Mariann.
-Mariann recuerda que luego tienes entrenamiento.- Dijo mamá y le dio un sorbo a su café.
-Sí mamá.- Le respondí al terminar de darle un mordisco a mi tostada.
-Marco estate quieto. Me vas a tirar la tostada.- Le dijo Manuel a Marco. -Que te estés quieto, coño.-
-Esa boca.- Le dijo mamá sin quitarle ojo al libro que estaba leyendo.
-Perdón mamá.- Se disculpó Manuel enseguida.
Mi madre, Teresa Davis, es una mujer muy exitosa en su trabajo, con una buena cantidad de dinero. Ella siempre ha querido que alguno de nosotros (sus hijos) fuera como ella. Y bueno, allí entro yo. Me presento, me llamo Mariann, Mariann Davis. La hija menor de los Davis y la próxima heredera de su empresa, la empresa de mamá. No soy hija única, como ya te habrás dado cuenta. Tengo dos hermanos, Manuel y Marco. Ellos son idénticos pero al mismo tiempo distintos, y bueno, son gemelos. Mi padre...Bueno, no hay mucho que comentar de él. Se llama Gabriel Vincent. Y sí, tenemos el apellido de nuestra madre, no el de nuestro padre. Es un buen hombre, trabaja en una cafetería. Mis hermanos y padre son iguales, tanto en aspecto como en personalidad. Igual que mi madre y yo...Aunque bueno, mi madre y yo si tenemos nuestras diferencias.
-Bueno...Yo me voy a ir ya.- Me levanté de la silla.
-¿No pensarás ir así no?- Dijo Marco mirándome de los pies a cabeza mientras me señalaba.
-¿Así cómo?- Le pregunté con un tono de voz borde.
-Se te ve el sujetador.- Me dijo con una sonrisa sarcástica. Y bueno marco, a tí se te ve lo imbécil que eres. ¿Qué quieres que le haga?
-Deja a tu hermana en paz, Marco.- Le dijo mamá en un tono de voz amenazante. Sonreí victoriosa. Fui a mí habitación a por mis cosas y me di una última mirada en el espejo mientras me retocaba un poco el pelo.
(Iba así)
Primer día de clase. Así es, hoy es el primer día de clase y no estoy nada preparada. Como siempre tengo la presión de hacerlo todo bien. Mi madre claro que intentó con mis hermanos que fueran los herederos de la empresa, pero ellos nunca le hicieron caso. Entonces allí estoy yo, haciendo lo que los estúpidos de mis hermanos nunca pudieron hacer. Y es que claro, yo nunca puedo hacer nada de lo que ellos hacen. Entre estudiar y entrenar...No tengo mucho tiempo que digamos. Mi tiempo libre lo gasto en leer, no podría gastarlo en nada más dado que solo es un rato antes de dormir. Las vacaciones son mis amigas, pero al mismo tiempo mis enemigas. Son buenas, pero duran poco. Y claro que no puedo hacer nada de lo que me gustaría. En las vacaciones tengo que seguir estudiando, o trabajar en algo. Para ahorrar y esas cosas. Porque claro, mi madre no nos da dinero, y mi padre tampoco es que tenga mucho.
-Vamos Mariann, tú puedes.- Me dije a mi misma delante del espejo, aunque los pensamientos negativos nunca faltaban.
-Mar, ¿estás lista?- Preguntó Manuel mientras entraba a mi habitación. Enseguida me giré para verle, asentí. -¿Todo bien?- Asentí de nuevo.
-Sí, bueno, ya sabes, los nervios.- Dije mientras cogía mi mochila. -¿Nos vamos?- Manuel rió mientras asentía y se dirigió hacia el garaje. -Tú puedes.- Me dije a mi misma de nuevo, intentando animarme un poco.
Llegamos al garaje a los pocos segundos, donde ya nos estaba nuestro queridísimo (sarcasmo) hermano Marco. Abrí la puerta del copiloto. -Hoy me toca ir a mi delante, ¿te quitas o te quitas?- Le dije a Marco, que ya estaba allí sentado.
-Yo he llegado antes.- Respondió desinteresado.
-Me da igual, quítate.-
-No empecemos, por favor.- Dijo Manuel una vez ya sentado en el asiento del piloto. Le di una mala mirada a Marco y cerré su puerta con fuerza, a ver si así se le pilla un pie o algo. Me senté en el asiento de detrás de Marco y me puse mis cascos, no me interesaba estarlos escuchando hablar durante quince minutos, aproveché y seguí con mi lectura de anoche, “carmilla”.
