- Las Emperatrices Viudas no son de cuidado. – Interrumpió el albino. – Como dijeron hace un rato, a la Dinastía Qing no le queda mucho en el Poder. – Una sonrisa astuta surgió en su rostro de manera casi disimulada, mientras comía. Por dentro, parecía reírse ligeramente de la gente sentada en su mesa. – "Además, para cuando logren averiguar algo importante, ese ya no será mi problema..."
Pese a ser no sólo uno de los siete líderes del grupo Feng Long, sino la cabeza misma de la Organización, había una diferencia entre él y el resto de la gente en ese cuarto: a él no le importaba el Gobierno Imperial ni lo que podría hacerles; de hecho, con gusto vendería el Feng Long a los Ingleses, al gobierno, o a quien fuese, si eso le ayudara a obtener lo que más deseaba. Por suerte para sus compañeros mafiosos, por lo pronto no era así.
- Propongo un brindis por una jugada tan bien hecha como esa. – Escuchó que Zhuo pronunciaba de pronto, sacándolo de sus pensamientos. El hombre de traje rojo tomó en sus manos una botella blanca, opaca y alargada, algo pequeña. Enishi pareció reconocer ese tipo de botellas de inmediato. – Por algo eres el Jefe, Enishi. ¿Te ofrezco un sake frío? Es originario por completo de tu natal Japón. – Dicho esto, extendió la botella hacia él, vertiendo con cuidado el líquido transparente en su copa. – Espero te guste.
Sake frío originario de Japón, ¿era eso cierto? La expresión del Jefe se puso seria, mientras veía fijamente como ese líquido se vertía en la copa aplanada, especial para ese tipo de bebidas. Volvió a sonreír con tranquilidad y acercó la copa a su rostro.
- Es usted muy amable, maestro Zhuo.
- El sabor del sake debe de ponerte nostálgico, ¿no es así? – Escuchó que Hong-lian preguntaba justo antes de que pudiera dar el primer trago.
- No tanto en realidad. Dejé Japón cuando era demasiado joven, así que no me tocó propiamente el probarlo. Pero... - Enishi guardó silencio, mirando fijamente el contenido de su copa. La sostenía muy cerca de él, lo suficiente como para poder percibir... su olor. – Su olor sí me trae algunos recuerdos.
En efecto, no le había tocado probarlo, pero el sake no le era desconocido. Le había tocado olerlo, sobre todo con "esa" persona. Aún recordaba el día en que le dijo: "Cuando tengas la suficiente edad, yo seré la primera persona con la que bebas, ¿de acuerdo?" Pero eso jamás ocurrió...
Pareció reaccionar de manera abrupta luego de un rato. No quería alzar la mirada, pues posiblemente todos lo estaban viendo con curiosidad, como esperando que dijera algo, o preguntándose qué le ocurría. De inmediato volvió a sonreír, y alzó su copa hacia el frente a modo de brindis.
- A su salud, caballeros. – Pronunció con entusiasmo y de inmediato se empinó todo el contenido de un sólo trago. El resto de ellos lo acompañaron.
Una vez terminado ese brindis, Hei-shin consideró que ya se habían desviado demasiado del tema, he intentó regresarlos a la reunión.
- Bueno, retomando los asuntos de negocios que estábamos tratando... - Comentó de pronto el subjefe del Feng Long, revisando algunos papeles que tenía sobre la mesa justo a su lado.
- Siempre tan serio, Hei-shin. – Mencionó Hong-lian divertido, como siempre acompañado de su distintiva risa. Hei-shin intentó no tomarle mucha importancia al comentario y continuar.
- Como saben, desde el año pasado hemos estado trabajando en la expansión de nuestras operaciones más allá del territorio de China, algo que el Feng Long ha buscado desde su inicio. Con respecto a este tema, tenemos algunos nuevos clientes potenciales en el extranjero, muy interesados en hacer negocios.
- ¿De qué se trata ahora? – Cuestionó Ang. – ¿Más rebeldes de la India que se levantan contra los Ingleses?
- No, no se trata de eso. Hay dos casos particulares que quisiera comentarles, sobre dos grupos diferentes que han establecido contacto con nosotros, y los dos provenientes... de Japón.
Un silencio profundo se creó de la nada, y las miradas se giraron de Hei-shin, hacia Enishi, el cual no permaneció ignorante a este hecho.
- Ah, ¿ahora sí sientes nostalgia, muchacho?– Le preguntó en un tono de broma el hombre robusto de barba.
- No, claro que no. – Le contestó él a su vez, agitando su mano derecha. – Recuerden que fue mi iniciativa personal el procurar ampliar nuestros negocios hacia... Mi querida tierra natal. Pero no tenía idea de que ya teníamos clientes interesados. ¿De qué se trata, Hei-shin?
- Bueno, el primero es un hombre... - Comenzó a explicar, mientras revisaba la información que tenía. – Un empresario japonés, muy rico al parecer. Lo investigamos, y parece que hizo su fortuna en diferentes negociosos, sobre todo con terrenos, propiedades y comercio de petróleo con el exterior.
