieren acercarse a mí, igual están enfermos. Haremos una parada rápida y ya nos vamos a tu casa. ¿Te parece bien?
- Un día vas a acabar matándome. Ya ni siquiera quiero saber que ha pasado en esta casa. – Dice haciendo aspavientos. – Los gatos… Voy a por ellos, sí. – Suspira. - ¿Tienes todo preparado?
- Claro. Me voy a llevar la Tablet para leer un par de libros que tengo pendientes, así también te dejo algo de espacio.
- Como quieras, sabes que a mí no me molestas nunca. – Sonríe mientras los gatos entran contentos en su diminuto transporte.
No creo que vuelvan a acercarse a mí. El camino a la ciudad lo pasamos en silencio, ha puesto la lista de reproducción con nuestras canciones así que me acomodo en el asiento, cierro los ojos y dejo que la mente se relaje poco a poco.
…
Sangre. Sangre por todas partes. Los cuerpos de los lobos están destrozados, su sangre empapa mi cuerpo desnudo y un buen trozo de asfalto. Estoy de pie entre ellos, parezco asustada.
- Solo puedes convertir a uno, los demás morirán si lo haces tú. Solo puede ser él. Solo él.
…
Me incorporo torpemente y me sorprendo al ver que ya hemos llegado. ¿Ha sido un sueño? Santi no está en el asiento del conductor. Los nervios y el pánico me atacan al mismo tiempo. Instintivamente me concentro en buscar su olor. El color amarillo casi dorado es imposible de diferenciar del mío. ¿Cómo es posible? El coche está aparcado en un callejón, desde aquí puedo ver el portal de mi edificio. Los gatos no están en el asiento trasero y una estela dorada desaparece poco a poco a medida que la gente y los coches la atraviesan, mezclando distintos colores y perfumes. ¿Ha subido él solo? ¿A dónde ha ido?
Comments (0)
See all