Dice el cuento, que aquel lobo solitario, vagaba sin rumbo por aquel denso bosque plagado de hadas las cuales lo miraban, con intriga y miedo por el misterio que reflejaba en sus ojos, pero al lobo no le importaba, era feliz disfrutando el olor a humedad de aquel bosque, con su suave tacto que generaba en sus patas al caminar y la intensa brisa que sentía al correr, pero nunca imagino que al correr más allá de los límites del bosque y subir al acantilado más alto la vería, con su brillo único e intenso, a una distancia que lo estremecía, al único ser por el cual cambiaria todo, daría su libertad por alcanzarla, por vivir en el mismo cielo y brillar con su misma intensidad, sin opacarla, sin quitarle su espacio, solo, acompañándola.
Nunca pensé que me acordaría de ese cuento que me conto aquel vagabundo en el puente, quizás fue, porque me sentí reflejado en él, di todo, cada parte de mi ser, para que ella brillara, pero nunca pensé que ahora la miraría, a sus intensos y hermosos ojos rojos, brillante como las estrellas y misteriosas como la noche, sonriendo como cada día, solo que ahora su mirada ya no es de amor, es de muerte, de olvido, de un final inesperado.
- Pobrecito, miro tus ojos y solo veo miedo, desesperación, y duda, nunca pensaste que esto pasaría, pero, lo mejor de todo, es que este no es el fin, ya que con el termi…..
No podía concentrarme en lo que decía, seguía mirándola sin creer lo que estaba pasando, ella seguía con su reluciente vestido azul que le llegaba hasta la rodilla, lo acompañaba con una blusa de algodón rojo con finos detalles en negro que recorrían desde su busto hasta las mangas y que decir de su bella cabellera roja que estaba suavemente acomodada en dos trenzas que recorrían sus costados hasta juntarse en una cola.
Pero todo suave recuerdo se esfuma al sentir su determinación con la espada que le regale enterrado en mi pecho, cada segundo sentía como mi fuerza se esfumaba, como mi respiración se iba cortando y me daba cuenta de que al final todo fue una mentira.
Una gran presencia abrumadora cargada de odio y muerte me hizo salir de mis pensamientos. Al momento de dirigir mi mirada a la fuente de esta energía, veo como aparece un portal negro cargado de chispas y estruendos al borde del acantilado, del cual emerge una figura alta, con un traje hecho a medida, de finas hebras de tonos morados y rojos, su pelo era blanco como la nieve el cual llevaba suelto, pero lo que más terror me daba eran sus ojos, de un blanco puro, cargado de odio, calamidad y omnipresencia.
- Ikki, solo para que sepas, todo lo que ha pasado, todo lo que has vivido ha estado escrito por milenios en el rio del destino – escucharlo me sobresalto, ya que no estaba moviendo los labios, sino que lo escuche directamente en mi mente.
- Oh, gran ser, veo que es el momento de finalizar el plan, por favor, hágame los honores – Pronuncio Morrigan
- Calma Morrigan, ya solo queda el frio eterno –
Al mirar al ser noto como una fina aura de color azul empieza a aparecer por los bordes de lo que parece ser una serie de símbolos dorados que se iban desplegando por su alrededor, mientras cada símbolo iba tomando su lugar, la temperatura empezó a descender drásticamente, el océano a nuestro alrededor se empezó a congelar, de mi respiración podía notar el vapor que emitía y cuando entendí lo que estaba haciendo, ya era muy tarde
Cada símbolo venia cargado de magia, así fue como empecé a sentir frio por todo mi ser, de a poco este frio empezó a escalar y a congelarme lentamente en una prisión de hielo. Morrigan que miraba atentamente sin sacar la espada que le di de mi pecho, empezó a pronunciar otro conjuro. De su alrededor no emergieron símbolos, sino que empezó a emitir un brillo azul segador que me envolvió, empecé a sentir como mi núcleo mágico se hacía más débil, estaba afectando mis poderes los cuales fue sellando parte por parte, primero perdí mis alas, las cuales fueron selladas en 8 cadenas, luego sello mis poderes en siete candados, por último, mi equipo, con una sola mirada fue esparcida por todo el mundo.
- Bien hecho Morrigan, con esto, has cumplido tu parte, como te prometí, cierra los ojos, y te daré tu premio
Morrigan cerro los ojos el viento empezó emerger de manera más intensa hasta que fue teletransportada al lugar de sus sueños, un palacio en medio del lago tenía diversos adornos de diversas épocas, desde las estatuas hechas a mano por los primeros Ceker, pasando por las telas más finas y hermosas que los humanos crearon, hasta las gemas y pinturas más brillantes y satisfactorias de los Umbriel,. Cientos de criados recorrían el castillo, limpiando desde el suave mármol de las paredes, pintando cuadros y paisajes en el techo y anunciando la llegada de una nueva era.
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