Hoy cruzamos una mirada y sonrisas incómodas. Tú nunca me habías hablado, pero conocías mi nombre. Nunca te había hablado, pero sabía hasta tu primer apellido. En el fondo, éramos dos extraños que se conocían sin venir a cuento. Yo con mi polo blanco, de ese horrible uniforme, que llevabas tú el año pasado, y tú con tu polo del color del cielo. No recuerdo porque empezamos a hablar hoy en el pasillo, creo que se me habían enganchado las muletas en el radio de la silla. No sé, no me acuerdo muy bien. Intestaste quitar la muleta de ahí, para que yo pudiera moverme, por poco te sacas un ojo con la muleta. No sabes lo pálida que me puse cuando por poco te da. Empecé a montar frases nerviosa, y a soltar lo siento como quien empieza a correr para ser el más rápido en una carrera. Tú solo fuiste capaz de sonreírme como si fuéramos amigos de toda la vida (cosa que no éramos) e intentaste meter la parta baja de mis muletas en mi bandolera. De ahí, te levantaste, me sonreíste y me dijiste que ya estaba preparada para seguir corriendo pasillo abajo. Te dí las gracias, salí corriendo y llegué hasta una de las salas que anunciaban mi salida a la calle. Se me volvió a enganchar una muleta y una profesora me pilló de camino. Mientras que lo estaba arreglando, nos volvimos a cruzar. Tus ojos azules me miraron tristes. Con la mirada me decías Lo siento Nash. Yo en cambio te respondí con una gran sonrisa que cambió la expresión de tu rostro. Quizás te dejé con un buen sabor de boca. No sé, desconozco el resultado de mi acción...
Comments (0)
See all