Comencé a ver imagenes de Dylan en sus redes sociales, yo estaba acostada en mi cama con el celular en mano, cuando recibí una llamada de Andrea, así que inmediatamente tomé el teléfono de la casa pero seguí viendo a Dylan en las fotos.
— ¿Hola? —dije al teléfono.
—Oh Alison, creí que no contestarías.
—Vamos, sonó sólo dos veces. —me reí.
—Lo sé. Oye, ya no me dijiste bien lo que pasó con Dylan y por qué los encontré así. Debes contármelo con detalle. —gimoteó y después de un suspiro le conté desde lo que sentí en la cafetería hasta que ella llegó.
Todo el rato que estuve contándole se quejó de cómo me pude enamorar de él siendo que empezamos siendo muy buenos amigos y era divertido contestar sus preguntas pero no fue la única en preguntarse eso.
—Muchos han estado murmurando cosas sobre ustedes dos y que es raro como se gustaron tan rápido.
— ¿Por qué la gente juzga a las parejas que antiguamente fueron"mejores amigos"? Es de lo mas normal que puede suceder al juntarte mejor con un chico que con más amigas. —rezongué mientras miraba las fotografías—Aparte, Dylan y yo no somos nada pero, me gusta y la gente nos critica.
—No es normal, Scarlett —gruñó Andrea por el teléfono.
—Algún día lo sabrás, porque a todos nos sucede o sucederá alguna vez. —dije sonriendole a mi celular donde veía una foto de Dylan sonriendo como siempre.
Anoche con aquella conversación, supe que Andrea jamás se había enamorado realmente de alguien, ya que es muy diferente que alguien te llame la atención a que estés enamorada. Estar enamorada es saber que algún día se alejarán pero tú moverás cielo, mar y tierra para volverlo a ver: es sentir que eres la persona más afortunada de tenerlo a tu lado, es saber que lo darías todo por él aunque fuese lo último que hicieras, es sólo tener ojos para él, porque él es tu mundo. Muchos, incluyéndome, intentan evitar este sentimiento pero es completamente imposible si alguien te hace reír, te quiere, te cuida, entre muchas cosas de las que cualquiera se enamoraría.
Subí rápidamente al salón y con poco aliento abrí la puerta casi lanzando mi mochila desde allí, era la primera en llegar o la única en el salón, pues escuché voces por detrás de mí y algunos golpeteos en mi hombro, volteé y era Rafael con Natasha platicando y llendo a su lugar. Les respondí el saludo y como estaba tan distraida, llegó alguien más y me dobló las rodillas.
—Alison, estate más atenta que cualquiera te puede tirar. —volteé y era Taylor con una paleta en la boca. Realmente era molesta pero divertida. Las únicas que faltaban en llegar al salón de mis amigas eran Andrea y Tiffany, siempre llegaban tarde.
—Por cierto, Alison, te buscaban en la cancha. —rezongó Natasha y el estómago me dio un vuelco. No veía muchas mochilas pero tampoco muy pocas así que dudaba que fuese Dylan.
Bajé despacio por las escaleras y al llegar a la cancha vi que estaban unos cuantos jugando, en eso Alexander corrió hacia mí y se quedó agachado, no me dirigió la mirada.
—Alison, lo siento por el golpe de ayer. Realmente lo siento, intentaba hacer algo pero...
—Esta bien. No importa. —interrumpí.
—Realmente te dolió, ¿no es así?
—Bueno, me torcí el tobillo y caí hacia atrás, sí, dolió, pero ya estoy bien. —le busqué la mirada y por fin levantó la vista poniendo su mano en mi hombro.
—Gracias. —sonrió y vi una mano retirando su mano de mi hombro.
—Pero que día tan soleado ¿no? —sí, era el celoso de Dylan.
—Ah, hola Dylan. —dijimos Alexander y yo.
— ¿Me permites a Alison? —tomó mi brazo y sin esperar respuesta me jaló. —Gracias.
—Y ahora, ¿qué te sucede?
—Te salvo de un terrible error. —siguió caminando hasta la banca que estaba a un lado de la cancha. —Siéntate.
