Un día, conoció otro
gato y decidió adoptarlo. Se dice que las brujas tienen gatos de ese
color, negro. Al verlo, sentí miedo de ser reemplazado y huí hacia otro
planeta. En el espacio exterior hacía mucho frío y un inmenso mar de
oscuridad me rodeaba. Pude ver las estrellas brillar como nunca, fue
maravilloso. Me pregunté si serían parte de otros sistemas solares. Miré
el planeta Tierra; su tamaño iba disminuyendo cada vez más al alejarme.
Era brillante, se veía mucho más bonita que la Luna. Me pregunté dónde
estarías, como te encontrarías o si comías bien. Empecé a sentirme muy
triste. "Quiero sentir tu voz de nuevo. Tengo miedo de olvidar tu
sonrisa, tu forma de caminar, la forma en que me mirabas ... Te quiero
sólo para mí". Llegué a un planeta vacío donde la luz del Sol no
llegaba. Me encontraba completamente solo. Durante el viaje estuve
reflexionando:
—Quizá no sea tan dañino compartir. Seguro que nos querrá y nos cuidará a los dos por igual. Ella es la más buena de este universo. —Decidí volver a casa. Sentía como si no la conociera, fue un error muy grande escaparse. "Espero que no me hayas olvidado y podemos ser amigos otra vez". La experiencia de haber viajado varios años luz de aquí, cambió mi perspectiva. Las cosas que compartimos en nuestro mundo son mucho más valiosas que las que nos dividen.
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