Tenía miedo de verla fijamente, y miedo de ver la expresión de su rostro, el asombro, o miedo, tal vez enojo. Mis dedos apretaban con fuerza mi falda, y sentía que mi corazón estallaría en cualquier momento de lo rápido que latía. Tomoyo no decía nada; se había quedado en absoluto y profundo silencio, aún después de que yo hubiera terminado. El silencio era agobiante, casi una tortura para mí. Al final, más por mero reflejo que de manera consciente, terminé por voltear a verla la manera tímida. La escena que vi ante mí, me dejó anonadada.
Tomoyo estaba de pie a menos de un metro de mí, con el cielo anaranjado del atardecer a sus espaldas. Tenía sus hermosos ojos azules totalmente abiertos, al igual que sus labios separados. Sus pupilas brillaban, pude notar como una lágrima le había recorrido toda la mejilla, iniciando en su ojo derecho. ¿Estaba llorando?
- ¿Es acaso esto un sueño? – Escuché cómo decía de pronto, aunque no entendía a qué se refería. – Si es así... No quiero despertar... Por favor, no me despiertes...
Un par de lágrimas más brotaron de sus ojos. De la nada, alzó sus dos manos y se tapó por completo su rostro con ellas. Estaba sorprendida, casi asustada. En todos los años que llevaba siendo amiga de Tomoyo, nunca jamás la había visto llorar. La había visto triste, pero nunca llorando.
- Tomoyo... Por favor... No llores. Lo siento, no quise...
- No estoy llorando de tristeza. – Escuché como decía entre gemidos. – Me imaginé este momento tantas veces. Me imaginé tantas formas de cómo lo dirías, los lugares, los momentos... Pero siempre fueron sólo fantasías, imaginaciones; sabía que nunca pasaría en realidad. Por eso, si éste es un sueño, no me despiertes... Déjame disfrutarlo sólo un poco más... Un instante más...
- Pero... ¿Qué dices, Tomoyo? ¿A qué te refieres...?
Di un paso al frente, pero eso fue suficiente para que ella tomara su propia iniciativa, y se me acercará abruptamente, rompiendo e un instante toda la poca distancia que nos separaba. Me rodeó con sus brazos, pegándose a mi cuerpo por completo, y pegando su rostro contra mi hombro. Sentí como temblaba ligeramente, y algunos sollozos se escapaban de su garganta.
- Te amo Sakura... Siempre te he amado. Cada vez que me refería a mi persona especial, cada vez que hablaba de esa persona a la que quería ver feliz, esa persona siempre has sido tú. Eres el ser más maravilloso y hermoso que he conocido. Siempre he admirado tu fortaleza, tu pureza de corazón, tu convicción y bondad. Desde el primer día que te vi, supe que quería estar a tu lado para siempre. Pero sabía que a lo más que podía aspirar era a ser tu amiga, y siempre estuve bien con eso. Con tal de poder estar contigo y de verte sonreír, con eso me era suficiente. Pero ya no puedo más, ¡no puedo más! El escucharte decir lo que acabas de decir, destrozó por completo el muro que había puesto alrededor de mis sentimientos hacia ti, y ya no puedo ocultarlos más... ¡Te amo!, eres el amor de mi vida... Y te pido lo mismo que me dijiste. No me odies ni pienses mal de mí... Por favor...
Sentí como sus brazos se aferraban más a mi cuerpo.
Los papeles se habían invertido en un abrir y cerrar de ojos. Ahora yo era la que se encontraba impactada, incapaz de reaccionar. ¿Era cierto lo que acababa de decirme? ¿Tomoyo estaba enamorada de mí?, ¿lo había estado desde siempre? Eso no era posible... ¿O sí? Un sin número de momentos pasaron frente a mis ojos uno tras otro, como una película en alta velocidad. La persona especial que Tomoyo mencionaba en ocasiones, todo lo que estaba siempre dispuesta a hacer por mí, algunas cosas que me decía a veces... ¿Sería posible?, ¿en verdad había estado guardando todos esos sentimientos por mí y yo jamás me había dado cuenta? Siempre supe que era algo distraída o ciega con este tipo de cosas... ¿Pero a este extremo?, ¿en verdad nunca se me cruzó por la cabeza esta posibilidad? No, nunca, jamás...
Conocía a Tomoyo, o al menos eso pensaba, y me estaba preparando para que dijera de la manera más delicada y dulce que no sentía lo mismo por mí, que me quería mucho como su mejor amiga, o incluso, al igual que Yukito, me ayudara a aclarar lo que sentía. Pero nunca me esperé algo como eso, nunca esperé que perdiera toda esa calma y serenidad siempre presente en ella, que se olvidaría de las etiquetas y me dijera esas palabras de frente, para luego darme ese fuerte y caluroso abrazo.
Mis manos temblorosas comenzaron a alzarse lentamente, y rodearon con delicadeza el su cuerpo esbelto y tibio. Pegué también mi rostro contra su hombro, y algunas lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas sin poder evitarlo. Comencé a sentir un fuerte ardor en mi pecho, y mis labios empezaban a dibujar una amplia sonrisa sin que pudiera evitarlo. Me sentía... Feliz, enormemente feliz, como no me había sentido en muchísimo tiempo. Comencé a llorar un poco, y me pegué aún más a ella. Ambas nos quedamos juntas por largo rato, abrazándonos, escuchando los sollozos de la otra.
No pasó mucho tiempo antes de que ambas empezáramos a hablar más abiertamente del tema, y todo evolucionara hasta el punto que ambas diéramos el paso, y decidiéramos ser una pareja... Una pareja real, dos personas que se gustaban enormemente, y que deseaban estar juntas; una pareja con todo lo que esto implicaba.
