Hace más de mil años, existió un periodo donde los héroes cobraban forma y tomaban vida. Así como su existencia fue efímera, sus hazañas fueron eternas y quedaron grabadas en pergaminos tan viejos que hoy en día solo acumulan polvo.
Remontándonos al periodo Heian, aproximadamente en el año 1112, las tierras eran el hogar tanto para humanos como para seres sobrenaturales (youkais). Ambas razas colisionaron desde que tenían capacidad para pensar, y siempre se enfrentaban ya sea por diferencias, riquezas o cuestión de territorio.
No obstante, existió una figura apocalíptica que sembraba el miedo tanto en los humanos como en los youkais, ese ser respondía a un solo nombre…Shuten Doji. Él era el incuestionable líder de una raza de poderosos ogros conocidos popularmente como onis. Tales fueron sus atroces acciones, que la humanidad no pudo permanecer callada, así que decidieron enviar a sus mejores guerreros para acabar con la amenaza.
No se envió un ejército entero ni sé recurrió a ninguna estrategia militar, solo se envió a cinco personas…Encabezando a ese pequeño grupo, iba Minamoto no Yorimitsu con sus Cuatro reyes guardianes, una elite que tenía a su disposición. Ninguno de ellos podía ser considerado un humano, pero aun así fueron elegidos como los héroes de la humanidad.
La disputa ocurrió en el monte Ooe, en la prefectura de Kioto. Minamoto fue el encargado de decapitar al líder oni con su lanza apodada Raiko, disolviéndose el clan de Shuten Doji. Lo que ocurrió aquel día permaneció en secreto por los cinco integrantes del equipo, sin embargo se rumoreaba que ese terrible oni tenía un amor…una mujer de su misma raza llamada Ibaraki Doji. Nada se sabe sobre su destino o paradero, hasta el día de hoy…
La victoria de Minamoto fue de tal magnitud que fue nombrado líder de una organización especial encargada de erradicar youkais, bajo el nombre de…Tamashi no Joka (Purificación del alma).
Año 1116…han pasado cuatro largos y fructíferos años para la sociedad en Japón, la paz puede olerse en el aire gracias a Tamashi no Joka, una organización que entrena sacerdotes y sacerdotisas en son de erradicar el mal de esta tierra…
Ellos toman toda clase de misiones, desde cazar youkais salvajes hasta a intervenir en conflictos armados. Son guerreros nobles y fuertes que siguen el camino de la rectitud, claro…siempre hay excepciones.
Dicen que no existen las casualidades, mucho menos los encuentros fortuitos, todos los seres en este mundo estamos conectados por un hilo invisible llamado destino. Jamás antes se ha visto a un humano volviéndose el amigo de un youkai, ¡tales disparates nunca podrían ser ciertos!...hasta hoy.
Por el camino de un bosque, un aventurero se hallaba cabalgando a paso lento. Sostenía un mapa con sus manos, por lo que no podía apreciarse su rostro pero gracias a su extraño hábito de hablar solo, sé pudo oír su voz:
— Maldita sea, he leído este mapa cientos de veces pero sigo sin poder hallar el camino. ¿Dónde es qué quedaba la aldea que hizo el pedido? ¡Bueno, da igual, tengo que hallarla a toda costa…!
Bajo el mapa, revelando que se trataba de un joven que rondaría los diecinueve años de edad. Sus ojos violetas reflejaban entusiasmo y su cabello castaño era alborotado y parado en varias puntas. El muchacho iba vistiendo un kimono blanco con varias flores de loto dibujadas en el mismo, además que llevaba un largo lazo violeta ajustando su cintura. Era de físico delgado y llevaba unos guantes negros que cubrían desde sus muñecas hasta sus dedos.
Hoy no era un día más para él, ya que tenía que cumplir con una misión muy importante, ¡cazar a un peligroso youkai! Literalmente con el fuego de la pasión ardiendo dentro de sus pupilas, exclamo:
— ¡Hoy es el día en que yo, Yashamaru no Yorimitsu, me convertiré oficialmente en un sacerdote de Tamashi no Joka!