- ¿Petróleo? – Interrumpió el anciano Ming-hu, al no parecerle familiar el término "petróleo" que acababa de usar.
- Es un líquido negro que sale de la tierra, maestro. – Le contestó Enishi. – De seguro han oído el término "agua putrefacta", bueno, es una manera en algunos le llaman. En los países orientales sigue siendo solamente eso, y por ello el gobierno Meiji no tiene expropiadas las tierras con esta sustancia, pero a varios países de occidente ya les están haciendo estudios para su uso como combustible. Según he oído, es muchísimo más efectivo que el carbón. Por eso, actualmente en Japón cualquier hombre de dinero que sea propietario de tierras con pozos petroleros, puede hacerse muy rico comerciándolo. Deberíamos de considerar el hacerlo aquí en China también, ¿saben?
La información pareció serles de mucho interés a los presentes. No tenían ni idea de ello; en verdad sus dos jefes actuales sí que estaban al día con ese tipo de información. Como fuera, ya habría tiempo de abrir una nueva línea de negocio; en ese momento estaban hablando de sus posibles clientes.
- ¿Y qué desea nuestro rico amigo japonés? – Preguntó Ang, ahora aparentemente más interesado en la conversación que antes. – ¿Armas para sus guardaespaldas o ejército privado, mejores a las del propio ejército Japonés?
- ¿Mejor que arcos y piedras? – Agregó Chang-zen en voz baja desde su asiento.
- No los subestimaría tanto. – Comentó Hong-lian, no muy de acuerdo. – Japón ha progresado bastante en los últimos años después de la Revolución Meiji. No me extrañaría que dentro de poco fuera una nación muy poderosa.
- Una nación poderosa tiene hombres poderosos. – Señaló Zhuo a su vez. – Y por eso es importante comenzar a negociar con ellos. Y bien, ¿qué es lo que desea, Hei-shin?
- Bien, lo habitual según parece. Metralletas, rifles, fusiles, cañones... - Guardó silencio de pronto por unos segundos, repasando el contenido del documento que estaba leyendo. – Ah, sí, lo olvidaba; sí hubo una petición fuera del lo habitual. Nuestro contacto nos comentó que tiene cierto interés en adquirir un barco de guerra.
Este dato pareció sorprenderlos. ¿Un barco de guerra?, ¿para qué querría un empresario rico un barco de guerra? Pedir armas era común; normalmente ese tipo de hombres quería que sus guardaespaldas tuvieran las mejores armas, y algunos incluso tenían a pequeños ejércitos a su mando, sobre todo si se trataba de mafiosos, como ellos por ejemplo. Pero, ¿un barco de guerra? ¿Qué tipo de uso podría aplicarle a algo como eso?
- ¿De qué tipo? – Preguntó curioso el hombre de lentes oscuros.
- Las palabras exactas del comunicado que nos enviaron son: "Algo que la armada Japonesa nunca en su vida haya visto".
El silencio reinó en el cuarto en ese momento. No había lugar a dudas; eso era algo más que sólo un hombre rico pidiendo armas para sus hombres.
- ¿En otras palabras algo como para que el gobierno Meiji se haga en los pantalones? – Comentó Hong-lian, ahora extrañamente más serio que antes.
- No se tiene que ser un genio para saber lo que eso significa. – Agregó Chang-zen, alzando su mirada con cuidado. – ¿Quiere iniciar un movimiento contra el gobierno acaso?
- Es probable, pero no dice nada de eso en el comunicado. Pero si se tratara de eso, de seguro procurarían que el menor número de personas se entera de ello.
Eso cambiaba un poco las cosas. Como en cualquier negocio, existían estrategias y modos de actuar diferentes, dependiendo del cliente con el que tratas. Las guerras, los levantamientos y las rebeliones, eran clientes muy diferentes a los empresarios y hombres de dinero, y los primeros siempre eran excelentes fuentes de ingresos para su negocio. Su nuevo cliente japonés ganó el interés de todos de un momento a otro.
- ¿Quién es ese comprador? – Preguntó Enishi, rompiendo el silencio. Hei-shin de inmediato buscó el dato en sus documentos.
- Su nombre es... Shishio Makoto...
Shishio Makoto, un nombre con fuerza, o ese fue el primer pensamiento que pasó por la cabeza del único japonés en la mesa. Un hombre rico que deseaba armas, y hace referencia específicamente al gobierno Meiji. Durante los últimos once años, las revueltas contra el gobierno que siguió a la Revolución no habían sido pocas, pero había algo en ésta que le llamaba la atención, en especial por encontrarse tan cerca de ese día tan esperado para él. Mientras los demás de seguro pensaban en precios, ganancias, beneficios y posibilidades, Enishi sólo pensaba en una cosa: cómo podría usar ello en su beneficio.
- Su hombre de confianza de nombre Hoji vendrá a Shanghái en algunas semanas a discutir directamente el trato y ver qué le ofrecemos. – Prosiguió Hei-shin con su explicación. Inmediatamente después, Enishi tomó la palabra antes que nadie.
