"Tengo mucho que perder, Tengo mucho que demostrar. Dios no me dejes perder la cabeza"
Alcohol, medicina, desinfectante. Un olor tan familiar.
—Joven...— escuchó entre sueño—¡Joven!—hablaron más fuerte.
—Si, Si... lo siento—dijo alarmado—, ¿Sucede algo?
—Ya son las 5:46 am, es hora de que se marche—comentó la enfermera en voz baja sonriendo.
—Claro, muchas gracias— respondió soñoliento.
El dolor punzante en su espalda se presentaba por dormir en la incómoda silla del hospital, su congestión también era peor gracias al clima tan frío dentro de la habitación. Con cautelo se acercó a la camilla y tomo la mano de la persona postrada para enlazarla con la suya.
—Ya tengo que irme... ya sabes, es viernes y tengo que ir a la universidad—decía susurrando—, para algún día conseguir un empleo y por fin tengamos una vida muy cómoda, como siempre soñaste, ¿Recuerdas?— Se quedó esperando una respuesta—.Se que pronto me contestarás.
Pasó sus dedos por la sien de la persona, acomodando su cabello y acercándose para dejar un beso suave en su frente.
—Regresaré.
°
°
«¿Por qué las clases inician tan temprano?» se preguntaba mientras corría para alcanzar el autobús que lo dejaba una cuadra antes de su universidad.
El tiempo lo tenía medido hasta que una pequeña siesta se atravesó por su camino en su departamento, ahora despeinado y con ojeras marcadas, parecía un loco corriendo detrás de un camión. Se detuvo cuando ya no tenía esperanza de subir.
—El alumno estrella de su carrera no tendrá ningún retardo mientras sea mi amigo— Gritó alguien a lo lejos.
En la acera de enfrente se encontraba un carro color negro con un chico asomándose por la ventana trasera regalando una amplia sonrisa.
—¿Esperas una invitación? Sube ya, gran durmiente—hizo una señal para que se acercará.
Un señor que vestía formal le abrió la puerta.
—Buenos días, Joven Da Silva.
—Buen día TD.
—Y buenos días para mí también—dijo el rubio a su lado.
—Parece que no soy el único gran durmiente, Samuel— le expresó.
—Bueno, si hoy hubiese tomado mi siesta en el camino, alguien— dijo y lo señalo—hubiera llegado 40 minutos después—rio— .Por cierto, ¿Qué le paso a Snow Scar?
—Se le rompió el manubrio y se le ponchó una llanta.
—Rayos, que en paz descanse—junto sus palmas y miro al cielo.
—No voy a tirarla, la repararé—declaró dándole un codazo a Samuel.
—Claro, claro. Una reliquia como SS no puede ser reemplazada.
La bicicleta de Iván, era tan vieja como la vida misma, y tan valiosa para cambiarla por una nueva. Su nombre se lo ganó el invierno de dos años atrás, cuando él, Samuel y sus amigos se les ocurrió salir en bicicleta un día con carreteras heladas a buscar suministros para ver películas. Ivan conducía, Samuel iba al frente y su extrovertido amigo Ben venía atrás haciendo bromas. Al regreso del supermercado, una curva congelada los hizo derrapar y caer, haciendo que todas sus compras quedarán aplastadas. Lo único con lo que se quedaron fue con una caja de cigarrillos y una gran cicatriz en el brazo de Ben. A pesar de los moretones y heridas, rieron hasta que el estómago dolió. Días que recordaba con nostalgia.
La entrada de la Universidad estaba desierta, la mayoría ya deberían estar en sus aulas.
—Gracias Sam, igual a ti TD.
—Tenga un buen día Joven Iván—Respondió sin mirar.
Bajó del auto y dio la vuelta en dirección a la entrada.
— ¡Ivan!— gritó Samuel corriendo tras el—.Solo quería recordarte que estamos aquí.
— Sam... Es que yo..
—¡No nos alejes!— dijo interrumpiéndolo—Es mejor estar triste acompañado. Eres más que suficiente y fuerte. Pero no tienes que cargar todo tú mismo.
Esas palabras hicieron que sus lágrimas quisieran salir, sabía que estaban para el pero no quería ser una carga más para ellos.
