Había una vez una mujer indomable, llena de emoción.
Un día en la iglesia se predicaba la palabra del señor.
"Yo soy el Dios único y verdadero"
En oración ella hizo una petición:
"Dios, me quiero enamorar"
Y Dios la escuchó.
"Porque todos aquellos que invocan mi santo nombre, los creé, los formé e hice para gloria mía"
Pero ella no entendió el mensaje y siguió con su camino.
Se fue a estudiar a una universidad lejos de casa, con la impresión (un sentimiento marcado) que conocería a alguien.
Y así fue.
Un día apareció un joven de gustos similares y sintió una conexión.
Entonces escuchó una voz: "puedes ir con él, está bien".
Al conocerlo, vio que era bueno. Ambos se entendían y al cabo de un tiempo se empezaron a querer, hasta que se enamoró.
Él era su mejor amigo, su novio, aquel con el cual se sentía protegida y se hablaba de un futuro juntos. A veces no podían, pero se amaban. Ella realmente pensaba que era con él con quien iba a estar.
Pero ella no sabía la diferencia entre estar enamorada y el amor verdadero. Pues sabía de Dios, pero no le conocía. Ella pensaba que amar de verdad era darle todo lo que tenía, así que se le atravesó un pensamiento:
"Estoy enamorada, hacerlo por amor está bien"
"No importa si es antes o después del matrimonio, con él voy a pasar el resto de mi vida".
Y pecó con él.
Los "a veces no podían" empeoraron.
Ella empezó a sentirse descuidada, sentía que él amor se escapaba y empezó a tener miedo de que la relación dejará de funcionar y se empezó a desgastar.
Estaba completamente extenuada.
Pero Dios siempre estuvo con ella, aunque ella no veía a Dios.
Ella se esforzaba cada día por salir adelante y se dio cuenta que debía ponerse primero, antes que el amor que sentía por él ya que la estaba consumiendo.
Terminó con él.
No tenía idea lo devastador que era terminar, quebró su alma.
Ella se esforzaba cada día por recuperarse a sí misma, sola no podía y seguía sin ver a Dios.
Pero Dios aún estaba con ella. No la dejó sola.
De la vida nunca se dejó, con sus manos forjó grandes cosas y ante los demás la veían como espíritu libre. Muy dentro de ella sabía que merecía algo mejor y con ese sentimiento fue fortaleciendo carácter y personalidad.
-Indomable e inquebrantable -
Tenía el presentimiento de que conocería a alguien más, aquel con quien ella se iba a quedar.