— Hola — sonreí amablemente mientras me sentaba enfrente de una persona — ¿Tu eres Hoshie Leire?
— Sí, soy yo — me miró fijamente —. Tú eres quien me habló ¿No es así?
— Sí, soy Liam Red — sonreí —. Me alegro mucho que te hayas tomado el tiempo de venir, de seguro debes de tener una agenda muy ocupada.
— No tanto como tú — Hoshie rio un poco —. Sé de ti, supe que estuviste en el extranjero durante la universidad.
— No pensé que me recordara.
— Claro que lo hago — dio unos golpecitos en la mesa, miró su bebida y nuevamente me miró —. Me encontré contigo en la oficina de trámites, además… me prestaste unas acuarelas, mismas que rompí — sonrió cortésmente —. Me disculpo por eso.
— No importa, ya es pasado.
— Entonces… — se recargó sobre la mesa — ¿En qué puedo ayudarte?
— Tu pintura Destino mágico — dije inmediatamente — me ha llamado mucho la atención — respondí con una gran sonrisa —. No me canso de verla. Aquella escena de bajo el árbol, el hilo rojo que se muestra en toda la imagen. Como si apropósito este fuera directo a quien mira la pintura — me quedé en silencio por unos minutos —. Es maravillosa, me causa una sensación de intriga y a la vez nostalgia por aquellos amantes bajo el árbol. Realmente te transporta, como si fuera magia… ¿Quiero saber más de ello?
— Gracias por elogiar mi trabajo — hizo una sonrisa de negocios — es grato escuchar tu opinión, pero siendo más específico ¿Qué es lo que quieres saber sobre ello?
— La historia — recobré una expresión seria — quiero saber la historia detrás de esta pintura. He oído a muchos artistas decir que sus obras surgen a partir de algo como una historia, un sueño o una vivencia. Quiero saber si es lo mismo en su caso.
— Eso… — Hoshie dijo en voz baja con la cabeza agachada.
Hubo un silencio largo. Ella no dijo ni una sola palabra igual que yo. Jugó un rato con su anillo de matrimonio, no estoy seguro, pero tal vez era para calmar su nerviosismo. Soltó un suspiro y me miró fijamente a punto de responderme. Sus ojos grises reflejaban seguridad cuando me dijo:
— De acuerdo, pero es una historia larga.
— No importa. El café recién abrió y cierra hasta la noche — le dije —. Tengo mucho tiempo para escucharla.
— Es cierto — miró en dirección a la barra y sonrió levemente — pero antes quiero preguntarte una cosa ¿Tú crees en las vidas pasadas? —al decirlo me miraba como si fuera a contar una historia.
No respondí, solo la miré detenidamente. Tenía sentimientos encontrados y no sabía si tomarla enserio o no; al parecer, ella se dio cuenta. Hizo a un solo lado todo su largo cabello negro, peinado en una trenza. Después, me sonrió y dijo.
— Está bien si no me crees, pero si la escuchas quizá cambies de opinión — sonrió al decirlo — o tal vez te convenza.
Solo asentí con la cabeza. Ella dibujó una gran sonrisa en su rostro y continuó.
— Vamos a empezar desde mucho tiempo atrás, más que un par de años o décadas… — decía con un tono de voz similar a un cuentacuentos —. Empezaré quizá quinientos años atrás, tal vez sean más, pero lo cierto es que empezaré desde mi vida pasada.
Todo empezó una vida atrás a la edad de diecinueve años. En aquel entonces, mi familia estaba constituida por mi padre y mi madre. Éramos una familia de comerciantes. No teníamos un estatus alto, pero tampoco bajo. Al día de hoy diría que era clase media, pues mi vida no era tan mala.
Vivía en un reino. Desconozco su nombre incluso al día de hoy; no sé nada de él actualmente. Tampoco he podido recordarlo, pero sé que tenía una estabilidad bastante fuerte. Además, dentro de todo, era un reino pacifico.