Sonriendo muy animado, meneo su cabeza de lado a lado mientras avanzaba por el sendero lleno de mariposas y vegetación:
— Después de todo mi papi me encomendó personalmente una misión, si la cumplo sin dudas seré reconocido por él y todos los demás, jejeje.
Jalo de las riendas haciendo que el caballo empiece a cabalgar a gran velocidad. Levantando nubes de polvo a su paso, el chico grito emocionado:
— ¡Muy bien, vamos a toda marcha hacia esa aldea, ese sitio será el lugar donde nacerá mi leyenda…la del mejor sacerdote de todo Japón!
Dos horas después de cabalgar sin pausa…Yashamaru se hallaba tirado al borde de un rio, perdido y sin haber podido hallar la villa. Con el rostro pálido y sin fuerzas, susurro deprimido:
— …No puede ser…todavía no pude encontrar esa estúpida aldea.
Él era popular entre sus camaradas por el cómico hecho de que no tenía el más mínimo sentido de la orientación. ¡No importaba si el lugar era cerca o lejos, Yashamaru siempre terminaba perdiéndose! Con la paciencia agotada, el joven se levanto y se agarro la cabeza:
— ¡¿Cómo se supone que me convertiré en leyenda si no puedo llegar al lugar de la misión?! ¡¿Acaso esa aldea tiene patitas y se mueve sola?!
Señalo al pobre caballo que estaba pastando muy tranquilo y le echo la culpa:
— ¡Oye tú, deja de tragar pasto tan despreocupadamente, ¿es qué no te importa que tu amo este extraviado?!
El corcel de pelaje marrón y cresta negra que por cierto se llamaba Houki, frunció una ceja demostrando que estaba harto de su dueño. Si ese caballo pudiera pensar, sin dudas pensaría: “El único desorientado aquí eres tú, siempre cabalgo más de la cuenta por tu culpa, idiota”. Yashamaru muy mandón le ordeno a su caballo:
— ¡Ya deja de pastar y pongámonos en movimiento, estamos atrasados!
“Ni de coña, no pienso moverme más”: Pensó Houki mientras se acostó sobre el suave colchón que le brindaba el pastizal. El sorprendido muchacho le grito:
— ¡¿Qué, qué, piensas desobedecerme?! ¡Estúpido caballo holgazán!
Cómicamente trato de empujarlo con las manos sin poder mover ni un centímetro al corcel. Lo tironeo de la cola, chillándole:
— ¡Vamos, levántate! ¡Muévete que no es momento para tomar una siesta! ¡Venga, no te pongas rebelde justo ahora!
El animal totalmente indiferente a las ordenes de su amo, resoplo y acostó su cabeza sobre el césped. Yashamaru viendo que no le haría caso, fingió una amable sonrisa y se froto las manos, mientras trataba de convencerlo:
— Ho vamos, no te pongas así mi equino amigo. ¿Acaso no te gustaría convertirte en el caballo del legendario sacerdote? Tendrías muchos lujos y beneficios…
Chistosamente, el chico le susurro en un oído a su caballo:
— Tendrías muchos manjares, cepillarían tu pelaje todos los días y quién sabe, muchas yeguas estarían muertas de amor por ti, jejeje.
Eso último capto la atención del caballo que abrió bien sus ojos, inmediatamente se puso de pie y exhalando vapor por el hocico, puso cara de pervertido y relincho:
— ¡Griiiihiiiiii!
— Me lo imaginaba, después de todo eres un caballo pervertido. Qué fácil es convencerte—dijo el pícaro de Yashamaru por lo bajo.
Justo cuando iba a subirse a la montura de su corcel, escucho un pedido de ayuda proveniente del rio:
— ¡Auxilio, alguien ayúdeme por favor! ¡Quien sea, sálveme!
Yashamaru sorprendido miro hacia el arroyo viendo a un anciano aferrado a un tronco. Estaba siendo arrastrado por la corriente y se dirigía hacia una catarata de más de diez metros de altura. El muchacho grito:
— ¡Ho no, ese viejo está siendo llevado rio abajo! ¡Quedara hecho papilla si cae por esa cascada!