—Claro que sólo es un pequeño consejo— dijo nervioso el rubio jugando con sus manos y hablando rápidamente—, por qué todos tenemos maneras diferentes de lidiar con nuestro dolor y eso no se juzga. Y yo pienso que por ser tus amigos tenemos un poquito de derecho de apoyarte y decirte que puedes confiar en nosotros. Y claro que ahora ya te volví a recordar tus problemas y ¡rayos! , no quería arruinar tu día por qu...
—¡Samuel!—le dijo tomándolo de los hombros— puedes darme los consejos que quieras, no siempre tienes que justificarte, no voy a molestarme— le sonrió— .Gracias, de verdad. Tienes razón, yo realmente los necesito.
— Lo sé, así que salgamos un día de estos—dijo alegre—, creo que deberías correr, te atrase un poco y tu clase seguro ya empezó.
Los dos se despidieron, Samuel se fue a en camino a sus prácticas e Iván a su clase, que al llegar por suerte no había iniciado.
La tarde se hacía venir, las clases terminaban y el tránsito bullicioso ensordecía la llamada telefónica grupal que intentaba escuchar.
—"Entonces, ¿nos vemos a las 8 pm en el Barcade?"
—"Si, yo gracias al cielo estoy libre de mi familia hoy"—una voz femenina hablo con alivio.
—"¡Genial!"— respondió Ben entusiasmado—".Ya somos tres."
—"No Benjamín, son dos; son ella y tu"— dijo su amigo llamado Damián.
—"¡Noo!— contestó alargando su respuesta— ,somos tres, llevaré a Augus."
Un alardeo sonó en la línea.
—"Eres muy apegado a ese chico— mencionó la chica con intención—, me agrada a pesar de ser algo reservado. Por cierto Iván ¿harás aparición?"
—"Si chicos, solo podrían mandarme donde y a qué hora, es solo que el tráfico no me dejó escuchar"— decía entre ruidos de autos y gente transitando.
—"Seguro, de por si se lo vamos a decir en el grupo a Sam, ya que no respondió"—dijo Damian cabizbajo.
Algunos momentos después, todos colgaron.
Iván llegó a su departamento, como era costumbre tomaba una ducha y bebía una taza de café lo más caliente que podía. Clavó su mirada en la única puerta color blanca del lugar, se dirigió frente a ella, dio vuelta a la manija y dentro el tiempo estaba detenido un año y seis meses atrás. Las mismas cobijas desordenadas, ropa sin doblar en una silla, los muñecos de acción en la misma posición, un olor atalcado y viejo.
—Siento por no cuidar de tu preciada habitación.— dijo para alguien y para sí mismo.
Antes de abstraerse en soledad y arrepentimientos, una notificación llegó a su celular que se encontraba en su habitación. Salió de ahí y se despidió como si tuviera quien escuchara.
BigBen- 5:03
Samuel e Ivan, iremos al Barcade a las 8pm. Irá Augusto ;).
Samuel K- 6:49
Llegaré poco después.Tengo prácticas
Damian JP- 6:52
Si no llegaras tarde, no serias tu.
Sara T- 7:31
LOL. Tienes razón
Yo- 8:17
Estaré ahí. Ya es tarde, así que esperen por mí.
Samuel K- 8:17
Me alegra que hoy si vengas :^
Tomó una ducha, se puso encima una sudadera gris y pantalones negros con tenis del mismo color, no dio mucho esfuerzo para arreglar su cabello oscuro, así que decidió dejarlo secar con el aire en su camino al lugar acordado.
El Barcade es el lugar del grupo, es su costumbre frecuentarlo, ya que la combinación de bar, juegos de Arcade, billar y cartas siempre es una buena opción para estar juntos, reír y hacer apuestas. Iván realmente creyó que al ir su ánimo mejoraría, y así fue; al principio.
—¡Hey, Hey! Por aquí—Gritó un joven de cabello bicolor alzando el brazo.
—¡Da Silva! Tienes semanas que no vienes con nosotros— dijo su amiga pelirroja abrazándolo.
—Al menos nos dices "hola" en la universidad—mencionó Damián.
—Hola chicos...y lo siento—respondió apenado.