“Ahora bien, lo cierto es que sentía una sensación extraña hacia la hermosa forastera. «Me sentía, como ella decía, atraída hacia ella, pero había también algo de repulsión.» En ese sentimiento ambiguo, sin embargo, la atracción prevalecía inmensamente. Me interesaba y me fascinaba; ¡era tan hermosa y tan indescriptiblemente atractiva!” Leí antes de que aparcaran el coche en frente del instituto.
-Creo que hemos llegado a tú parada.- Dijo Manuel mientras me miraba, con una sonrisa, por el retrovisor. Bufé. -Ten un buen día, Mar.-
-Gracias, igualmente.- Dije desinteresada mientras abría la puerta del coche. -Menos tú.- Le dije a Marco y salí. Caminé hacía la entrada.
-¡Mariaaaann!- Escuché detrás de mí, me di la vuelta tan rápido como pude.
-Edward por favor, que nos vimos la semana pasada.- Le dije mientras di un paso atrás para no recibir el abrazo que pretendía darme Edward. Él es Edward Matthews, mi mejor amigo desde que entré al instituto, una persona muy extrovertida y divertida.
(Edward)
-Eso fue hace mucho.- Le miré confusa.
-¿Por qué estás tan sonriente? ¿Qué has desayunado o qué?- Dije mientras le señalaba la cara.
-¿Aún no lo has visto?- Negué con la cabeza.-¡Nos ha tocado en la misma clase!- Dió un saltito de emoción. -Vale, ¿por qué estás tan seria?-
-Quizás, y solo quizás porque no me apetece venir a clase.- Le dije con los ojos entrecerrados.
-Eres una amargada.-
-Me voy.- Dije y me puse a andar para ver a qué clase me había tocado ir.
-Te acompaño.- Puse los ojos en blanco, pero acepté silenciosamente. Caminé por los pasillos buscando el papel que decía cuál era la clase a la que tenía que ir. -¿Qué buscas?- Me preguntó Edward.
-Pues el papel que dice a qué clase tengo que ir.-
-Pero, ¿tú eres tonta?- Me giré para mirarle intentando no perder los nervios. -Que yo sé cuál es.- Ah, claro, que vamos a la misma clase y eso.
-Pues guíame entonces.-
-¡Vamos!- Odio, odio y odio su energía por las mañanas. A los pocos segundos llegamos delante de una puerta de madera, de un color claro. -Hemos llegado a su destino, señorita.- Dijo con una sonrisa. Lo miré mal y abrí la puerta.
-No puede ser.- Me llevé una mano a la cara nada más ver con quienes nos había tocado venir a clase. Me giré hacía Edward. -Dime que no es verdad, Edward, dime que no es verdad, por favor.- Le dije mientras le sacudía por los brazos.
-Lamento decirte que es verdad.- Deje salir un leve quejido. -No puede ser para tanto...- Echó un vistazo a la clase.
-¿No? Pues a mi me parece que sí.- Miré de nuevo la sala. -No me lo puedo creer.-
-¿Qué? ¿Qué pasa?-
-Nos ha tocado con Jack.- Suspiré. -Mira, al primer comentario que haga le voy a dar...-
Me interrumpió. -Yo si que le...- Me miró, carraspeó la garganta. -Digo, yo si que le voy a dar una ostia.-
Entrecerré los ojos en su dirección. -Aja.- Dije mientras caminaba para poder sentarme en la única mesa libre que quedaba, que como no, era una al frente, justo delante de la del estúpido de Jack.
Jack, el chico más engreído del instituto y con el que lamentablemente he tenido que estar desde que entré, no sé cómo es que lo hace pero siempre nos toca en la misma clase.
-Anda, pero si es Mariann Davis.- Dijo Jack mientras se reía a mis espaldas, de hecho se reían varias personas. Me di la vuelta. -Me habías echado de menos, admítelo.- Dios dame paciencia para no estamparle la cabeza contra la mesa.
-¿Necesitas algo?- Le pregunté, indiferente. Negó con la cabeza mientras se volvía a sentar. -Mejor.- Me volví a girar hacía el frente y la puerta se abrió dejando ver a la que supongo que sería nuestra nueva profesora.
-Buenos días.- Dijo mientras pasaba hacia el escritorio para dejar su bolso. -Perdón por el retraso, tuvo complicaciones.- Suspiró. -Me presento, mi nombre es Evangeline Pages y seré vuestra nueva profesora.-
-Al menos está es más guapa que la anterior.- Escuche detrás de mí, supuse que era Nathaniel quien lo decía. Uno de los estúpidos amigos de Jack.
-Y más joven.- Añadió Oliver, otro de los amigos de Jack. Rieron.