Inesperada y cómicamente, Yashamaru tapo su rostro con el mapa y se puso a silbar, mientras se hacia el distraído:
— Pero sería una molestia tener que salvarlo, mejor me hago el tonto. Con tal la corriente siempre se lleva de todo, no sería raro que se llevara un viejo.
— ¡¿Ha?! ¡Maldito, ¿no piensas ayudarme?! ¡Deja de hacerte el distraído y sálvame!—grito el viejo mientras pasaba flotando delante del chico.
Yashamaru apenas bajo el mapa a la altura de sus frívolos ojos y le contesto:
— Olvídalo vejete, tengo cosas más importantes que hacer que salvar tu trasero huesudo. Como por ejemplo hallar una aldea perdida en el medio del bosque.
Las débiles manos del anciano fueron insuficientes para que continuara agarrado al tronco, así que se soltó pero logro aferrarse a una piedra. Con la corriente intentando arrastrarlo, el señor grito:
— ¡¿Tú…realmente piensas abandonarme a mi suerte?! ¡¿Dejaras que caiga por esa catarata?! ¡¿Acaso no tendrás cargo de conciencia?!
Yashamaru se mantuvo mirándolo en silencio, finalmente esbozo una cruel sonrisa y le menciono:
— No me malentiendas, no es que lo haga de malo, simplemente no obtengo ningún beneficio con salvarte. Gastare energías y tiempo en algo que no tiene que ver con mi misión.
El despreocupado joven se encogió de hombros y condeno al anciano:
— El hombre jamás mueve las manos gratis, toda acción merece una compensación. Lamentablemente no soy la clase de héroe que desearías que fuera. Ahora si me disculpas…
Le dio la espalda y camino hacia su caballo que seguía pensando en las yeguas prometidas. De pronto, pudo oír gritar al viejo:
— ¡Yo sé dónde queda la aldea que buscas! ¡Si me salvas puedo guiarte hasta allí!
Yashamaru se sobresalto y abrió bien sus ojos, volteo y le pregunto motivado:
— ¡¿De veras lo dices, anciano?! ¡Hubieses empezado por esa parte, más te vale que no me estés mintiendo!
De repente genero un aura de energía blanca alrededor de su cuerpo, extendió sus brazos y exclamo sonriente:
— ¡Muy bien, serás salvado por mi arte! ¡Considérate afortunado que te has topado con el sacerdote del Origami!
Mágicamente comenzaron a brotar papeles de sus manos, cada lámina de papel se despegaba de su piel para elevarse en el aire. Yashamaru recito:
— Arte de Origami: navío de aguas salvajes.
Los infinitos papeles comenzaron a fusionarse entre sí, ante la sorprendida mirada del anciano que murmuro:
— Él…está creando mágicamente un montón de papel y está armando…
Impresionantemente, un pequeño barco de papel acababa de ser creado en la orilla del arroyo. Yashamaru se subió de un salto y apoyo un pie sobre la punta del “vehículo”, para señalar hacia delante:
— ¡Así es, tengo la habilidad llamada “Arte de Origami”, me permite crear cualquier cosa con papeles! ¡No permitiré que la corriente se lleve a mi guía!
El barco de papel arranco a toda potencia como si tuviera un motor, dirigiéndose hacia la roca donde estaba el señor. Con las ráfagas de viento sacudiendo su cabello, Yashamaru pensó: “Este poder es muy práctico pero su duración solo consta de unos segundos. Debo sacar a ese viejo del agua antes que el barco se desarme”. Ágilmente agarro al anciano con una mano y lo subió a bordo. Él estaba tan sorprendido que había olvidado que su vida estuvo en peligro, simplemente toco el papel de la barcaza y menciono:
— ¡Es impresionante, realmente creaste un barco utilizando simple papel!
Yashamaru dándole la espalda y desafiando con la mirada a la catarata que tenían delante, le menciono épicamente:
— Te equivocas…esto no es simple papel. Es el arte del hombre que se volverá el mejor miembro de Tamashi no Joka.