—No hay nada de que disculparse, hoy vinimos a divertirnos un poco—enunció por detrás Samuel.
—Pensé que no vendrías— dijo Damián pasando su brazo por el cuello de este.
—Si no vengo yo, ustedes no podrían ser felices— contestó sonriente retirando la mano del pelinegro de su hombro.
Sentados en su mesa habitual comenzaron a charlar sobre sus carreras, quejarse de los maestros y soltar uno que otro chisme. Las cervezas comenzaban a hacer efecto en aquellos vulnerables al alcohol, olvidándose de los demás y la vergüenza.
—"Every now and then i fall apart"—Cantaba Sarahí, la única chica del grupo.
—"Turn around, bright eyes".
—"Every now and then i fall apart, and i need you now tonight and i need you more than ever"— Cataban Samuel y ella al unísono.
El dúo hacía su mejor esfuerzo para cantar "Total Eclipse of the Heart" escondiendo lo desafinado que sonaban e intentar no caer del pequeño escenario.
—Augusto, te dedicó esta canción— decía Ben extendiendo una carta del memorama que jugaban que tenía una flor en el centro.
—Benjamín, creo que esa canción es más de desamor.
—Oh, sonaba muy romántica— dijo decaído.
— Bueno, la flor de la carta es bonita— contestó sonriéndole y volteando una de las cartas del juego evidenciando una flor igual.
—¡Rayos! Volviste a ganar. Juguemos otra cosa ¿Si?— preguntaba animado.
—Claro.
Ben lo tomó la mano pasearon buscando algo nuevo para jugar. Terminaron dirigiéndose al cúmulo de personas apostando en Space Invaders. La ronda del momento era Damián contra un chico del que se hicieron amigos esa misma noche. Iván estaba a un costado observando la partida tomando una bebida que la chica a su lado le había ofrecido.
—¿Entonces la Universidad Y? Es una escuela casi de Elite, ¡Es genial! debes ser muy inteligente—Alardeaba emocionada.
—Si que lo soy, el mejor de mi clase, Pau— dijo con confianza riendo gracias al alcohol.
—Soy Karla, te lo dije dos veces— respondió la chica molesta.
—oh, claro— se sentía confundido y mareado— ¡oye! eres la chica que me trajo dos de estas bebidas llenas de alcohol.
—¿Enserio te acabas de dar cuenta?
—Si, y por cierto— se acercó a su oído— después de aquí pienso ir directo a mi departamento. Así que diles a tus amigas que esta noche pierdes el reto conmigo.
—Idiota— dio media vuelta y se dirigió con sus amigas.
El no era nuevo en el lugar y sabía que esas chicas tenían la fama de esparcir rumores falsos sobre las personas con las que duermen, y hasta con las que no. Cosa que Damián y él ya vivieron, muchas veces intentaron hablando amablemente, pero su insistencia era tanta que prefirieron perder un poco la caballerosidad en sus palabras.
—Ya tengo que irme, Benjamín.
—¿Por que? Todavía es temprano—Hacia un puchero.
—Mi madre me llamo, necesita ayuda con algo— dijo levantando el teléfono mostrando el chat.
—Bien, vamos. Te acompañaré.
—No tienes que preocuparte por mí—dijo Augusto con tranquilidad.
—¡Hey chico de rojo! Es tu turno de jugar — gritó el muchacho que conocieron.
—Ve a divertirte chico de rojo— le dijo Augusto— ,el color te queda bien, que bueno que la compre para ti— sonrió.
Sus ojos verdes se iluminaron.
—Y a ti el azul, hice una buena elección igual en regalarte la sudadera—dijo el moreno lanzándole un guiño.
Salieron hacía la entrada para despedirse, afuera habían algunas parejas y personas discutiendo.
—Me voy. Nos vemos— se dio la vuelta para que segundos después Ben lo tomará del brazo. El chico de azul lo miro confundido.
—Lo siento... fue un impulso— lo soltó nervioso mirando alrededor— .Por favor, envíame un mensaje cuando estés en tu casa.
—Claro— le regalo una sonrisa a medias y siguió su camino.
Las personas comenzaban a sentir el alcohol más intensamente, los minutos volaban por la ligereza del momento.