—Gracias. —me senté tal cuál me indicó. —Bueno, pero ¿por qué error? Sólo se disculpó conmigo.
—Eso que. Te puedes volver a enamorar de él y no me agrada. —se sentó a mi lado y me dio un leve golpe con sus dedos en mi nariz.
— ¿Estas celoso? —me aguanté la risa y me volteó a ver rápidamente.
— ¿Qué? Claro que no estoy celoso, simplemente no quiero que me ignores.
—Eso es estar celoso. —me reí y me tapó la boca.
—Ya. Está bien, sí estoy algo celoso, sólo un poco. —quitó su mano y sonreí.
—Si fuera poco no me hubieras alejado de Alexander.
—Ya entendí. No tienes por qué repetir que estoy muy celoso. —marcó unas comillas al decir muy.
— ¿De él qué te puede causar celos? —me crucé de brazos para escucharlo y se agachó.
—Simple. Él ya fue algo más para ti y yo soy tu amigo. —se encogió de hombros y lo despeiné.
—Vamos Dylan, ¿es eso? ¿sólo porque él fue mi novio? —susurré y asintió con un murmuro. —Ni siquiera duramos una semana, eso no es muy agradable, y menos porque terminamos ya que le gustaba otra chica.
—Por eso lo odio. No puede durar un mes con quien sea que salga. —se levantó y se estiró con un bostezo. —Ya no importa, vamos al salón. —me levanté también y me rodeó el cuello con su brazo. Realmente tenía un aspecto de celos al hablarle de mi relación con Alexander, aunque haya sido la peor relación, él estaba celoso. Lo que no sabía, es que me he sentido más cómoda a su lado estos días que la semana de relación con Alexander.
Aún no tocaban y estábamos la mayoría en el salón platicando; yo estaba platicando con todas mis amigas hablando de salir algún día juntas, aunque era una conversación para matar el tiempo, no todas podíamos salir cualquier día. El tema rápidamente cambió cuando Dylan pasó a nuestro lado, todas me miraron y comenzaron a sonreir de una forma pícara.
—Alison, tiene rato que no nos hablas de como te va con Dylan. —susurró Tiffany y Andrea jadeó.
—De hecho ayer casi se besan. —Andrea recordó y todas jadearon.
— ¿Es en serio?
—Bueno sólo fue un accidente.
—Según lo que me contaste ayer no lo fue. —me miró Andrea y plasmé mi cara en la palma de mi mano.
— ¿Puedes hablar a mi favor Andrea?
—Lo siento, nos lo debes contar con detalle. —golpeteó la mesa y después de un suspiro comence a contarles todo lo que había sucedido ayer en un tono bajo para que los demás no escucharan. Era realmente molesto que siempre tuviera que contarles con detalle lo que me pasaba con él, ¿qué tenía de interesante? Pero cuando yo acabe de contarles, automáticamente cambiaron de tema y me ignoraron por completo como si mis palabras hubieran sido completamente en vano.
La maestra por fin llegó, pero al dar el primer paso al salón comenzó a dictar. Es realmente molesto que los profesores crean que siempre estamos esperando a que ellos dicten algo, pero no conozco a nadie que haga algo así, ni siquiera los nerds. Realmente molesto. Aunque quizá lo único que yo tenía de nerd, era el ser aplicada en la escuela, porque ni siquiera me iba bien en matemáticas y justo era lo que estaba por comenzar con esta maestra recién aparecida del inframundo.
Teníamos una leve evaluación de matemáticas, como dije, las he odiado desde que tengo memoria como ellas a mi, incluso aunque intente no odiarlas y poner atención, termino con un seis en mi cuaderno, algo que es aterrador para mí como una persona algo preocupada en sus notas. Tiffany, ella sí era realmente buena en las matemáticas y bueno me tocaba sentarme a su lado, suerte que es mi amiga y no me vera de mala gana al no saber hacer algo.
—Ánimo, sí puedo hacer esto. —di un vistazo y eran temas terriblemente fáciles, incluso para mí. —Bravo, se todo esto. ¡Por fin las matemáticas van a mi favor! —pero no me esperaba la segunda hoja.
