—Pues... yo... verá...— Tartamudea con esnifadas entre medio, la descendiente de la familia Komori, mientras Rina expresaba su desaprobación haciendo una mueca desalineada que su compañera no había visto nunca en su vida.
—¡No quiero escusas, Sara! Sabes que está prohibida la mezcla entre familias.— Hace una pausa, relajando por un momento su rostro, al darse cuenta de que podría beneficiarla en cierta manera aquél incidente pero aún así continúa con más tranquilidad, como si un presentimiento le impidiera pasarlo por alto. —Y no debería ser yo quién te lo diga pero se nota que no sabes por qué es de esta manera...—
Da un suspiro y con una mirada nostálgica, relaja su cuerpo retirando el brazo que acorralaba a la chica frente a ella, lo cual sorprende a ésta aunque se da tiempo de limpiar una lágrima que había corrido por su mejilla derecha mientras su contraria se aleja.
Rina vuelve al sitio donde la discusión había dado su inicio, ese precioso sofá de un color rojo intenso que le hacía juego a sus labios. Toma asiento e indica a aquella que no se movió de su ubicación mientras lo hacía, que se sentara junto a ella. A lo cual acata al cabo de pocos segundos. Ya no tenía miedo, sino curiosidad.
—Desde hace más generaciones de las que puedas contar, El Creador expulsó a muchos de sus ángeles, convirtiendo a muchos en demonios. Éstos tuvieron hijos y sus hijos tuvieron hijos, tantos como no puedes imaginar pero Él, decidió que esto se detendría de alguna manera. Así que nos impuso una maldición..."Elijan bien a su pareja, porque es la que les tocará por siempre de ahora en adelante. Ustedes aún podrán tener hijos pero sólo serán dos por familia y deberán juntarse entre sí. Cuando ellos tengan hijos, ustedes deberán morir para que éstos últimos obtengan un alma, aún en contra de su voluntad."... Uno de los demonios ahí presentes alzó la voz y preguntó, sarcásticamente "¿Y qué pasa si no quiero a una sola mujer?"—
—¿Qué le respondió?— Preguntó con interés la reprendida al ver que Rina hizo una pausa y bajó su mirada.
—No le respondió... pero luego de algunos años, vieron lo que pasaba... Ese demonio no tuvo hijos con otra mujer de nuevo, sólo obtuvo unos gemelos de una de las que había tenido en su cama aquella noche, al igual que les pasó a muchos otros... Esos descendientes crecieron y cada uno de ellos obtuvo su propia pareja, entremezclando familias. Cuando las mujeres debían concebir, sus padres y madres murieron pero sus hijos nacieron sin alma. Hubo muchos reclamos hacia el cielo, preguntando todos lo mismo... "¿Qué ha pasado con mis hijos? ¿Por qué han nacido muertos?" y Él les dijo entonces... "Desobedecieron a mis órdenes. Y si no se juntan con sus hermanos para la media noche, morirán ustedes también."—
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