— Así que usted trata de matarla.
— Oficial… ¿de dónde sacó esa conclusión? —dijo sarcástico— yo no sería capaz de hacer algo así.
— No se haga el tonto conmigo, sé lo que hizo.
— ¿En serio?... —dijo con una sonrisa, que automáticamente la cambio por una mirada seria hacia el oficial— qué valor tiene para hacer tal acusación hacia mí sin pruebas… ahora yo me pregunto… ¿Qué pasaría, si salen a la luz sus antecedentes...“sr. Asesino”?
— ¿Antecedentes?... ¿De qué habla? —dijo nervioso.
—En tono de burla— ¿No recuerda?... Pero si usted mismo lo hizo, haber, deje que refresque un poco su memoria… “Descubren diez cuerpos, asesinato masivo, hombre de identidad desconocida entra en fuga” —decía mientras sacaba un periódico del escritorio y se lo lanzaba al oficial, el cual lo atrapó, quedando perplejo ante la noticia que aparecía en el mismo.
— Pero… esto sucedió hace años… —dijo asustado—…no hay forma de que guarde silencio por ello… —mientras decía esto levantó la mirada y la fijó en aquel hombre.
— ¿Seguro Charles? ¿En serio quiere arriesgarse?... Podría perder su puesto…
Permaneció en silencio por un momento y luego respondió.
—Suspiro— Está bien... no diré, nada… pero por lo menos, deja que la vea.
— Mmm… supongo que por mí está bien. Después de todo, por el estado en el que se encuentra no despertará más, ahora solo es un pedazo de carne inanimado sobre una cama, agregando que… ha de quedarle una semana quizás.
—Lo mira con duda— No importa… gracias… —dijo mientras agachaba la cabeza y el otro hombre tomaba su saco con intensión de dejar la habitación.
Luego de ello se despidieron de una manera discreta y dejaron aquel departamento viejo sin que ninguno supiera a dónde se dirigía el otro.
Charles, al día siguiente, fue al hospital para verla. Luego de entrar en la habitación, permaneció parado al lado de su cama, mientras la miraba con algo de culpa. Estuvo así unos minutos cuando de repente, llaman a la puerta.
—Toc, toc— Pase.
—Doctor— Oficial, tiene una carta.
— ¿Una carta?... ¿De quién? —pregunta desconcertado.
— Pues, cómo decirlo… es de la paciente.
— ¿De la paciente?... ¿Cómo? ¡¿Desde cuándo la tienen?! —dijo elevando un poco su voz.
—Pausa brevemente—… ella, la entrego una semana antes de que callera en este estado, nos pareció algo raro tal petición de la nada... pidió que se la entregáramos a usted oficial después de que ya no se pudiera hacer nada con su estado.
— Aja... está bien… gracias, puede retirarse —dijo con algo de confusión en sus palabras.
— Bueno, con su permiso. —y dejó la habitación.
Apenas salió aquel doctor, abrió el sobre y empezó a leer la carta.
Continuará...
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