- Propongo uno de nuestros barcos revestidos en acero. – Señaló, indicándole al Número Dos, quien comenzó a anotar lo que decía en una hoja. – Uno de esos modelos pequeños, pero capaces de cruzar largas distancias en corto tiempo y de ocultarse debajo una fachada de madera, y con el casco que resiste impactos de mediano impacto.
- ¿Un Rengoku? – Interrumpió el hombre de negro, a lo que él asintió como afirmación.
- Ese mismo. Definitivamente es algo que los Japoneses no han visto. Como fuerza de ataque extra... - Guardó silencio un par de segundo, para intentar pensar en que sería lo mejor para ofrecer. – ¿Qué te parece montarle un Cañón Armstrong de 400 libras?
- ¿No es un poco exagerado? No sé si estén dispuestos a gastar tanto.
- Se lo ofreceremos, y si lo quiere, se lo daremos. Necesitara mucho poder si es que es verdad que piensa enfrentar al gobierno Meiji. Prepara todo para recibir al enviado, Hei-shin.
- Sí, señor.
Hei-shin no estaba seguro de hacer esa oferta. Ese tipo de fuerza normalmente era adquirida por gobiernos; sólo comprar un Rengoku representaría un gasto significativo para un hombre de negocios, por más rico que fuese. Aunque, si realmente estaba planeando una rebelión, no dudaba que el costo valdría la pena. Habría que esperar a ver qué pasaba.
- ¿Los atenderás tú directamente, Enishi? – Preguntó Hong-lian con curiosidad al escuchar sus palabras. Rara vez Enishi trataba directamente con los clientes.
- Son japoneses, así que tal vez se sientan en más confianza negociando conmigo.
Hong-lian asintió y sonrió con satisfacción ante esa respuesta. Era una buena jugada, se notaba que realmente era un hombre inteligente.
Una vez apuntado todo, Hei-shin continuó con la información que estaba transmitiendo. Como había dicho, había un posible cliente más.
- Pasando a lo siguiente, hay otros compradores que también son japoneses y que también buscan adquirir armas con nosotros.
- ¿Más empresarios? – Preguntó con fastidio Ming-hu, quien se había mantenido algo apartado desde hace un rato. De seguro seguía molesto por la discusión que había surgido con respecto al gobierno Imperial.
- No lo creo en realidad. Se contactaron por nosotros por medio de nuestros contactos en Hong Kong. Parece que buscan armas como para armar a un ejército, aunque no estoy seguro para qué. Según indica nuestra investigación, parece ser algo así como un grupo o secta religiosa de Japón del Sur, tal vez buscan armas para protegerse del gobierno o de la gente. – Rápidamente buscó entre la información que traía el nombre del grupo, pero el único dato que poseía era un nombre de persona. – Bueno, parece que el comprador es alguien de nombre... Amakusa Shougo...
FIN DEL CAPITULO 1
Un nombre resuena en la mesa del Feng Long, y de inmediato llama la atención de Yukishiro Enishi ¿Quiénes son esos dos nuevos clientes que aparecen en su camino?
Capitulo 2: Amakusa
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NOTAS DEL AUTOR:
- La Emperatriz Viuda Tz'u-Hsi y de la Emperatriz Viuda Ci'an fueron dos personajes históricos reales, ambas miembros de la Dinastía Qing. Entre las dos tuvieron el control de China durante el final del Siglo XIX. Los Emperadores Xianfeng, Tongzhi y Guangxu también fueron emperadores reales de la Dinastía Qing; los rumores con respecto a la muerte de Tongzhi y la situación de Guangxu sobre su edad, también lo son.
- La Guerra del Opio fue un conflicto histórico real, sucedido entre 1839 y 1842, entre China e Inglaterra, culminando con la firma del Tratado de Nankin, por el cual se le cedió Hong Kong a los ingleses, y se le obligó a China a abrir cinco puertos al comercio internacional, entre ellos Shanghái.
- Los personajes de Enishi, Hei-shin y sus cuatro guardaespaldas que aparecieron en este capítulo, son personajes ficticios exclusivos del manga de "Rurouni Kenshin". Enishi aparece del capítulo 152 al 251. Hei-shin y sus cuatro guardaespaldas del 214 al 250. Ninguno apareció nunca en el anime.
- El Personaje de Shishio Makoto que se menciona en este capítulo es un personaje ficticio perteneciente a la serie de "Rurouni Kenshin", antagonista principal de La Saga de Kyoto, del capítulo 28 al 62 del Anime y del 48 al 151 del Manga.
- Xung-Liang, Hong-lian,Ang, Zhuo, Chang-zen y Ming-hu son personajes originales de mi creación, hechos especialmente para esta historia. Ninguno de ellos apareció ni se mencionó en ninguna versión de la historia original.
- El nombre de Feng Long también es de mi creación. En el manga nunca se le dice a la Organización de Enishi con algún nombre en especial, solamente se refieren a ella como la "Mafia de Shanghái".
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