LOS PIES TRANSLUCIDOS
Hoy fue un día horrible y lluvioso, y mientras corría bajo el agua volviendo a casa escuché pasos a la par de los míos junto con un traqueteo de metal, cuando busqué a mí alrededor lo vi a él, solo por un breve instante. Varias personas me recomendaron escribir lo que pienso si no me siento lista para decirlo en voz alta, me creerían loca si lo hiciera porque hasta para mi suena a mentira que un soldado medieval viva aún en esta época. Supongo que tomare el consejo ahora que llegué a casa.
Está cayendo la noche y me paseo por los suburbios que ella frecuenta de la ciudad mientras pienso en cuando la vi, dejando un rastro de huellas de agua y se escuchaba el chapoteo a pesar de que no llovía ¿De qué manera sería eso posible?... en eso veo un papel volar desde una ventana, lo tomo y cuando trato de regresarlo, la ventana parecía no haber sido abierta en todo el día. Me gana la intriga y me la llevo.
No sé por qué sigo viendo ese soldado. Parece no tener ningún sentido, creo que me estoy volviendo loca, y no quiero aceptarlo, no sé qué hacer o si significa algo, no quiero que la gente a mi alrededor piense que estoy alucinando, yo no quiero pensar que estoy alucinando.
No me sorprendería escuchar que era su casa de donde venía esta carta.
Pasaron varios días y cruzamos miradas sin saber quiénes somos, pero estoy casi segura de que nos reconocemos. Aunque lo que escribí se lo haya llevado el viento y eso se sintiera como un intento de desligarme, aún no me deja tranquila. Una mañana me levanto y miro vagamente por el vidrio, para mi sorpresa era él, dejando algo en el suelo, al pie del olivo en frente de mi ventana. Me levanté como pude y fui a buscarlo, debajo de una piedra, era una carta, enseguida me la llevo adentro y la leo.
Mi
estimada dama, quiero que sepa que no soy un espejismo, yo creí lo
mismo sobre usted, he creído de todo en realidad, en fin, quisiera
que me explicara usted
quien es.
Atte. soldado Sargon
Lycus
Resulta que tiene nombre y me escribió una carta ¿Es que sigo soñando? Todo esto es tan surrealista que solo la guardo en mi bolso y sigo con mi rutina normal, pero a lo largo de mi día, cada vez que busco cosas en mi mochila sigo encontrando la misma carta.
Estuve visitando diariamente el mismo lugar desde que vi ese papel salir por la ventana, y he dejado una carta hace un tiempo, un día veo aparecer un nuevo folio al pie del árbol, como lo esperaba, es una carta de ella.
Quiero
empezar disculpándome por esa primer impresión tan despreciable que
tuviste de mí, no esperaba que esa hoja te llegara, en principio no
esperaba que la volara el viento. Yendo al caso, me llamo Felicie
Vanna, tengo 19 años, soy estudiante universitaria, considero que
soy una persona normal, aunque no sé cómo sea tu normalidad.
Me
gustaría que también te presentaras, y si es que sabes, me
expliques que nos pasa, por que nos vemos de a momentos.
Qué bonito nombre.
¡Dios! ¡Qué demencia! ¿Por qué escribí eso? Lo peor es que la carta ya no está donde la dejé y espero que el soldado me conteste. No puedo creer que esto es real pero tampoco puedo creer que no lo sea, porque puedo palpar la nota que él me dio, pero no puedo evitar pensar en lo surrealista que es toda esta situación. Como siempre, vuelvo de la facultad y llegando a mi casa reviso el árbol, y efectivamente hay una nueva carta y me la llevo.
Felicie,
debo disculparme también por mi falta de delicadeza en la primer
carta. Me presento, llámeme Lycus, tengo 20 años, trabajo como
guardia en castillos de los Medici, conseguí el trabajo con la
esperanza de sacar a mi familia campesina de la clase obrera.
¿Cómo
es que para usted estudiar es algo normal? ¿Qué es lo que estudia?
¿Pertenece usted a la alta sociedad? ¿O en qué clase de mundo vive
que tampoco le exigen cubrir con una falda sus rodillas?
¿Cómo que guardia real?¿Dónde es eso?
Así que el ve su vida realmente como un soldado de la edad media…
No conoce ni puede ver el mundo actual…
Qué difícil es contener la emoción, fingiendo patrullar cuando solo quiero salir corriendo a buscar al clérigo y pedirle que me lea la nueva carta. Un día me van a despedir por hacer esto… Como sea, llego al lugar para sacar a mi amigo de su tortuosa tarea de copiar interminables páginas, hago ruido con la carta para que la noticia se anuncie por si sola.
¿En qué mundo vivo?” en uno donde existe la educación pública y casi nadie es tan molesto como para decirle a las otras personas que ropa tienen que usar. No soy una persona de clase alta pero estudio Abogacía y cuando consiga el trabajo espero serlo, aunque es realmente una asignatura aburrida. También estudio artes.
¿Estudiar no es algo normal para ti?¿Es difícil el trabajo o porque tantos paseos por el pueblo? Esto tal vez no tenga mucho que ver pero ¿Podrías ponerle la fecha completa a tu próxima carta?
¿Qué será abogacía? Decido mejor no enroscarme en eso y paso a dictar mi siguiente carta.
Los
paseos son en el tiempo libre que me dan. Y tuve que trabajar duro
para poder acercarme al clérigo y pedirle que lea y escriba las
cartas por mí ya que es la única persona que recibe esa educación
y a la que se le puede mendigar por un favor, ya que por obvias
razones no vas a pretender darles tal tarea a los nobles.
