Al momento en que aquella de larga cabellera oscura como la noche termina su frase, Beck posa su mano derecha sobre el hombro izquierdo de su contraria, quien emboza una sonrisa bastante grande en su rostro pues ahora le mira a los ojos. Esa era su oportunidad para tomar ventaja.
—Haré lo que sea necesario… Realmente no me importan las consecuencias. Sé que valdrá la pena— Amarzarec toma el rostro de su visitante con ambas manos para conservar la conexión de sus miradas y hace un puchero mientras sus ojos toman un tono lila.
—¿Es que acaso yo no te parezco lo suficientemente atractiva?…—Termina por reprochar la pelinegra a su igual— No necesitarías ceder ninguna de tus habilidades si decidieras estar conmigo, cariño ¿Estás seguro de lo que dices querer?… Ella puede no terminar siendo lo que buscas y todo habría sido para nada— Pasa a sujetar la barbilla de aquél sobre quien se encuentra únicamente con su mano derecha.
—Yo no…— Apenas logra decir el menor para cuando ella ya ha unido sus labios, manteniendo sus ojos cerrados, movimiento que el descendiente sigue en un principio para luego tratar retirarse.
Aquella que solía llevar plata en la mirada, nota la conmoción y urgencia de irse por parte de su compañero y profundiza en su acción para atraerlo más a ella y termina por mordisquear un poco su labio inferior.
El ojiverde termina por dejarse llevar un poco, apoyarse en el sofá que está sólo con la mano izquierda y con la restante pasar sus dedos por la nuca de su captora hasta llegar a su cuero cabelludo y tirar de él ligeramente, a lo que es correspondido con un toque frío pasando por debajo de su camisa que a su vez es progresivamente desabrochada.
Al momento en que por fin se separan por falta de oxígeno, ambos bajan sus manos, abren los ojos y la conexión inicial que había entre sus miradas permanece, pero aquellas joyas esmeraldas que llevaba el más joven han perdido su brillo. En cambio, los ojos de la diablesa han tomado un tono violeta más notable.
—Vuelvo a preguntarte… ¿Seguro que no me prefieres a mí que a ella?— Cuestionó por segunda vez la morena mientras comenzaba a alzarse, manteniendo una sonrisa confiada y pensando <<Eso es todo lo que se necesita para convencerle>> —Podrías disfrutar de esto todos los días si quisieras…—
—Quiero estar con la humana— Responde Beck mientras comienza a sentirse mareado.
La contestación que le ha dado, deja bastante sorprendida a la dueña de la casa en que se encontraban y ella pasa a estar realmente molesta.
—Veo que entonces deberá ser por las malas… Bien. En ese caso tienes que hacer un pacto conmigo, pero no me hago responsable de los resultados ¿Queda claro, chico?— El mencionado asiente ante la reacción de su anfitriona y ésta recoge su largo cabello en una coleta alta mientras camina hacia una pequeña cajonera en la misma habitación.
<<Quizá al menos con esto pueda hacerle cambiar de opinión.>> Pensaba la fémina mientras rebuscaba en el cajón de arriba hasta dar con aquél objeto que consideraba su salvación.
—Tienes que cerrar tus ojos, Miyazono— Exige aquella mala consejera y él acata.
Al momento que ella se acerca de lleno termina de ajustar el tamaño de la correa, ésta se difumina entre el cuello de su nuevo dueño.
—Ya puedes abrirlos, mi querida mascota…—
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