"¡Tue!"
Lejos de Valparaiso, de vuelta en la fría tierra que se ocultaba entre humo de estufa y niebla escarchada, una seguidilla de deslices y picoteos aquejaba al vidrio de una casa poblacional; el ave de ojos perdidos se posaba inquieta en el marco, dando corridillas de lado a lado impacientemente.
Al momento asomó una sombra desde las entrañas del hogar, silencioso y aparentemente alegre, un hombre joven de largos cabellos y finas cejas negras alzó su mano hasta la palanquilla, y con un movimiento calmo, destrabó la ventana; presta emprendió vuelo el ave, posándose con abiertas alas sobre el hombro del joven, quien tras dar dos vistazos mas hacia el exterior, volvió a trabar la ventana, y cubrió nuevamente la casa con las gruesas cortinas de invierno.
–¿Cómo te ha ido, has tenido suerte? –El solitario avizor de la noche caminó pasillo a pasillo, sumido en profundo negro, debía conocer muy bien cada rincón de la casa, pues no había tanteo al aire de sus manos al transitarla en plena noche, en su lugar, era el costado de su índice el empeñado en acariciar suavemente a la cabeza del ave, que se acicalaba a si misma sin soltar polvo o plumas.
Al llegar a la habitación esperada, dejó el joven la puerta a medio cerrar, el señor de la casa esperaba emocionado a su plumífero invitado.
"Su propia cabeza"
El cuerpo decapitado reposaba placido en el ancho sillón de mimbre, con la espalda bien cómoda sobre las gruesas frazadas de lana; al verle, el ave comenzó a saltar sobre el hombro del joven, quien extendió su brazo elegante, formando un puente entre el pájaro y el cuerpo.
Alegre y cual perico en el palo de su jaula, el Chonchón bajó todo el camino en un santiamén, impulsado por pequeños saltitos hasta posar sus patas en la carne rojiza del cogote.
El pájaro anidó entonces sobre su macabro lecho, atento y oportuno, Quimey unto sus dedos en un frasco de crema verdosa, tras lo que procedió a impregnarla uniforme a los bordes del cuello cortado.
–¿Bromeas?, tenías razón, completamente, el pobre no tenía escapatoria alguna, si tan solo no hubiera sido por aquella mujer robusta...
Antilef se puso de pie, agitando un poco las patas, queriendo chequear de que sus miembros respondían, el brujo había vuelto de trabajar.
–No... que digo, conque llegue mañana temprano y lo pille saliendo a la U, el tipo ciertamente me cerrará la puerta en la cara, es uno de esos hombres que se creen listos, pero cierran su mente con llave ante algo que no conocen.
–Es bueno verte motivado, sin duda te ayudará a afrontar mejor el estrés. –Quimey sonrió con malicia, alzando un sobre de opalina de entre sus ropajes.
–¿Malas noticias? –Preguntó desanimado el notario.
–Puedo saberlo sin haberlo leído, y eso que no soy brujo. –Rió con finura el espíritu en lo que Antilef chasqueaba los dedos, se elevó entonces el sobre, y se abrió este por arte de magia, revelando una improvisada nota en papel cuadriculado.
–¿Una hoja de cuaderno?, que indecente. –Quimey refunfuñó.
–Yo diría apresurado... hay materias urgentes, ¿sabes? –El brujo suspiró, y posó sus ojos sobre el escrito.
–Urgente y malas noticias, uffff. –El Wekufe comenzó a juguetear con sus cabellos, impaciente y aburrido, sim embargo en un instante creyó percibir algo, una presencia, ciertamente, proveniente de detrás de la puerta.
–Chucha... -Antilef se agarró la barbilla y suspiró nuevamente.
–¿Qué, que tan malo es? –Atraído por la reacción del Brujo, Quimey dejó de lado su repentina sospecha, ignorando lo que había percibido tras la puerta.
–Saula y Maulen han llamado la atención... es una carta de Laqueilaf, está en Chiloé con más hermanos...
"PD: Aun me debes dos lucas, tacaño de mierda. –Con amor, Antonell Laqueilaf."
Georgio cerró los ojos con desagrado al leer esta última parte, y chasqueando nuevamente sus dedos, redujo la carta a polvo.
–¿Se habrán percatado los de la asociación?
–Peor... la iglesia. –Dicho esto, ambos hombres se miraron seriamente, mas al instante estallaron en una risa entrecortada, tratando de no despertar a Maria, quien debería estar durmiendo; ambos se persignaron en un tono burlesco, y volvieron entonces a conversar.
–¿Y qué vamos a hacer, ir hacia ellos?
–Claro que no hueon, vamos a ponernos manos a la obra antes de que el Opus Dei invoque a un Servant en vez de nosotros.
Ambos estiraron sus brazos al bostezar, casi un espejo el uno del otro, y hecho esto marcharon por los pasillos de la casa.
–¿A qué Sirviente planeas invocar, Allende? –Ambos trataron de contener la risa nuevamente, todo el camino hasta el sótano de la casa.
–Tengo este pedazo de papel, quizás sea un buen catalizador, o quizás sea una hueá falsa que compré a luca en la feria, ahora lo averiguaremos.
Tanto el brujo como el espíritu encendieron velas, revelando un gran círculo de invocación dibujado en tiza sobre el suelo, y en la mano de Antilef, una hoja amarillenta de algún libro antiguo.
"Un extracto de la constitución de 1933"
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