En ese tiempo eran muy comunes los matrimonios arreglados, y ese día yo vería por primera vez a mi prometido. Nunca estuve de acuerdo. Siempre tuve esa convicción de que, si llegaba a casarme, sería con alguien que amara; no con alguien a quien jamás he conocido ni amado. Eso me molestó, recuerdo que discutí con mis padres y hui de casa.
Estaba molesta, no quería saber de nada, ni de nadie. En mi afán de huir de aquel matrimonio arreglado, no le prestaba mucha atención a mi alrededor. Chocaba con muchas cosas y tiraba otras. Con cada paso que daba me desconectaba más del mundo. Fue así hasta que caí.
Choqué con un caballo que me hizo terminar en el suelo. Me había lastimado la rodilla. Levanté la mirada y me crucé fue con unos ojos azules. Eran muy similares al color del mar, eran profundos y absorbentes.
— ¿Te encuentras bien? — me sonrió amablemente —. Estaba un poco distraído y no me di cuenta, es mi culpa.
— No lo es, yo también estaba distraída — respondí de inmediato.
Él solo sonrió y me ayudó a levantarme. Entonces pude notar que tenía una apariencia de una persona de familia adinerada; quizá pertenecía a alguna familia noble. Pero eso no importaba, yo seguía embelesada con aquellos ojos azules, intensos, profundos. Siempre que los recuerdo, los comparo instantáneamente con el mar.
— Estás lastimada, tu rodilla está sangrando.
Me dijo mientras miraba el enorme rapón que me había causado en la rodilla. Eso me hizo reaccionar, negué con la cabeza y respondí.
— No importa — sonreí un poco —. No es nada grave, puedo irme por mi propia cuenta.
Él no estando convencido, solo me miró. Yo traté de darme la vuelta y seguir con mi camino, pero era doloroso. Mi rostro se desfiguró haciendo una mueca de dolor y, no conforme con ello, el dolor no me permitió moverme.
«De seguro caeré ahora» pensé. Sin embargo, mi posible caída fue retenida. Este hombre de ojos azules me sujetó del brazo y evito mi caída.
— No te encuentras bien. Deja que te lleve a curarte la herida antes de que te hagas más — sonrió nuevamente.
Acepté avergonzada. Tenía razón, la herida era dolorosa; no quería ni moverme, era dolorosa. Me cargó y me subió al caballo. Me miró fijamente por un momento.
— ¿Qué sucede? — pregunté.
— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó sin dejar de mirarme.
— Hoshie — respondí — me llamo Hoshie — sonreí —. Ahora que ya sabes mi nombre ¿Cuál es el tuyo?
Me miró con sorpresa, a pesar de que su expresión se mantenía tranquila. Sus ojos eran demasiado expresivos, por lo que podía leerlo aún sin conocerlo. Me seguía mirando, luego dibujó una gran sonrisa (era una sonrisa amable) y dijo:
— Soy Hansel… es un gusto conocerte.
Su porte cambió. Se mostraba educado, justo como lo imaginé de alguien de una familia noble: extremadamente bien portado, educado, con un porte inigualable. Eran palabras simples con las que comenzó todo. Un accidente que pudo haberle pasado a cualquier otra persona me hizo conocerlo. Como todo, hay un principio y un final. Fue así como inició todo.
“¿Tú crees en las vidas pasadas?” la mujer justo enfrente de mí me lo decía con esa mirada que te hace saber que pronto comenzará una historia. “Vamos a empezar desde mucho tiempo atrás…” lo decía como una cuenta cuentos.
Me pregunto si su historia será tan real como ese anillo de matrimonio que lleva en el dedo o será una fantasía como aquel hilo del destino que te une mágicamente a esa persona.
Como sea, mostraré esta historia al mundo tal y como aquella mujer me la contó en un café. No lo sé, quizás sea e igual que ella estés esperando a alguien en tu próxima vida. Eso es lo que hace Hoshie, aquella mujer que alguna vez contó la historia.
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