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El amor de Tabris

Capítulo 1: Despertar

Capítulo 1: Despertar

Oct 07, 2020

«No me mires así. Nos volveremos a ver, Shinji»

«¡¡¡¡¡Kaworu!!!!!»

Kaworu se incorporó, jadeando. Se llevó las manos al cuello, pero allí no había nada. Se encontraba desnudo, sobre una cama, cubierto tan solo con una sábana delgada.

Todo indicaba que el mundo se había reiniciado. Otra vez.

Rememoró la última imagen que había en su mente: el rostro de Shinji contraído por el dolor.

-Lo siento. Esa no era la felicidad que esperabas.

Kaworu se llevó las manos a la cabeza. Se encontraba dolido y molesto. Si bien solía mostrarse confiado y tranquilo hasta el último momento de cada existencia, a medida que aquel final se repetía, acababa cada vez más agotado y destrozado. Con el paso del tiempo había comprendido que el corazón humano podía convertirse en una pesada carga, sin embargo, había algo de lo que estaba completamente seguro: no se daría por vencido; moriría las veces que hicieran falta para conseguir la felicidad de Shinji, y, con ella, también la suya.

El chico miró a su alrededor para situarse mientras una brisa ligera le refrescaba el rostro. Se encontraba sobre una cama improvisada en una construcción derruida. Era de tarde. Lo sabía porque al lugar le faltaba una parte del techo y podía ver las nubes con tintes violetas y anaranjados desplazándose sobre él. A su izquierda, los rayos de luz se filtraban por un vitral cuyos colores contenidos en formas geométricas irregulares se derramaban sobre la cama. En el piso había un ornamento en forma de cruz.

Se hallaba en una iglesia. La misma iglesia en la que había despertado por primera vez.

A los pies de la cama había una muda limpia de su uniforme escolar, acompañada por un par de zapatos nuevos; además de un trozo de papel doblado en un banco que tenía a un lado. Cogió este último y lo leyó.

«¡Bienvenido a tu última vida!

Lo siento, pero fuiste el único al que conseguí rescatar.

Los demás fueron eliminados.

Lo sé, es una pena.

¡Pero, no te desanimes!, una es mejor que ninguna.

Pd: Recuerda que la felicidad no camina hasta ti, ¡debes caminar hacia ella!

InfinityHer0.»

-Así que el principio y el fin son lo mismo -murmuró.

Tenía muchas preguntas. Como, por ejemplo, quién era InfinityHer0 y, si lo que decía la nota era cierto, por qué se había tomado la molestia de salvarlo. De momento, la única información certera con la que contaba era que aquella persona había conseguido mantener su memoria intacta durante el reinicio del mundo, al igual que él, y que estaba al tanto de la existencia de sus contenedores y su capacidad para conservar sus memorias.

El chico conservó el trozo de papel y se quitó la sábana de encima. Bajó de la cama y se encaminó desnudo hacía un agujero que había en la pared por la que se filtraba la luz natural del exterior, sintiendo la madera tibia bajo sus pies. Antes de salir, lo pensó mejor, regresó por la ropa que había encima de la cama y se vistió con ella. Guardó el papel en uno de sus bolsillos y salió de aquél sitio.

Una vez en el exterior, Kaworu se hizo visera con una mano para proteger sus ojos de la luz del atardecer y observó las ruinas a su alrededor. Caminó entre ellas dejando que sus pies lo condujeran.

Cuando recorrió unos cuantos metros, escuchó unos débiles maullidos tras una pared medio derrumbada. Se acercó hacia allí y un gato blanco y pequeño salió entre los escombros. Kaworu se agachó frente a él.

-Otra vez tú, ¿eh?

El gato no acabó de decidir si acercarse o no y se quedó en una posición que le permitía hacer ambas cosas. Kaworu no se lo reprochaba. Le tendió la mano y los deseos de sobrevivir de la criatura fueron más fuertes que su desconfianza, puesto que se acercó a olfatearla de todos modos. Kaworu aprovechó para tomarlo por la parte posterior del cuello y lo acercó hacia él.

-El mundo puede llegar a ser un lugar extremadamente desgarrador y cruel. ¿Aún así deseas continuar con vida?

El gato lo miró a los ojos y comenzó a retorcerse bajo su agarre. Kaworu suspiró.

-Vamos a hacer las pases esta vez, ¿de acuerdo? Si tu sobrevives en esta ocasión, tal vez yo también lo haga.

El chico se puso de pie sosteniendo al gato en el regazo y buscó la costa con la mirada desde allí. A la distancia, distinguió la figura de la estatua con alas que sobresalía dentro del mar. Su mirada buscó la figura menuda de Shinji en los alrededores, pero no la encontró. Solo entonces reanudó el paso en un intento por alejarse de la imagen de aquél ángel decapitado.

Kaworu caminó hacia el sector habitable de la ciudad llevando al gato consigo y pronto se encontró recorriendo sus calles. Sabía exactamente a qué lugar se dirigía. Se dirigía al lugar en el que había habitado durante los catorce años que Shinji había estado dentro del eva 01 en el espacio. El lugar donde había decidido esperar por su regreso durante el periodo en el que estuvo bajo las órdenes de...

Gendo Ikari.

