Todos en Neoumbra estaban sorprendidos, conforme se había augurado hace eones nació la primera pareja de ángeles que tenían un sexo definido, para muchos era el fin de la especie Arcángel y la especie Serafín, nunca nadie antes había tenido la necesidad de cargar con el problema que trae una diferenciación física y menos estaban preparados para el nacimiento de una posible nueva especie, que sin duda sería un problema.
En el centro de Neoumbra hay una isla en donde los ángeles nacían de la energía acumulada por las maquinas celestiales conocidas como Mechias, a ese lugar rápidamente se dirigieron los más importantes arcángeles incluso el más fuerte al que se conocía como dios. Todos sin falta fueron a presenciarlo, en principio iban a zacear su curiosidad, pero más allá de eso en el fondo del asunto estaba la preocupación de saber a qué se enfrentaban y cómo iban a sobrellevar lo que estaba sucediendo.
Cuando dios llego con las siete virtudes, el pequeño Krisal abrazaba a su hermana Kriel con el ánimo de protegerla, pues a pesar de recién haberse formado sentía las miradas de los demás ángeles, las cuales eran muy incomodas y en comparación a los demás arcángeles y serafines que habían nacido a la par de ellos, había una atmosfera que trasmitía una sensación terrible.
Al ver que dios se acercaba lentamente con una mirada benevolente para calmar al chico, este se dio cuenta que tenía algún tipo de repudio por él y su hermana. Debido a eso Krisal miraba fijamente a los ojos de dios inexpresivamente pero a la vez tan penetrante que dios guardo cierta distancia, la suficiente como para hablar con el chico.
- ¿Krisal, cierto? – pregunto dios –
- Así es, soy Krisal ¿a qué ha venido hasta aquí?
- Yo, solo he venido como siempre a saludar a los nuevos Arcs o Sefines, ese es mi papel.
- Gracias – replico Krisal – pero ya que nos dio la bienvenida, ahora se puede marchar.
Dios se echó a reír a carcajadas, sin embargo era el único que reía, los demás presentes estaban escandalizados, pues nadie le hablaba así a dios y menos un recién formado. Luego de tomar un largo suspiro, dios mando a llamar a los guardianes para que le enseñaran el mundo y les explicaran las costumbres a los nuevos ángeles a los que todos se comenzaron a referir como los semis, los hermanos Krisal y Kriel.
Casi de inmediato los semis fueron separados y puestos en custodia de los gemelos Metatron, cada uno le mostro el lugar que merecían en la perfección de Neoumbra, así como lo dictaba la ley fueron en busca de Lisbeth aquel que determinaba la función de los recién formados, una vez delante de él, tomo de las manos a los semis, cerro sus ojos y luego de un rato lejos de Kriel y Krisal le indico a los Metatron que debían hacer.
Con el fin de tenerlos vigilados cuando sus cuerpos habían alcanzado la semejanza a los demás ángeles, Krisal fue enviado a los coros, pues su belleza y gracia eran similares a los de los serafines, mientras que Kriel fue enviada al ejercito divino, pues a pesar de compartir la inexpresividad de su hermano ella era más fuerte y sería una arcángel importante cuando fuera necesario.
Conforme fue pasando el tiempo los hermanos se dieron cuenta que sus sexos no eran lo único extraño. Sus cuerpos de alguna forma maduraban, era extraño ver como ellos se desarrollaban, crecían, cambiaban, mientras los demás arcángeles y serafines seguían inmóviles, iguales, idénticos desde el día que se formaron.
Los hermanos crecieron junto al odio y la superstición de los demás, con el tiempo habían aprendido a ignorarlos, pero algo era seguro siempre se tendrían el uno al otro, eran los únicos en su especie y debían estar unidos.
