- ¡YA BASTA!- me negué mientras dejaba las bolsas en el coche. Haber alzado la voz pareció sobresaltar a Alice, que dejó de hablar sobre ir a comprar más trastos que me parecían imprescindibles.
Estábamos parados al lado del Citroën Saxo VTS azul de Alice, pues con ese coche no llamábamos la atención. Alice suspiró, cerró el coche y metió las llaves en el bolsillo de su pantalón.
- Y bien señor, ¿Qué pasa?- se apoyó en la carrocería mientras colocaba las manos dentro del bolsillo de la sudadera.
- A ver…- comenté rascándome la frente- hemos comprado: ropa, trastos, cosas para el baño, un ordenador…- iba moviendo los dedos para contar lo que llevábamos.- Y cuando compraremos COMIDA…
Alice hizo un gesto remolón antes de decir nada más.
- Bien, como quieras…- y empezó a caminar.
Cruzando la calle hay un supermercado donde a veces compraba. Entramos, cogí una cesta y se la di a ella para que la llevara. Aunque me fijaba mucho en el precio antes de colocarlo en el carro, Alice siempre se interponía y cogía la más cara y la que más parecía gustarle. Así pasó con la carne, la comida enlatada, los macarrones, la fruta… pero en llegar a las verduras.
- ¿Qué tipo de platos con verduras te gustan?- pregunte mientras observaba las coles y los tomates.
- Me ves cara de vaca- comentó indignada.
- No me digas, no te gustan las verduras- ella como respuesta desvió la vista- tienes gustos de niño pequeño- y no pude evitar reírme.
- De que te ríes, no hace gracia- dijo haciendo pucheros.
- Pues veras como hago que te guste la verdura- dije cogiendo tomates, cebollas, pimientos, lechuga, berenjenas… Mientras Alice ponía cara de desaprobar todo aquello.
- Bueno, la zanahoria cruda si me gusta- dijo poniéndola en la cesta. –Y algunas clases de guisantes.
- Vaya, eso es un avance- sonreí al ver una de las flaquezas de Alice.- Creo que ya tenemos lo mínimo de cosas para la semana… Vayamos por último, a por algo de pescado.
- No, no y no…- dijo parándose- Eso ya no, pescado… si no es atún enlatado, nada.
- Así que tampoco has estado comendo nada de pescado- suspiré al imaginarme qué clase de dieta llevaba esa mujer.- Lo único adulto en ti es tu edad y tu aspecto…- Comenté sin querer, pero ella no se ofendió.
- Puede ser, pero nunca he tenido problemas.
- Aun así, voy a comprar algo de pescado, no sé, una dorada o rape- comenté pensando en los platos que hacia mi madre cuando vivía en Francia.
- Mira, hay pulpo congelado y este es bien grande- comentó parada frente al congelador de la sección de pescadería.
- ¿Te gusta el pulpo?
- Si lo saben cocinar bien, está muy bueno- comentó metiéndolo en la cesta- Veamos que tan bien se te da cocinar, señorito.
- Pues veras como te sorprendo- dije animándome aunque no tenía ni idea de cómo se cocinaba eso- Por cierto, ¿Tienes utensilios de cocina?
- Sí, la cocina tiene de todo, pero nunca use nada más allá que el microondas.
- Vaya, bueno saber que una gran y buena cocina con la tuya está siendo desaprovechada.
Acabamos con todo aquello y cuando llegamos a casa ya era de noche. Traíamos el coche lleno de bolsas y cosas que entre los dos no había forma de subir de un solo viaje, por lo que Alice me dijo que esperara un momento ahí, en el garaje junto al coche, y se marchó. En poco tiempo había vuelto con dos hombres grandes como armarios, vestidos de negros y con pinganillo en el oído.
- Estos son Bruno y Rafa. Son dos de los guardaespaldas que trabajan en el edificio. – hizo las presentaciones- Este es Axel y vive ahora conmigo. Así que no seáis muy malos con él.
- Pero… ¿Está bien que nos estén ayudando a subir la compra siendo guardaespaldas?- pregunté mientras esos hombres recogían las cosas.
- No hay problema, este edificio tiene más personas contratadas vigiándolo, así que, aun si se ausentan unos minutos ellos dos, no tiene por qué pasar nada. ¿Verdad?- comentó mirando hacia ellos, que asintieron ya cargando con casi todo.
Alice y yo llevábamos lo más ligero mientras ellos todo lo demás. Entramos en el ascensor y entonces me vino a la mente que no había escaleras, y si había un incendio ¿Qué se hace?
- Ahora tengo curiosidad… Si hay un incendio, y se supone que no se ha de usar el ascensor… ¿Por dónde sales?
- Hay unas escaleras de emergencia. Cuando dejemos las cosas en casa te las enseño- dijo justo cuando se abrió la puerta del ascensor frente al piso de Alice.
Dejaron las cosas en el salón y se marcharon. Alice los acompaño hasta la puerta para agradecerles y despedirles.
- ¿No entras?- pregunté viéndola parada en la puerta.
- ¿No querías ver las escaleras?- me sonrió.