Se detuvo de forma abrupta cuando el nombre de aquel lilin vino a su mente. El lilin que había usado a Shinji a su antojo y lo había usado también a él; ni más ni menos que al primer adam.

Kaworu activó su campo AT involuntariamente mientras liberaba una parte de la ira contenida que se había estado macerando en su interior. Tanto el suelo como las paredes que tenía a su alrededor comenzaron a resquebrajarse bajo la presión que el campo ejercía sobre ellos.

Kaworu cayó en la cuenta de lo que estaba provocando cuando el gato le clavó las uñas en sus antebrazos y se retorció violentamente.

Kaworu inspiró profundo y consiguió calmarse. Acarició al gato y lo tranquilizó con su voz.

Cuando alzó la cabeza, reparó en que tenía frente a él lo que andaba buscando: el refugio que había escogido al azar, por su cuenta, durante su vida pasada. Por alguna razón ese lugar había tirado de él como un imán, tanto entonces como ahora, y le resultaba reconfortante habitarlo.

La casa se encontraba como la había encontrado por primera vez: aparentemente abandonada. Por fuera tenía casi la misma apariencia y configuración que en la realidad anterior. Puso la mano derecha sobre el sistema de seguridad de la puerta que daba a la calle y esta se desbloqueó sin problemas. Hizo lo mismo con el de la puerta principal y entró.

Un fuerte olor a encierro y humedad le dio la bienvenida. La casa estaba completamente a oscuras y una fina capa de polvo se amontonaba sobre el piso y los muebles de madera. La presencia de obras de arte colgando de las paredes y figuras de cerámica sobre ciertos muebles tallados con ornamentos occidentales le confirmaba que el dueño de aquella casa seguía teniendo un gusto particular por las artes.

-Bueno, gato. Te presento lo más parecido a un hogar que tengo. ¿Te gusta?

Kaworu sintió el estómago del gato rugir en respuesta, por lo que se encaminó hacia la cocina dejando huellas oscuras a su paso. Cuando dio con ella, rebuscó en la despensa hasta dar con un atún en conserva; lo abrió, lo puso en un pocillo y se lo sirvió al gato. Este lo devoró con ansias. El chico esperó a que este terminara su comida mientras inspeccionaba el patio trasero a través de la ventana. Luego lo cogió nuevamente en brazos y ambos continuaron recorriendo el lugar.

Cuando Kaworu comprobó que no había nada fuera de lugar, subió al segundo piso en busca de los pequeños tesoros que había descubierto durante su vida anterior: libros. Dio un suspiro de alivio cuando abrió la habitación cuya ventana daba a la calle y encontró la biblioteca repleta de ellos en la pared opuesta a la ventana.

Se quedó observándola por un instante mientras el gato se relamía los bigotes en su regazo. Durante su primera vida, Kaworu no comprendía nada sobre los lilin y cuando tuvo el tiempo y la oportunidad de conocer más acerca de ellos, no la desaprovechó; fue entonces cuando se adentró en la lectura. Esta le había ayudado a comprender más a los otros y, más importante aún: a sí mismo. Había leído desde revistas de moda a ensayos, ficción y filosofía. Para entonces, amaba los libros casi tanto como la música.

Llevaría también hasta aquella habitación el tocadiscos que había divisado en la sala. Con ello tendría un lugar perfecto en el que habitar. Aunque el gato necesitaría también un arenero.

Kaworu sonrió. Se sentía bien tener preferencias concretas por ciertas cosas. Ser una criatura poderosa y eterna estaba bien, pero experimentar el mundo desde el cuerpo de un lilin le permitía vivir sensaciones que no podía experimentar de la misma manera o con la misma intensidad siendo un adam. Sentía que ambas experiencias se complementaban a la perfección, de algún modo.

Entonces recordó que aquella podría ser su última vida como Kaworu Nagisa y la idea lo inquietó. Si aquello era cierto, esta sería su última oportunidad para cocrear aquella realidad que tanto anhelaba y no podía... No. No «quería» fallar. Fallar significaría fallarle a Shinji y fallarse también a sí mismo, porque el anhelo más grande de su alma era hacerlo feliz.

Kaworu bajó el rostro y se vio abrumado por la incertidumbre. ¿Cómo hacían los lilin para albergar emociones tan intensas dentro de cuerpos tan pequeños?

El gato le maulló y pronto sintió su lengua áspera lamiendo su piel. Kaworu sonrió y le acarició el lomo. Luego miró a través de la ventana y vio que la luz se había ido casi del todo. Aún tenía mucho por hacer para dejar aquel espacio en condiciones, así que acomodó al gato sobre unos cojines, y se puso manos a la obra.

El día siguiente se reuniría con Shinji, pasara lo que pasara. 

nicovalenzuelalopez
Nico

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Cuando Kaworu se da cuenta de que tal vez su naturaleza adam, en contraposición a la lilin de Shinji, es lo que los condena ambos a un círculo de dolor y sufrimiento cada vez que se sus destinos se entrelazan, ya no está tan seguro de si él es el indicado para hacerlo feliz. Al mismo tiempo, cuando se entere de lo que hay tras el videojuego llamado Evalion, descubrirá que el reino de los lilin no está tan libre de amenazas como imaginaba.

Nota: Acontecimientos ubicados cronológicamente después de La reconstrucción de Evangelion 3 «You can (not) redo».
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