Hoy una dama lloró entre tus brazos. Sentados en la terraza de ese pequeño café madrileño. La dama intentaba formar palabras, frases coherentes; intentando hacerse entender mientras que intentaba no romperse más de la cuenta. Ella vino a por ti enfadada, cabreada. Vino a declararte su amor y a decir que ya estaba harta. Que estaba harta de tus juegos y manipulaciones.
- ¡Si no me quieres, dímelo! ¡Dímelo! No me hagas esperarte más si no piensas responderme en tu vida o si estás esperando tanto para una negativa. ¡¿Acaso no ves que esa postal que te envié desde Viena, diciendo que sí a tu propuesta jamás va a llegar?! Se debió de perder en el correo hace unos meses, traspapelándose con otras 10.000 cartas que tendrían allí.
- Adelaine…
- Ah, espera, lo gracioso del asunto. He venido desde Viena hasta Madrid para declararte mi amor, y estoy dispuesta a quedarme. ¡¿Qué más quieres de mí?!
Tú estabas mudo, sin palabras. Tu mente se preguntaba como debía responder. Al final te limitaste a protegerla entre tus brazos. Ya solucionaremos esto más tarde corazón, pensaste.
Comments (1)
See all