PRÓLOGO
Hola, soy Marie, espero que aún te acuerdes de mi desde donde sea que te encuentres, al igual que espero te encuentres muy bien. ¿Sabes algo?, ya ha pasado un buen tiempo desde que he dejado de escribir; si te soy más precisa, ya han pasado cinco años desde la última vez que lo hice. También, han pasado cinco años desde que te alejaste de mi lado.
Si me estás observando, te debes de estar dando cuenta de lo difícil que es para mí escribir tan sólo una palabra sin sentir un nudo en la garganta; es difícil hacerlo sin sentir que la tristeza y la melancolía me invaden con cada letra escrita en este papel. Es simplemente complicado poder aguantar las ganas de soltarme a llorar.
Pero, ¿sabes algo?, después de tanto me animé a volverlo a hacer. Quizá, ya no tendré la misma destreza que antes, pero espero al menos poder transmitir mi sentir en cada una de las palabras que estén en este cuaderno. Así, una vez que termine, podré estar más tranquila y en paz.
También, este será el último escrito que te voy a dedicar, pues, aunque tal vez sea doloroso, es lo mejor para mí. Sé que estarías de acuerdo con mi decisión porque sé que no te gusta verme sufrir.
Además de que, desde tu partida, ya no he vuelto a sonreír sin recordar una parte de nuestro pasado. Siendo de esa manera en que mi sonrisa se vuelve amarga, porque en ese instante vuelvo a la realidad y recuerdo que tú ya no estás. Mi mente recuerda que tristemente no volverás. Incluso, quiero escribir esto para que, cuando nuestro hijo crezca, te conozca por medio de mí. Quiero que sepa lo maravilloso que fue su padre.
Si tú estás conmigo, como siempre me dijiste, ya te haz de haber dado cuenta de que se parece mucho a ti. Aunque, sólo tiene cuatro años, siempre se preocupa por mí. Quisiera ser yo la que lo proteja, lo cuide y ser su apoyo, pero parece que, en realidad, él me protege, me cuida y es mi apoyo.
También por eso escribo, porque una vez que termine, sentiré como si me hayas respondido a todos mis escritos. Entonces, tendré la paz que necesito y me volveré lo suficientemente fuerte para poder seguir adelante.
Porque, aunque lo he intentado, no puedo evitar llorar todas las noches tu partida. Lo que es peor, me entristece, aún más, el saber que nuestro hijo lo sabe. Ya han sido varias ocasiones en que me ha querido consolar a pesar de tener tan corta edad cuando se supone que yo tengo que ser la que lo consuele y lo calme.
Es por eso y por muchas cosas más que te dedico y te escribo esto por última vez, amor mío.
Marie.
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