—He terminado Ali.
—Realmente te admiro. —sonreí acabando lo primero y al pasar la hoja queria morir. Cálculo, trigonometría y más algebra. Con más de tres derivadas, números imaginarios entre cosas de pesadilla. Logré hacer la de raiz cuadrada pero quedaban otras cuatro.
—Alison, te ves estresada. —volvió Tiffany y sollocé falsamente.
—Odio esto.
— ¿Quieres que te pase las respuestas? —dijo y volteé a verla rápidamente.
— ¿Hablas en serio?
—Oye, somos amigas y no quiero que repruebes de nuevo. —dijo a regañadientes e hice una leve reverencia.
—Gracias, gracias y más gracias... —dije mientras ella ponía su cuaderno y me dejaba copiar. Me sentia mal copiando pero estaba a nada de irme a extraordinarios.
Ya al acabar, recibir un precioso nueve y terminar matemáticas, venían dos horas de antropología, la materia en la que mejor me va y la materia donde siempre estaba Dylan cerca de mí para ayudarle como yo me apoyaba con Tiffany en matemáticas.
—Alison, ven. Estoy solo y necesito de tu inteligencia. —grito Dylan y me encaminé con él quedando parada a lado de la silla vacía.
— ¿En qué te ayudo, celoso? —dije y me jaló sentandome a su lado.
—Insistes en eso aún. Vamos Scarlett que no soy así.
—Ya lo habias aceptado, Adam. —lo llamé por su segundo nombre para molestarlo.
—Está bien, lo soy, pero ayudame.
— ¿En qué? —lo despeiné y comencé a percibir la loción en él. Una esencia dulce y varonil que me tenía atónita.
—No entiendo la pregunta, ni me dan ganas de hacer algo.
—Sólo dice: ¿Qué tipos de energía usa actualmente la humanidad? —leí. — ¿Y no entiendes?
—No, lo siento. No soy listo ni soy intelectual como tú. Nerd. —cuando me dijo nerd sentí como si hubieran golpeado en el estómago.
—Y ¿hablándome así quieres que te ayude? —soporte el coraje y me miró.
—Oye, no lo decia a mal. Es que eres inteligente y muy lista, y... —decia pero comence a finjir que estaba llorando y me abrazo. Ese golpe se habian vuelto mariposas en el estómago y un terrible rubor en mi cara. «Maldición, realmente me gusta mucho Dylan y no quiero que deje de abrazarme y así seguir oliendo su loción.» pensé.
—Alison... ¿me estás oliendo? —dijo entre risas y no supe ni que decir.
—Hueles bien... —dije la verdad.
—Gracias. Tú... —olió mi cuello y un escalofrío recorrio mi cuerpo. —...también hueles bien. Tan bien que creo que me he puesto rojo. —susurró a mi oido y supe que en cualquier instante mi corazón saldria de mi pecho por cuanto retumbaba en mis oidos.
—Quiero verte todo rojo. —dije tratando de verlo pero me abrazo aún más fuerte.
—No. Si tengo que quedarme así hasta que se me quite y no me ayudes, no me importa. —dijo y en el primer descuido me separe de él y si, su cara sí que estaba realmente roja. — ¡Alison!
—Oye, no es un tabú sonrojarte. Aparte, te vez tierno.
—Te odio. —sonrió y seguimos trabajando aunque no quizo verme más a los ojos, realmente se había puesto nervioso, incluso más que yo y eso me sorprende, pero no quiso dejar de abrazarme.
Ya en el recreo me sente y suspiré en tono soñador. Toda yo ahora llevaba el aroma de Dylan y bueno, me provocaba cierta sensación de estar en las nubes. Cada vez me sentia más atraída por él, más indefensa por mi misma y más protegida a su lado. Realmente me estaba enamorando de Dylan, el chico raro que se me quedo viendo el primer día, él, mi nuevo vício.
—Alison, ¿por qué tan distraida? —dijo Natasha y suspiré.
—Bueno, el amor me atonta. —reí suavemente y acabé mi desayuno.