17/9/1368
“Soldado medieval” era solo un apodo descriptivo que le di pero parece que no estaba equivocada. Aún no puedo sacarme de la cabeza que todo esto parece un sueño, pero creo que solo voy a seguir adelante. Eso solo fue la parte visible en una carta que esta doblada y tiene más texto por dentro, así que la despliego para leerla.
Pase toda la noche despierto creando infinitos escenarios de lo que podría pasar, temiendo que esa fuera la última carta, esperando que pareciera la primera, deseando poder un día mirar atrás en el tiempo y recordarla con nostalgia y orgullo.
Hay
algo que quiero sepa. Me ha enamorado con su excentricismo, su andar,
su sonrisa. Adoro de usted su cabello de doble coloración y sus
facciones melancólicas. Siempre me llamaron la atención sus
extrañas prendas y la translucidez de sus pies, me intriga lo que
significan. Amo el misterio que todos sus rasgos encierran.
Me
preguntaba si quisiera encontrarnos este sábado por la tarde detrás
de la torre del Castello del Trebbio.
¡No te emociones! ¡Cualquiera puede escribir palabras bonitas en un papel! No quiero ilusionarme en vano. Vienen las palabras “pies translucidos” a mi mente, miro desconcertada mis normales mientras se interponen en mi vista mechones de mi cabello decolorado y áspero. Escucho un galopar y volteo inmediatamente hacia la ventana, es él, intento mirar sus pies ¡No los tiene! Su canilla es degradada transparente y hacia abajo no hay nada. Me doy cuenta que me está saludando y devuelvo la seña, viene hacia mi ventana, trato de abrirla pero cuando lo logro el ya no está más del otro lado.
Estuve esperando a la sobra de un árbol, ya han pasado unas horas y pienso una cantidad infinita de cosas en lo que me doy cuenta que no deje de pensar en ella desde hace cuatro días. En un momento levanto la mirada y la veo caminando junto a ¿Dos ruedas de carreta? Es un artilugio extrañamente sorprendente.
Veo a Lycus sentado a la sombra, me arrimo a un árbol cercano para apoyar mi bici y vuelvo la mirada a él para darme cuenta que no está mas ¿Me lo habré imaginado? Miro otra vez y lo veo dándole una vuelta al árbol tomado del tronco, voy allá, lo busco no pero lo encuentro, paso a buscar en otro árbol, y en otro, hasta que me doy vuelta y lo veo, a momentos giro la mirada y lo veo aparecer en otros lugares ¿es que tampoco me equivoque cuando dije que me estaba enloqueciendo?
Cada vez que la voy a buscar ella aparece en otro lugar, tiene cara de estar aún más confundida que yo. No entiendo bien lo que está pasando pero creo que los dos entendimos que estamos en una persecución mutua. Después de un rato esto a ella parece frustrarla así que ya cansada vuelve con su máquina de ruedas, nos miramos con desilusión, ella suspira, saluda y se va
Nerviosa y sobre pensando, trato de entender lo que paso hoy, después de darle unas cuantas vueltas todo parece decir que solo fueron alucinaciones, tal vez dadas a las ganas de verlo. Al siguiente día salgo para dejarle una carta y lo veo a punto de irse habiendo dejado una nota él, me ve al darse vuelta por el ruido de la puerta. Me acerco a tomar su nota y dejar la mía
Qué buena persecución la de ayer. Me ha gustado mucho, lástima que haya durado poco. Espero que usted piense lo mismo, en tal caso quisiera encontrarnos en el Palazzo dei Vicari la tarde del próximo martes.
Justo antes de irme habiendo dejado mi carta vi que ella dejo una propia y me la lleve.
¿No te apareciste ayer?
¿De qué habla? Estoy seguro de que ella me vio. Tengo muchas dudas y la sensación de que algo está mal.
Ahora sobre pienso mi error al escribir, al menos no lo afirme en la carta. Casi no pude dormir las últimas dos noches esperando el encuentro, me muero de nervios, pero bueno, aquí estoy, preparándome para ir.
Actúo de vigilar parado en lo alto del muro, no es difícil montar la escena incluso si lo último que hay en mi mente son mercaderes o invasores, clavo la mirada en el horizonte solo pudiendo pensar en la sopa de sentimientos que hay en mi cabeza.
Dudo si debería entrar o no, doy algunos pasos y me freno nuevamente aparentando mirar las pinturas del domo sobre mí para volverlo a pensar.
Por casualidad decido moverme de mi esquina y veo en el patio del edificio a Felicie, mi corazón se llenó de emoción y terror a la vez, hubiera deseado tener un ramo de flores para ella, pero no es un objeto muy adecuado para el trabajo de un guardia.
Veo a alguien parado sobre el muro, es Lycus, mostrando la sonrisa más tonta que vi en mucho tiempo. Le sonrío y automáticamente los dos salimos a correr.
Estoy a punto de caer por la escalera.
Amago a chocarme unos cuantos muebles.
A mitad de camino algo me frena. Un golpe en el pecho.
Una cuerda tensa me sostiene de la cintura.
Un escalofrío me recorre desde la base de la columna.
Tras unos segundos de quedarme congelada vuelvo en mí.
Tato de no darle importancia. Continúo corriendo.
Subo la última escalera.
Al fin llego a patio, pero no la encuentro.
No está en ningún lado, de hecho ¿No tendría que haberlo visto a medio camino?
Debería haberla cruzado adentro. Caigo de rodillas al piso. Ya no distingo el dolor de mi alma del de mi cuerpo.
Caí a ser sostenida por la baranda del muro, muda de la desilusión, no pude ni escuchar a las personas que se habían acercado para ver si estaba bien.
Volví a la realidad cuando vi una lágrima resbalar por mi uniforme y mojar el adoquín, me di cuenda de las sombras de mis compañeros al lado mío y de que tenía que fingir nuevamente de que quería ese maldito trabajo.

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