Pero una cosa era la percepción de los hermanos semis y otra muy distintiva lo que sucedía en la corte de dios en donde las virtudes, los Metatron y Lisbeth se reunieron bastantes lunas con dios, todos sabían que de alguna forma, en cualquier momento los semis podían ser un verdadero problema, pues desde el primer momento se notó que eran diferentes y eso despertaba desconfianza, sobre todo por su actitud ante dios y sus superiores en general.
I
Ya había pasado un largo tiempo desde que los hermanos semis no veían a dios o a cualquiera de las virtudes como sus custodios, al fin era un alivio para ellos, eso quería decir que ya no eran vistos como un problema, solamente eran algo exótico, muy a pesar que los Metatron no dejaban ni un momento a Krisal y las virtudes a Kriel, sin embargo para los semis solo era una molestia muchas veces superflua.
Con el tiempo esta división no solamente logro la vigilancia de ambos sino que además hizo que los hermanos se alejaran cada vez más, dios había alcanzado su objetivo cuando evito al máximo el contacto entre los semis, pero lo que pensó sería una solución, solo era una forma de postergar lo inevitable pues el lazo de haber nacido juntos y la actitud de los demás, tendría profundos efectos en Neoumbra.
Sobre todo porque al estar aislados siempre cuestionaban la razón de su separación, por lo que se les concedió tres libertades para que su estrés no terminara mal, ya que ante dios eran ángeles y les tenía una parte de amor, por ello decreto que los hermanos tendrían total libertad de hacer lo que quisiesen por veinte minutos cada siete eclipses de sol, además que cuando no se vieran tenían derecho a practicar lo que quisieran siempre y cuando no afectara a ninguno de los Arcs o Sefines y por último que podían tener muestras de afecto lejanas.
II
Era un día rutinario en la orilla del mundo, otra lucha contra los Kurs, seres que al crearse Neoumbra fueron malditos y constantemente intentaban destruir lo conseguido por serafines y arcángeles, pero al ser inferiores solo eran molestias que debían ser controladas para mantener la gloria de todo.
Kriel era tenaz y no tenía piedad, ella fue instruida como todos los ángeles, solo seguía órdenes y las ejecutaba de la manera más rápida, partiendo de la idea que sus actos al ser dictados por las siete virtudes y por la justicia de dios eran buenos, su papel como el de todos era ser una herramienta de la salvación de aquellos que ahora además de verla con desprecio le temían.
Luego de terminar con lo que le fue encomendado, se dirigió a las siete virtudes, se puso frente a ellos y de manera arrogante abanico su espada, salpicando el suelo y algunas partes de las vestiduras de la sangre de sus enemigos, las virtudes a pesar de sentirse supremamente ofendidos, no hicieron nada.
- Listo, ya no hay más molestias, ahora cumplan lo que me es permitido – exclamo Kriel –
Las virtudes no dijeron nada y le permitieron pasar a Kriel, sin mostrar represalia alguna.
Camino al lugar donde estaba Krisal, conforme Kriel sobre volaba Neoumbra se daba cuenta que los ángeles tenían una sociedad muy diferente a los Kurs, los ángeles tenían una vida más digna, no se preocupaban más que por agradar a dios y a las virtudes, no debían alimentarse y sus cuerpos estaban rebosantes de salud. En cambio los Kurs eran toscos, bastos, sucios, no parecían tener orden, ni tampoco se comunicaban en un lenguaje fluido, sino a través de sonidos, pero a pesar de todo ello algo conmovía profundamente a Kriel, ya que en el momento que un Kur perdía a algún igual, un fluido salió de sus ojos, algunos se volvían más fieros en el combate y otros se sacrificaban sin más.
Esta forma de actuar de los kurs siempre inquieto a Kriel, pero sus curiosidades se vieron disipadas cuando llego al palacio central de Neoumbra, el sitio donde moraba dios, reconfortaba a todos los ángeles. Kriel se sentía más serena y su expresión cambiaba, pero en el caso particular de ella, se serenaba ya que su hermano Krisal estaba allí y eso la llenaba de alegría, aunque su gesto no cambiara significativamente.