—Perdimos a Alison. —chilló Taylor y se abrazo con Natasha.
—No es para tanto, es lindo sentirse querido después de todo lo que me llegó a pasar. —dije y vi que Dylan me saludaba a lo lejos.
— ¿A quien saludas?
—A Dylan. Pasó por allí y me saludo.
—En serio que ya eres un caso perdido. —rieron las dos y Andrea llego saludandonos.
—Alison, ¿estas usando la sudadera de Dylan? —dijo siendo la primera en notarlo. Pues tenía frío y mi suéter no me cubria mucho.
—Ni ellas se habían dado cuenta.
—Es cierto, no me di cuenta. —jadeó Natasha y gimotearon.
—Quizá Dylan vaya enserio Ali. —dijeron y sonreí.
—Eso me gustaría en verdad. No estaría mal; estar juntos, que el me abrace, me consienta...
—Alison. Ustedes ya hacen todo eso. —rieron todas y me quede pensando. Algo que realmente deseaba, es que él me diera mi primer beso. Lo esperaba ansiosamente aunque sería difícil, pero yo lucharé por ello.
Todas siguieron con su desayuno normal como siempre mientras que yo me ponía a pensar en las razones de por qué no quería enamorarme de nuevo y bueno, me hacian pensar dos veces lo que estaba pasando.
• Te hacen sentir la persona más querida de este planeta y luego te cambiaban como de página a un libro.
• Te hablan mejor que a cualquier otra chica para que te derrumbes ante ellos.
• Por la otra mano tienen a alguien a quien tratan igual que a ti pero a tus espaldas.
• Del punto anterior puede ser a más de una.
• Siempre hay un final.
Al leer eso de mi agenda digital realmente me hiso pensar, pero no creo que Dylan sea esa clase de chico. ¿O sí?
Como siempre, me sentía adormilada y quería dormir. Teníamos quimica, dos horas y deseaba con toda el alma que la profesora no hubiera venido, pues si batallaba con física, quimica era peor. Me recoste en la mesa rodeando mi cara con mis brazos y en menos de lo que creí comencé a quedarme profundamente dormida. Ningun sonido, ninguna luz molesta, un lugar calido, alguien abrazandome era lo único faltante, esperaba que Dylan me abrazara pero no sentí nada.
Comencé a perder la conciencia para ya dormirme cuando escuche unos pasos leves acercandose, la única luz que me daba en los ojos fue cubierta y sentí una mano en mi cabello, pero era más mi sueño que mis ganas de ver si era Dylan, aunque al hacer una risita él, supe que sí era.
—Oye, la maestra salió de urgencia y tú dormida en las dos horas libres. —susurró y murmuré un leve gruñido. — ¿Te hago compañia?
—Ajá. —asentí a medias dormida y escuché cómo se sentaba a mi lado.
—Pareces bebé. Comes, duermes, te distraes, comes, duertes, te distraes.
—Cállate, no he dormido bien estos días. Es molesto. —murmuré con la cara hacia donde no estaba Dylan.
—Bueno duermete. Escuché que pondrían una pelicula aquí en el salón así que duerme tranquila. —se movió pero al no verlo no supe que hizo.
—Entonces no molestes porque ya... —giré la cabeza y estaba recostado en la mesa viendome. Nos quedamos viendo unos segundos, pero comencé a sentir mi rostro caliente y me volteé. — ...porque ya dijiste que duerma.
—Está bien. —abrazó mis hombros y mis piernas comenzaron a moverse con nervios.
Sus brazos eran pesados pero me hacian sentir segura. Me moví con mi silla más cerca a él y volteé a verlo. Se estaba quedando dormido conmigo para no molestar. Su rostro al dormir era realmente relajado y cálido, como un niño pequeño, incluso tenía la boca semi abierta, algo que me causo gracia y ternura. Comencé a captar su aroma y quise acercarme a él. Ya estaba dormido, así que me acerqué a su cuello y lo olí; era realmente agradable, un olor que jamás voy a olvidar. Comencé a dudar de que estuviera dormido aunque a pesar de eso, yo sólo abracé su torso y cerré los ojos.
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