—¡Cuando quieras, Dean!— Gritó el mayor al ponerse en su posición de pelea con las piernas separadas una por detrás de la otra, la espalda algo encorvada y los brazos en escuadra frente de sí además de una mirada bastante seria acompañada de una pequeña sonrisa.
El más joven notaba que era algo realmente distinto de cuando se lo ve entrenando solo. Le daba curiosidad pero no iba a preguntar al respecto en un momento como ese, debía concentrarse en lucirse ante su ojiazul favorita. Cambió su postura a una parecida a la del primero aunque su torso lo dejó mirando a un lado y a su puño izquierdo tras de él. Tal vez con el impuso logre ser él quien atine el primer golpe.
Con la carga negativa que había acumulado durante el día, se lanzó el de cabello negro puro a su retador, acortando rápidamente la distancia entre ellos y quizá confiándose demasiado puesto que al tratar de impactar su puño contra el pelicafé, éste le esquivó con demasiada facilidad haciéndose ligeramente hacia el lado contrario de su ataque, desconcertando al primero para luego empezar con su desordenado estilo de pelea y tirar golpes al azar con la esperanza de que alguno logre dar con su objetivo.
David notó lo que había sospechado desde hace mucho tiempo… Su hijo seguramente era bastante fuerte pero no tenía una velocidad siquiera aceptable. Aunque aquello que realmente le confundía era que no había hecho uso de su elemento todavía. <<¿Será acaso que tampoco sabe controlarlo?>>, pensaba él… pero descartó esa idea. Para él no podría ser eso posible.
La joven les veía a lo lejos mientras apoyaba a su hermano aunque no sabía que éste no le estaba prestando demasiada atención en realidad pues estaba más preocupado por descargar su enfado.
De un momento a otro el mayor se detuvo y detuvo el golpe de su hijo, consiguiendo una gran sorpresa de parte de ambos jóvenes mientras mantenía él por su parte un rostro inexpresivo o incluso de aburrimiento.
—Te pediré un favor, Dean… Pelea con seriedad— En ese instante en los ojos amarillos de su actual compañero se lograba ver una verdadera furia.
—¿Sabes qué? Tú lo pediste— Aquello elevó de alguna forma su espíritu y él alzó su mano izquierda con los dedos engarruñados y la palma hacia arriba.
Su padre esperaba un intento más de impacto de piel a piel, en cambio retrocedió inmediatamente al sentir el movimiento del suelo sobre el que estaba y lo hizo a tiempo pues una pared de roca se había alzado entre ambos.
Inmediatamente después hizo una extensión de ésta y atinó en el estómago de su actual contrincante, logrando que cayera y formara una mueca de dolor, aunque fuese soportable.
- - -Continuará- - -
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