- Père, Maman
- Nous sommes toujours là
Me desperté algo sobresaltado por el sueño. Sentí que había llorado pero no recordaba el porqué. Finos rayos de luz se colaban por la ventana. Miré a mí alrededor algo aturdido. Esa habitación me pareciendo la de un extraño, aunque ya había muchas cosas mías sobre los muebles. Me estiré, daba gusto tener una cama tan amplia. Daba incluso pereza levantarse. Me había comprado, el día anterior, un despertador y ahora lo tenía encima del cabecero de la cama. Lo cogí y miré la hora, 9:15am, no las 9:16am. Algo remolón me levanté y fui al baño. Me vestí y, cogiendo aire, abrí la puerta para salir. La sala estaba totalmente a oscuras pues las cortinas tapaban toda la claridad del enorme ventanal. Caminé hasta allí y empecé a descorrer la cortina, haciendo que un fuerte sol iluminara el salón, llegando hasta la cocina. Por un momento me molestó a la vista, pero enseguida me acostumbré. Sobre la mesa había una jaula blanca donde Blue rascaba la puertecilla para abrirla.
- Abre- pio
- No sé, si estás ahí es porque Alice lo hizo…- me asomé a la rejilla.
- Se cerró. Abre- subía por la reja con el pico.
- Ahí dentro estas más mono- comenté intentando colar el dedo para acariciarlo, pero no lo hice porque se veía que quería picarme- Te abro, te abro- suspiré abriendo la puertecita.
Blue salió raudo hasta la cocina donde encima de la barra le esperaba un pequeño platito de agua y algunas pipas. La mesa estaba ordenada, en comparación a ayer que se encontraba llena de papeles. Quería preparar el desayuno, pero no sabía a qué hora se levantaría ella. Y no quería comer solo, después de todo es su casa y sería algo feo que yo comiera antes ¿no?
Me senté en el sofá y remoloneé un poco mirando mi móvil. Entonces vi un papel bajo la mesita. Me incliné a recogerlo, miré un poco y no entendí ni media.
- ¿Qué es eso?- dije viendo gráficos y palabras raras.- ¿Alemán? Puede ser…
Suspiré y dejé el papel sobre la mesa. Fui a la cocina y la registré con la mirada.
- Perdón por mi curiosidad- dije hacia la nada y me puse a abrir cajones para saber que había en ellos.
En algunos no había nada, pero encontré en otros: una cafetera, tostadora, freidora, sartenes, ollas, licuadora, batidora y demás electrodomésticos. También había comida como atún enlatado, Nesquik, cereales, pan de molde, melocotón en almíbar, especies….
Saqué dos tazas, empezaba a tener hambre y Alice no daba indicios de aparecer. Pronto se harían las diez.
- Blue, ¿A qué hora se levanta normalmente Alice?- pregunté mientras sacaba el cartón de leche de la nevera.- ¿Blue?- no lo veía.
Me asomé sobre la barra de la cocina y le pude ver sentado en el pomo de la puerta de la habitación de Alice. Me fui hasta allí. Miré que Blue estaba pendiente de la puerta cerrada, así que acerqué un poco el oído y de golpe sonó una melodía de teléfono. Por un momento me asusté y parece que ella también porque la oí maldecir mientras paraba la música. Yo pensé que era el despertador y estaba a punto de hablar. Pero enseguida la escuché hablar a ella primero.
- A ver… ¿Qué tripa se te ha roto para llamarme a esta hora?
Vaya, parece que es de las que tienen mal humor al levantarse. Hay que ir con ojo con esas personas que se levantan con mal pie por las mañanas. La música que escuché era su tono de llamada.
- Por mí como si son la una, yo estaba durmiendo… Ya… tiene que ser ahora…- se oye ruidos de caminar y un armario abriéndose- Mira ahora no estoy para eso… Bien, lo entiendo… Está bien, perdón, déjame entonces…. Vale, ajá… Allí estaré. Espero que valgan la pena. Ahora tengo la vida patas arriba. Sí, no por eso no… Ya, por mi hermano. Ajá. Bueno, paro ya. No, no pienso decir eso.
Me alejé de la puerta y volví a la cocina. Metí pan en la tostadora y saqué unos botes de mermelada. Coloqué las tazas en la mesa junto a unas cucharas y un plato pequeño con las tostadas recién hechas. Dejé también el cartón de leche y, como no sabía que le echaba, puse cereales, galletas, Nesquik, algo que parecía cacao y unas bolsitas de té que encontré sobre la mesa. Cuando me senté, ella salió de su cuarto.
- Buenos días. Vaya veo que eres madrugador y ¡vaya desayuno!- comentó sentándose.- Muchas gracias, cuánto hará que no desayuno así.
- De nada y que aproveche. No sabía que te gustaba así que buscando he puesto esto.
- Así está genial gracias- comentó echándose leche en la taza y un montón de Nesquik.
- ¿No sería más rápido echar la leche en el bote de Nesquik? – bromeé.
- ¿Por qué todos me dicen lo mismo…? Si no está bien cargado no sabe bien- comentó alcanzando una tostada.- ¿Tú no comes?
- Sí, claro.- dije llenando la taza de leche y mojando la tostada untada de mermelada dentro.