Conforme iba entrando a palacio su cuerpo se hacía más pesado, pues nunca dejaba su espada, esto provocaba que su cuerpo por las leyes de dios fuera más pesado, conforme se acercaba a él, para Kriel lo importante era ver a su hermano, el integrante de los coros que tenía la voz más bella e interpretaba mejor que nadie los instrumentos divinos, por alguna razón los dos semis se refugiaban en sus labores para descargar la rabia que les producía estar separados y bajo vigilancia.
- Yo Kriel la octava virtud, solicito se me cumpla con la reunión de veinte minutos con mi hermano Krisal, ante dios el ángel supremo, quien permite humildemente este suceso cada siete eclipses de sol.
En ese momento dios ascendió de la cúpula más alta del templo donde moraba, al ver a Kriel se mostró muy amable, pero aun así mantenía sus distancias, pues sabía lo volátil que era, los demás ángeles del coro le abrían espacio a dios y no se atrevían a mirarlo a los ojos.
- Cuanto tiempo sin verte Kriel, tu cuerpo ha cambiado bastante, me atrevo a decir que tu hermano está sufriendo cambios similares a los tuyos, ustedes los semis son muy interesantes – replicaba dios mientras se acercaba a Kriel –
Kriel se mostró desafiante, tanto así que desenvaino la espada, por prevención, después de todo así era su instintito, entre más amable era dios, ella sentía la necesidad de ponerse a la defensiva y guardar distancia.
- Tranquila Kriel – continuo dios – no queremos ningún tipo de accidente, ¿no crees?
En ese momento dios apareció junto a Kriel, tomo la espada del filo y esta se volvió cenizas, luego se dirigió confiado a su trono, tomo un tipo de flauta y la toco magistralmente, de pronto en todo el palacio una voz envolvente invadió cada rincón, conforme avanzaban las notas, la voz se iba haciendo más fuerte y a su vez provocaba un miedo penetrante y desgarrador.
En el momento en que la tonada y la voz llegaron al clímax, Kriel sonrió cálidamente, allí estaba su hermano Krisal, diferente a como le recordaba, pero aun podía reconocerlo, era su hermano, su amigo y el único ser que lograba despertar calidez en su corazón.
Al ver la reunión dios simplemente se desvaneció en el aire, los dos hermanos se abrazaron y quedaron a solas en la sala de palacio, pero no se quedaron allí, en cambio fueron a la isla donde nacieron, como lo hacían cada vez que se encontraban, una vez allí, Kriel se quitó su armadura y Krisal hizo lo propio con su atuendo, una vez ambos semidesnudos, iniciaron con su baile al son del canto a dúo que con el tiempo habían compuesto.
Ese era el momento y el lugar donde eran uno solo y no eran semis, lo eran todo, estaban centrados y eran lo único que existía, lo demás no importaba, en ese momento los movimientos para matar de Kriel se convertían en movimientos exactos y estilizados de baile, su velocidad y fuerza, contribuían a la fluidez de los pasos, mientras que la voz de Krisal sonaba mucho más poderosa que en palacio, pero en vez de ser sombría, realmente era cálida, tanto que el ambiente contribuía con la música para formar la pieza.
Durante lo sucedido no había conversación alguna, el diálogo era entre sus habilidades que estaban alimentadas por su alma, permitiendo la comunicación más profunda que pudiera existir y luego, los dos hermanos se abrazaban y juntaban sus frentes.
Normalmente luego de hacer esto se vestían y cada uno continuaba con su rutina, pero en esta ocasión sucedió algo nuevo, luego de vestirse, al momento de alejarse, ambos aunque distanciados tuvieron una nueva sensación para cualquier ser en Neoumbra, de sus ojos comenzó a emanar un fluido salado, a pesar de ello solo lo limpiaron, pero no lograron por lo menos en muchas lunas quitarse el vacío en sus pechos.
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