No entendí, pero en cerrarse el ascensor y bajar. Alice se acercó a la puerta metálica y presionó un botón que tenía dibujado unas escaleras, cerca del botón para llamar al ascensor. Al tocarlo, las puertas se abrieron de inmediato y apareció una rampa que llevaba hasta una especie de ventana.
- Esta puerta se abre automáticamente cuando suena la alarma de incendio- señaló al botón- Vamos.
Avanzamos por donde antes estaba el hueco de ascensor, ahora tapado con una plancha metálica. Al acercarnos al cristal de aquella rara ventana pude ver unas escaleras metálicas que bajaban. Estaban conectadas al piso de arriba y bajaban hasta el suelo.
- En caso de incendio rompes el cristal y bajas por las escaleras. No hay más dificultad- comentó dándose la vuelta.- Venga, hay que guardar la compra antes de que se ponga mala.
- Guau, esto es impresionante- me asombré ante aquello, pegado aun al cristal- ¡Voy!
- Mira que te dejo ahí encerrado- bromeó entrando por la puerta de casa.
Al entrar en casa, Alice llamó por Blue, pero no vino. Se le oía piar y agitarse. Lo vimos enseguida enredado en los flecos de la cortina.
- ¿Pero cómo has podido enredarte tanto…?- desenliaba al pobre pájaro que estaba quieto del susto.
Yo no me acerqué, porque tal vez lo asustaría más. Mientras, fui a la cocina a guardar la comida. Tiene una nevera de dos puertas y lo único que hay dentro es un par de cartones de leche y algunos pasteles.
- ¿Qué tal si cenamos unos sandwiches?-comentó mientras acariciaba al periquito entre sus manos.
- Hum… Vale, ¿tienes sandwichera?- cerré la nevera.
- Sí, en aquel armario de arriba- señaló apoyándose en la barra de la cocina.
- Tienes de todo y no usas nada…- suspiré mientras bajaba la sandwichera.
- Bueno, en parte es normal. Piensa que con lo de modelar poco paro a comer en casa y cuando me quedo aquí encargo comida o salgo a comer fuera. A parte, un bocadillo o unos macarrones aun consigo hacer…- lo último casi sonó a protesta.
- ¿De qué lo quieres?- enchufé la maquina
- De queso y jamón york, el primero, y el otro… creo que hay un poco de Nutella aun, así que el segundo de eso- comentó buscando en un cajón y sacando un bote de Nocilla- Bueno, hay esta, así que nos conformamos.
- A ver…- me cruce de brazos- que parte de cena tiene eso de que te hagas un sándwich de Nocilla… ¿Así que primero quieres uno salado y después algo dulce?
- ¡Qué tiene de malo! Primero comes y luego el postre.- me pasó pan de molde.
No valía la pena protestarle más, así que suspiré y empecé a hacer la cena. Alice colocó la mesa y enseguida cenamos, pues había que comer los sándwiches calientes. Al menos ese rato comimos tranquilos.
- Mientras limpias esto, voy a programarte el ordenador y tal- comentó levantándose y dejando su plato en el fregadero.
La comida ya la habíamos colocado pero aún quedaba colocar mi ropa en el armario y las demás cosas en su sitio.
- Mañana puedes ir a explorar un poco el lugar. Aun no has visto la entrada del edificio ni nada, como hemos estado entrando desde el parking lo único que has visto ha sido el ascensor- comentó alzando la voz para que la escuchara.- De paso, conoces al portero. Es capaz de no dejarte entrar si desconfía.
- Me parece bien- cerré el grifo.- Terminé de lavar, voy a colocar las cosas en mi habitación.
- El ordenador va a plena marcha. Es un buen modelo, si- se dijo mientras lo levantaba y lo llevaba hasta mi habitación- Te lo dejo encima del escritorio- me comentó.
- Vale
Yo estaba de espaldas colocando la ropa en perchas y en los cajones del armario. Entonces escuché el sonido metálico de música, me giré para ver a Alice sosteniendo mi caja de música de madera.
- Tiene un sonido muy bonito- comentó.
- Fue un regalo de Chloe.
- Um… Buen regalo, si- comentó dejándolo de nuevo – ¿Necesitas alguna ayuda más?
- No, estoy bien, gracias.- seguí colocando las cosas.
- Bueno, pues si necesitas algo estaré en el salón o en mi habitación de juegos- y salió fuera del cuarto.
Quedé baldado de colocar las cosas, me asomé a la puerta y vi a Alice sentada en la mesa del salón rodeada de papeles y escribiendo con cara seria. Así, callada y entre papeles si aprecia una mujer adulta y trabajadora. Parece que se dio cuenta de que la miraba porque alzó la cabeza y dejó de escribir. Antes de que ella dijera nada hablé primero.
- Me voy ya adormir.
- Si, descansa que hoy ha sido un día increíblemente largo y bastante movido para ti.- comentó y volvió a sus papeles.
Le estuve dando vueltas a las cosas que me habían pasado en un solo día, y eso, antes incluso de meterme en cama. Porque al acostarme en aquella enorme y cómoda cama no me dio tiempo ni a mirar la hora porque me quedé dormido de inmediato
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