Era muy agradable desayunar con alguien como ella. Comíamos en un silencio agradable como si fuera algo que hiciéramos con normalidad.
- Cerró jaula- pio Blue.
- Vaya, así que se te cerró la puerta por la noche.- le rascó la cabeza al periquito.
- ¿Así que no le cierras?
- No, la puerta de la jaula está abierta y duerme dentro. Pero la comida y el agua la tiene fuera. Aunque le pasa de vez en cuando. Se enfada, pero solo espera a que le abran.
- Ya veo- di un sorbo a la taza.
- ¡Ah! Por cierto, no voy a poder hacerte una guía por la casa y el edificio. Por lo que si quieres puedes explorar por tu cuenta, lo que guste. Hasta que te sientas a gusto.
- Vaya…- iba a protesta pero ella continuó.
- Me ha llamado un compañero de la Uni y tengo que ir…
- Pero si hoy es sábado…
- Ya, pero recuerda que estuve un tiempo sin ir ni al trabajo ni a las clases. Así que me tiene que prestar los apuntes. Y me ha dicho que o ahora o que me busque a otra persona. Él es quien tiene los mejores apuntes, así que no puedo perder esta oportunidad de ponerme al día. Por eso lo siento mucho…- agachó un poco la cabeza.
- Está bien, lo entiendo. – respondí apagado.
- Para que no te aburras puedes ir a explorar el vecindario y demás cosas que quieras.- comentó levantándose para llevar su taza a la cocina.
- Bueno- dije suspirando. Me he mudado y ya estoy así.
- Tal vez no venga a comer, así que si tienes hambre no me esperes.
- ¿¡Qué?! ¿Ya el primer día comeré solo en este piso?
- Lo siento, prometo compensártelo de alguna forma. Por ahora acepta esto- sonrió agarrándome de las manos.
Note que me pasaba algo metálico. Cuando me soltó pude ver que eran dos llaves junto a un llavero en forma de A. Me había dado una copia de las llaves de la casa.
- Si quieres entrar y salir mientras no esté, te harán falta.- me dedicó una cálida sonrisa.
Yo no supe que decir, titubeaba con las llaves en las manos, más feliz de lo que pensaba. Mientras yo estaba en babia, Alice se había ido a su habitación y volvía cargando una mochila.
- Muchas gracias, esto es un gran voto de confianza de tu parte- dije por fin en verla volver.
- Como eres- comentó con una suave risa- ahora también vives aquí. Es normal tener las llaves de tu casa. Y me marcho porque aún me volverá a llamar para regañarme por no estar allí ya…- suspiró profundamente y se marchó.- Si pasa algo llámame.- y cerró la puerta al salir.
- Vale- pude decir a tiempo.
Suspiré y me puse a recoger la mesa. Blue se había colocado encima de su jaula adormilado por la calidez del sol. Limpié las tazas y me acerqué al ventanal. Al mirar hacia abajo pude ver que había una especie de minibalcón. ¿Se podría abrir el enorme ventanal? Me puse a curiosear los marcos y vi una ranura. Puse la mano y después de un *Clic* deslicé la ventana. No abrí mucho por miedo. Me asomé. El balcón era estrecho y de metal color negro. La brisa era agradable, pero cuando miré hacia abajo me agarré de inmediato a la barandilla. Se me había olvidado que estaba en un séptimo piso. Aunque las vistas eran increíbles. No había muchos edificios grandes hacia ese lado, así que se podía ver un buen trozo de la ciudad. Hasta me pareció reconocer mi instituto. Si era así, estaba algo más lejos de lo que pensé. No quería dar más problemas, pero tendría que hablar con Alice sobre eso. Entré de nuevo y cerré el ventanal delicadamente. Blue estaba adorablemente pomposo dormido allí, así que aproveché ese descuido suyo para sacarle una foto. Se dio cuenta pero pareció no importarle y siguió allí acurrucado encima de la jaula.
- Creo que iré a ver los alrededores del edificio…- medité mirando a mi alrededor.- Y ya exploraré la casa en otro momento…- parecía intentar convencerme a mí mismo.
Recogí las llaves, que ahora me pertenecía, y el móvil y salí del piso. Cerré la puerta, me giré hacia el ascensor y como si nunca hubiera montado en uno toqué el botón nervioso. En nada se abrió y subí. Miré dudoso los botones porque ahora me encontraba en el séptimo piso y allí marcaba del 0 al 8. Supuse que el 0 sería el aparcamiento, por lo que pulsé el 1, porque quería ir a la entrada principal. Las puertas se cerraron y el ascensor empezó su descenso. Nada más abrirse pude ver la gran puerta de salía al final del pasillo. Comencé a caminar, en las paredes había cuadros y algunas esculturas o jarrones. Parecían caros, que digo, deben de ser carísimos… En acabarse el pasillo, a la derecha había una especie de recepción donde una mujer con gafas de sol negra, a juego con su pelo, tenía los pies sobre la mesa y sorbía un granizado de naranja. Noté su mirada sobre mí, así que desvié la vista hacia la izquierda, donde había unos sofás junto a una mesa baja que hacía de recibidor. Avancé rápido hacia la salía pero fui parado pues esa mujer me llamó la atención.
- ¡Ey! ¡Oye, tú! ¿Quién eres? – dijo con voz cortante.
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