La madrugada estrelló en los relojes, eso significaba que el local ya estaba a punto de cerrar. Sarahí y Damián estaban fuera fumando y Ben tranquilizándose para poder conducir de regreso mientras esperaba el mensaje de Augusto. El rubio que estaba en la puerta del Barcade entró nervioso buscando a Iván.
—¡Sai! hasta luego— se despedía del chico que limpiaba las mesas.
—Da Silva, cuídate y nos ve...
—¡Aquí estás!— interrumpió Samuel— ,vamos, acompáñame al baño ¿Quieres?— decía empujándolo.
—Ve tu solo, no va a pasarte nada. O ¿Es que quieres que te eche una mano?— dijo levantando las cejas.
—No seas payaso solo por estar borracho. Vamos, por favor.— Insistía desesperado.
—Déjame ir a tomar algo de aire. Me siento acalorado— contestó corriendo hacía la salida—te espero aquí con los de...
Al cruzar la puerta el cuerpo se le congelo, sintió como si el alcohol se fuera completamente de él, sintió como la sangre se le calentaba. Enojo, eso era.
—¡Hijo de puta!—gritó y se acercó hacía un hombre que estaba de píe vestido de negro—. ¿Qué haces aquí? ¡Te dije que no te aparecieras frente a mí nunca más!
—¿Ni siquiera saludarás a tu padre?— le dijo soplando humo de cigarrillo en su cara.
—¡Cállate! ¿Por qué me estas buscando?
—Volví a quedarme sin dinero— contestó con cansancio.
—No tiene nada que ver conmigo si tienes o no. Te lo diré por última ocasión, no vuelvas a asomarte ni acercarte a nosotros.— expresó Iván apretando los puños.
—Sé que tus abuelos te dan dinero, del que tu madre les dejo— dijo sonriendo—,esa perra ni siquiera pensó en ceder un centavo para mí.
Llenó de rabia, se le abalanzó tomando el cuello de su camisa.
—¡No hables así de mi madre, basura!
—¿Por qué?— rio a carcajadas— ,¿Qué vas a hacer, cobarde?
Sin pensarlo dos veces soltó un puñetazo directo al ojo. El señor tambaleó y cayó al piso. Iván no perdió el tiempo, se acercó colocando su rodilla en el estómago del hombre, desatando su irá golpeando continuamente hacía el rostro.
—¡Arrepiéntete de lo que dijiste, maldito!
—¡Ivan, ya basta!— gritaba asustada Sarahí a lo lejos.
—¡Detente hermano!— dijo Ben tomando uno de sus brazos mientras Damián detenía el otro con fuerza.
—¡Suéltenme idiotas! Necesito que ese cabrón le quede claro!
—Veo que te volviste valiente— decía el señor levantándose del piso pasando su mano por su boca sangrante— ,pero demasiado tarde.
—Señor, váyase ya, o tendré que llamar a la policía— dijo el rubio interponiéndose entre el e Iván.
—¡Pequeño Samuel! Mira como has crecido—lo miró de arriba a abajo—, ¿Quieres prestarme dinero? Recuerdo bien que naciste en cuna de oro.
—Tenga—Damián se acercó y presionó su mano con dinero en el pecho del señor— Espero no volver a verlo cerca de Iván.
— No me digas que hacer, mocoso.
—Recuerde que debe mucho dinero a Sukeban— dijo susurrando a su oído.
—Pero, como es que tu...
—¡Largo!—el hombre sabía lo peligrosa que era esa información así que dio la vuelta y se marchó, desapareciendo en la sombra de los callejones.
En Iván fluía de nuevo el sentirse inservible, insuficiente y derrotado. Derrotado por su sentir, por responder como su padre, se había comportado como la persona que más odiaba a pesar de jurar que nunca lo haría.
Las lágrimas salían sin detenerse. La sangre en sus puños sentía como si quemara. No sabía que hubiese pasado si sus amigos no estuviesen ahí en ese preciso momento. Quizá si hubiera tomado la decisión de acompañar a Sam, nada de eso hubiera pasado.
Si tan solo su madre estuviera con vida.
Si tan solo su hermana no estuviera en coma.
Si tan solo su vida fuera diferente.
Solo quería desaparecer.
Comments (0)
See all