— ¡¿Ta…Tamashi no Joka has dicho?! ¡¿Acaso tú…eres un sacerdote de esa organización?!—grito el viejo con el joven reflejándose dentro de sus ojos.
El audaz muchacho sacudió un brazo hacia la derecha, controlando al barco y haciéndolo pegar un giro tan poderoso que levanto una ráfaga de agua. El vehículo regreso a toda potencia hacia la orilla, pero estaba comenzando a desarmarse. Yashamaru pudo ver como los papeles se despegaban de la base y el agua comenzaba a filtrarse. Chisto y medito: “¡Con que ya llego a su tiempo límite! ¡No me queda otra opción!”. Sujeto con ambas manos al sorprendido vejete y le menciono:
— ¡Espero que sepas volar, anciano!
— ¿Huh? Espera…no pensaras hacer lo que creo que harás, ¿verdad?—la cara del señor se puso pálida.
Yashamaru con el rostro llenándosele de venas y mostrando los dientes, revoleo por el aire al viejo que iba a caer en la orilla. El chico le grito a su caballo:
— ¡Houki, deja de pensar en las yeguas y atrapa al anciano!
El corcel que hasta el momento no se había dado cuenta de lo que pasaba, salió de sus fantasías húmedas y corrió velozmente, atajando sobre su lomo al senil hombre. Yashamaru viendo que su bote se estaba hundiendo, menciono:
— Lo lamento, pero hoy el capitán no se hundirá con su barco.
Brinco hacia la orilla en cámara lenta y extendió una de sus manos, sin embargo se percato de que no llegaría a tierra. El joven grito por dentro: “¡Mierda, no alcanzare la orilla! ¡Ni hablar, tendré que gastar más energía!”. Creo una soga de papel que broto de su palma, para arrojarla velozmente hacia uno de los arboles. Lamentablemente la cuerda se enrosco en una rama delgada, por lo que esta termino partiéndose. Yashamaru grito:
— ¡Joder, voy a terminar siendo arrastrado rio abajo! ¡Sabía que no tenía que salvar a ese viejo inútil!
¡Por suerte, el caballo Houki atrapo la soga con sus dientes y clavo fuertemente sus pezuñas al suelo! El muchacho se aferro con ambas manos a la cuerda y le exclamo:
— ¡Bien hecho, mi pervertido y equino amigo! ¡Ahora tira, tira con todas tus fuerzas!
El animal jalo comenzando a sacar a su amo de las salvajes aguas, pero el rio quería llevárselo a toda costa. La fuerza de la corriente comenzó a arrastrar las patas de Houki que relincho:
— ¡Grrriiiirggg!
— ¡Esto es malo, Houki no tiene la suficiente fuerza para sacarme del rio!—exclamo Yashamaru temiendo lo peor.
La cuerda comenzó a lastimar las encías del animal que no se rendía, podía verse que sus dientes comenzaban a sangrar. Su dueño le grito impactado:
— ¡Idiota, suelta la soga de una vez o terminara arrancándote la dentadura! ¡Déjame ir, me las arreglare para no convertirme en comida de pez!
Houki hizo oídos sordos, no dejaría que el rio le arrebatase a su amo. ¡Inesperadamente, un par de manos extras se sumaron a la ayuda! El anciano también sujeto la cuerda y comenzó a tirar, gritando fervientemente:
— ¡Hoo! ¡Por mis viejas caderas que no permitiré que ese rio se lleve la vida de ese muchacho! ¡Vamos caballo, tiremos al mismo tiempo!
Yashamaru estaba sorprendido de que la persona a la que le había negado su ayuda, ahora intentaba salvarlo a él. Le dijo consternado:
— ¡Viejo, tú…! ¡¿Por qué intentas ayudarme ahora que estas fuera del agua?! ¡Recuerda que por poco deje que la corriente te llevara!
Sosteniendo la cuerda entre sus arrugadas manos, el anciano le menciono:
— ¡¿Y eso que importa?! ¡No tiene sentido salvar una vida si con ello se pierde otra!
Mientras era llevado hacia la orilla, Yashamaru permaneció pensativo y serio.
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