Alice se encontraba en guardia frente a su adversaria levantando un poco la rodilla derecha preparándose para reaccionar, su cabello rubio le caía por los hombros haciendo pequeñas ondas brillantes y sus oscuros ojos verdes no quitaban la vista de su adversaria.
Thalía por su parte no necesitaba técnica, su velocidad sobrehumana, su propulsión estelar que provenía de las plantas de sus pies, le hacía lograr hazañas imposibles. Tenia cabello negro hasta la mitad de la espalda y una corta estatura que la hacia parecer casi una niña.
—¿Qué esperas? —dijo Alice imperiosa— Terminemos con esto rápido.
Thalía le dió una media sonrisa a la vez que su mirada se volvió fuego. El cuerpo se le tensó y parte de su cabello se levantó unos centímetros, asemejando el pelo de un gato que se prepara para atacar, para que luego, a una velocidad cien veces mayor a la de un humano normal, Thalía disparó una patada a la nuca de Alice que le quitó la cabeza de cuajo.
Rompiendo la velocidad del sonido, el cráneo de Alice salió disparado hacia una de las esquinas del octágono de cristal y explotó en una lluvia roja, a la vez que su cuerpo caía de rodillas y un chorro de sangre con pedacitos de hueso brotaban del cuello de la chica. Thalía plantó su pierna derecha ensangrentada en el piso.
—Listo. Supongo que estás contenta de que terminara rápido —dijo dándose la vuelta dispuesta a irse.
—Claro, terminará en un momento.
Alice se materializó en ese instante a medio metro de altura de espaldas a Thalía y cayó sobre ella arrojando a ambas al piso. La primera sin perder tiempo empezó a aplicarle una una llave al cuello para asfixiarla y Thalía comenzó a retorcerse a la desesperada para tratar de zafarse.
—¿De que te sirve tanta velocidad cuando no le puedes dar a tu contrincante?
Justo después, Thalía dio una patada con todas sus fuerzas al piso de cristal, lo que las impulsó varios metros en el aire. Dicho impacto habría partido la columna de un elefante, sin embargo en aquel cristal no hizo ni un pequeño rasguño.
Al caer, Alice perdió el agarre de la llave así que se pusieron de pie de inmediato. Thalía se levantó de golpe y se lanzó a por las piernas de su adversaria impulsada con su monstruosa velocidad. Pero al intentar agarrarla, Alice se convirtió en humo y la chica bajita cayó de cara al piso, rodando rápidamente para estar en guardia de nuevo.
—No puedes matar lo que no puedes golpear —dijo un eco que retumbaba en la sala. Thalia revisaba desesperada en todas direcciones en busca del origen de la voz.
Alice apareció de la nada con un bate atravesado por varios clavos y lo descargó potente hacia la cara de Thalía, ella lo esquivó yéndose hacia un lado pero no sin llevarse unos buenos cortes en la mejilla izquierda. Agitada y sosteniéndose la herida, saltó hacia atrás y se apartó.
—¿Qué coño es tu poder? —dijo mientras se seguía alejando de a poco— te reventé la cabeza como un melón… ¿por qué sigues viva?
El mundo se detuvo.
—Nunca me tocaste —dijo Alice a la espalda de Thalía apuñalando con una katana su muslo derecho— esas piernas tuyas… ¿ya no serán tan rápidas verdad?
La boca de Alice hacia pucheros condescendientes a la vez que sus ojos resplandecían con un brillo sádico. Thalia gritaba de dolor arqueandose de dolor mientras la sangre brotaba a chorros desde su pierna. Una mirada de desesperación se comenzó a materializar en la cara de Thalía. La muerte se plantaba ante ella. El deseo de ser más rápida que su enemigo no fue suficiente. Debió pensarlo mejor, si que debió hacerlo… y ese error ahora le costaría su vida.
—No… no. —pensó— Yo me niego a morir a manos de esta maldita… Debo salir de aquí, de alguna forma tengo que ganar. Así que con todas las fuerzas que tenía, Thalia tensó al máximo su muslo herido para detener la hemorragia y se levantó con esfuerzo apoyando la mayoría de su peso en la pierna sana.
—No importa cuál sea tu poder. Aguantaré hasta descubrirlo y matar…
Una puñalada le atravesó.
Durante una fracción de segundo vio a Alice salir de una especie de niebla para atravesarle el costado izquierdo en medio de dos costillas. El puñal militar desgarró la carne al salir y luego con un movimiento preciso lo clavó en el hombro incrustandolo en la articulación.
Thalía cayó de rodillas y vomitó sangre para luego agarrar su hombro herido. Su cuerpo estaba recibiendo demasiado daño, era prácticamente imposible defenderse de ataques que venían de la nada. Sin embargo, esa niebla... había algo muy raro en los poderes de aquella mujer. Se levantó con la poca determinación que le quedaba y miró las paredes del octágono. No había nada en la sala más que ellas dos, sin embargo Alice encontraba la forma de esconderse de ella. Hasta que la vió.
Un reflejo apenas visible por la transparencia del cristal, mostraba a Alice detrás suyo, otra vez, con el bate lleno de clavos dispuesta a machacarle la cabeza.
Así que Thalía reaccionó como un rayo.
Se apoyó en su pierna herida y tirando su torso hacia adelante para esquivar el batazo horizontal dió una patada hacia atrás con su pierna izquierda, impactando de lleno en el estómago de Alice. Esta salió disparada como si una bola de demolición le hubiera impactado de lleno mandandola hacia una de las paredes semitranslucidas.
Los huesos crujieron y un grito privado le siguió. Al girarse, Thalía vio a Alice a unos ocho metros de ella con las rodillas y las manos en el piso tratando de tomar aire a la vez que vomitaba chorros de sangre. Al parecer creaba ilusiones de ella misma y por eso Thalía no había podido golpearla. Nunca estaba donde le hacía creer.
—Se te da bien torturar —dijo Thalía escupiendo sangre— pero te salió el tiro por la culata, no dejaré que me mates.
Alice se levantó con mucho esfuerzo. Thalía había descubierto su secreto y ya no podría engañarla de esa forma. Había hecho lo más que podía con ilusiones. Pero tenía que acabar rápido, otra patada de esas y moriría seguro.
Alice desapareció de nuevo y Thalía miró hacia los cristales casi traslúcidos en búsqueda de algún reflejo.
Luces, sombras y personas se abalanzaron sobre Thalía. Sin embargo ella no perdió la vista de las paredes de cristal en ningún momento.
Y allí estaba. Venía directo hacia ella con una lanza larga que tenía un mechón rojo. Ninguna de las dos eran rápidas en aquel momento, pero Thalía se movió esquivando por milímetros la lanza que le cortó la oreja a la mitad y descargó la patada más fuerte que había dado en toda su vida.
El mundo crujió.
Durante el tiempo en que aletea una mosca espacio se distorsionó, era la potencia del impacto acumulándose, destruyendole a Alice el brazo en infinidades de pedazos… todo en una milésima de segundo… hasta que el tiempo siguió su camino.
Alice voló por el ring y estampó la cabeza contra una de las paredes del prisma octagonal. El cráneo explotó por toda la habitación y todo el piso se llenó de sangre, vísceras y huesos rotos. La astucia de Alice estuvo a punto de acabar con Thalia, pero la velocidad de reacción la salvó. Exhausta y muy dolorida se dejó caer en el piso frío. Había ganado... y su boleto a casa estaba asegurado.
Comments (0)
See all