-¿Disculpa?- Dijo Evangeline, que claramente había escuchado lo que habían dicho. -¿Qué habéis dicho?- Les miró directamente. -Sí, vosotros dos.- Suspiró. -Venir aquí.- ¿Ahora ya no os reís tanto no? Imbéciles. Se levantaron y fueron hacía donde estaba Evangeline. -¿Os parece bien decir eso?-
-No ha sido para tanto.- Dijo Oliver.
-No, pero igualmente no deberíais de haberlo dicho.- Suspiró. -Como es el primer día lo voy a dejar pasar, pero que no vuelva a ocurrir.- Asintieron y volvieron a su sitio. Reí, está profesora me iba a caer bien.
(...)
-Mira el lado bueno, solo nos queda una clase más.- Me dijo Edward mientras salíamos al patio.
-Si tu lo dices...- Miré hacia otro lado. -¿Esos no son Greg y Ricky?- Apunté hacía ellos.
-Parece que sí... ¿Y esos quiénes son?-
-No sé.- Nos miramos. -¿Vamos con ellos?- Asintió y nos acercamos.
-¡Holaa!- Dijo Edward, sonriendo.
-Edward cuánto tiempo.- Dijo Greg sorprendido
Ricky levantó la cabeza como saludo.
-Yap, como no fuimos al viaje de fin de curso y eso...- Dijo Edward, miró a las otras dos personas que habían allí. -Que falta de respeto, no me he presentado.- Dijo mientras negaba repetidas veces con la cabeza. -Me llamo Edward y ella es Mariann.- Me dio un codazo, les saludé con la mano.
-Encantado, yo soy Isaac y ella es Roxy.-
-Encantada.- Dijo Roxy.
Edward y yo nos miramos sorprendidos. -O sea que tu eres...- Apuntó hacía Roxy y Ricky. -¡Tú eres la famosa Roxy!- Roxy nos miró confundidos.
-Edward no hace falta que grites.- Le dije mientras rodaba los ojos.
-¿Perdona? ¿Cómo qué...?- Dejó la pregunta en el aire.
-Ah, sí, es que Ricky nos ha hablado mucho de ti.- Dijo mientras sonreía. Nos miró sorprendida.
-¿De mí?- Sonrió y miró a Ricky que se había tapado la cara por la vergüenza. Greg rió.
-Ah espera, y tú eres Isaac, el Isaac de Greg.- Le dijo Edward apuntando hacia Isaac.
-¡Edward!- Le di un golpe. -Cállate ya.- Les miré avergonzada. -No le hagáis caso, no sé qué ha desayunado pero hoy está muy feliz.- Sonreí. Empezaron a hablar de algo, la verdad, no me acuerdo de que era exactamente, algo del tiempo o de las clases, no sé.
-¿A quién miras?- Me susurró Edward.
-¿Qué?- Le miré. -Yo no estoy mirando a nadie.-
-¿A nadie?- Miró hacia donde estaba mirando hace unos segundos. -Con que ahora Margot se llama nadie, eh.-
-No sé de qué estás hablando.-
-¡Karmen, hace tiempo que no nos vemos! ¿Cómo has estado?- Dijo Roxy y Edward y yo miramos hacia donde ella estaba mirando.
-Bien.- Dijo la tal Karmen algo adormilada.
-¿De dónde has sacado esas gafas?- Le dijo Roxy mientras se acercaba a ella.
-Ah, mis gafas. No sé, me las encontré por ahí tiradas en el suelo.-
-¿Tú sabes lo caras que deben de ser? Son vivienne westwood.-
-¿Ah sí? Pues mira que bien.- Sonrió. Edward y yo nos miramos confundidos otra vez.
-Karmen, ellos son Edward y Mariann.- Dijo Roxy, nosotros le saludamos con la mano.
-Encantada, yo soy Marikarmen pero llamarme Karmen.- Se presentó.
-Encantados.- Dijimos los dos a la vez.
-De hecho...Creo que vamos a la misma clase.- Dijo Karmen.
-¿Sí? ¿Vas a la misma clase que un tal Jack Manson?- Le pregunté, asintió. -Pues entonces sí, vamos a la misma clase.-
-¿Es vuestro amigo?- Nos preguntó.
-Es todo lo contrario.- Le dije, todos reímos.
¡Ring ring!
Sonaron las campanas que indican que teníamos que volver a clase.
-Un placer conoceros a todos, pero nosotros nos vamos ya a clase.- Dijo Edward. -¿Nos vemos está tarde?- Greg y Ricky asintieron.
-Os acompaño a clase.- Dijo Karmen y fuimos los tres juntos.
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