Antes de Tomoyo, lo más cercano a un novio que había tenido fue Shaoran. Yo le gustaba, y él me gustaba, y probablemente, si las cosas hubieran sido distintas en aquel entonces, podría haber surgido algo más entre ambos; más no fue así. Aunque debo admitir que, pese a cómo terminaron las cosas, aún en estos momentos lo mantengo en mi corazón como un muy hermoso recuerdo de mi infancia, junto con toda la gran cantidad de aventuras que viví en esa época tan especial para mí.
Pero estoy divagando. El caso es que, hasta ese momento, mi experiencia en este tipo de relaciones era poca, o casi nula en realidad. Nada de lo que hubiera vivido o visto hasta entonces me prepararía en lo absoluto para tener un novio real, menos una... novia. Por ello, las cosas de pareja fueron un poco problemáticas para mí en un inicio. Los asuntos como salir juntas, platicar, compartir problemas, secretos, ayudarnos mutuamente, hacer nuestras tareas y demás, no eran problema, pues era lo que habíamos hecho desde que nos conocíamos; ese tipo de puntos ya los tenía más que controlados. El verdadero problema fueron los contactos más... físicos.
Y es que, cuando al fin nos hicimos una pareja, incluso la cosa más pequeña cambió por completo para mí. Tomarnos de la mano, por ejemplo, pese a que lo hacíamos a cada momento cuando éramos solo amigas, se convirtió en algo extremadamente penoso, y que provocaba que mi rostro se acalorara. No era que no quisiera o que me desagradara el hacerlo; todo lo contrario. Era sólo que... No lo sé, simplemente todo se había vuelto diferente, y por lo tanto nuevo para mí. Ya no era a mi amiga a la que tomaba de la mano, era a mi... Novia, y eso lo volvía algo casi de otro mundo, y no sabía cómo reaccionar o lidiar con ello. Por suerte, lo de las manos fue fácil de superar en corto tiempo. La verdadera primera gran prueba fue lo que vino después de ello: el primer beso.
Muchos piensan, por alguna razón, que Shaoran y yo nos dimos nuestro primer beso durante nuestros años de primaria, pero no fue así. Creo que muchos lo dicen por la vez que nos tocó hacer una obra juntos en la escuela, pero la verdad es que no nos besamos en esa ocasión; y aunque así hubiera sido, no contaría... ¿o sí? No puedo hablar por él, pero yo jamás había besado a nadie, no en los labios, y no antes de "ese" momento. Los días anteriores a él fueron los más difíciles, y soy la primera en aceptar que no me comporté como una muy buena novia en aquel entonces; incluso me siento un poco mal al recordarlo.
A diferencia de mí, Tomoyo nunca pareció tener algún problema para lidiar con ese tipo de situaciones. De hecho, siempre parecía buscar algún momento y lugar en el que se pudiera dar el primer beso; creo que ella realmente lo anhelaba con fuerza. Cuando estábamos solas, abrazadas, o tomadas de la mano, se me acercaba de manera gentil, me miraba fijamente a los ojos, y con sólo verlos podía percibir de inmediato lo que deseaba. Yo también lo deseaba, enserio que sí. Pero siempre, por algún motivo, cuando ella hacia ese primer acercamiento... Yo me alejaba, retrocedía, desviaba la cabeza, o le sacaba la vuelta... Lo que fuera para evitarlo. Me sentía horrible. Siempre que me pasaba, yo me disculpaba, y ella simplemente me sonreía con toda esa ternura que siempre radiaba, y me decía que todo estaba bien; pero yo sabía muy bien que en el fondo, detrás de esa sonrisa y esas palabras, la estaba lastimando con mi rechazo, y mucho.
Tal vez llegó a pensar mil y unas cosas; tal vez creyó que no me gustaba, o algo peor. Pero deben entenderme, esto era muy difícil para mí. Hasta hace poco, yo veía a Tomoyo como mi mejor amiga, casi como una hermana, y tras dar ese primer beso, significaría que dejaría de serlo de manera definitiva, para pasar a ser algo más... Y eso me asustaba un poco. Sería un paso realmente importante tras el que no habría vuelta atrás. Hasta ese punto, aún podríamos volver a cómo estábamos antes... ¡No es que lo deseara así!, solamente era consciente de que la posibilidad estaba ahí. Pero luego de eso, Tomoyo me habría dado mi primer beso, y con ello la aceptaría por completo como lo que era: mi novia, y ella me aceptaría a mí; y de eso no habría una vuelta atrás tan sencilla.
Tal vez podría habérselo dicho de esa forma, en lugar de sólo evitarla sin dar ninguna explicación; que de hecho tampoco nunca me exigió, aunque estuviera en su derecho de hacerlo. Pero tenía miedo de que interpretara mis comentarios de manera incorrecta, que se molestara. Creía que cuando el momento fuera el adecuado, cuando al fin me sintiera lista, sucedería. ¿Y saben qué? Así pasó.
Fue aquí mismo en mi cuarto, el lugar en el que ambas estamos reposando justo ahora. Era de tarde, tal vez ya había anochecido, y estábamos las dos solas en casa; incluso Kero estaba ausente, ya que desde un par años atrás había empezado a agarrar más confianza y salir a la calle solo de vez en cuando, para ir a visitar a Yukito y a Yue, o a la señorita Yuuko y a Watanuki-kun, que es de hecho justo dónde se encuentra en estos momentos... ¿Cómo?, ¿Quiénes son la señorita Yuuko y Watanuki-kun? Sí, creo que no conocen esa historia, pero eso será para otra ocasión.
Aquel día acabábamos de terminar los deberes, y empezamos a ver un programa en la televisión de mi cuarto. Había colocado unos cojines en el suelo para que nos sentáramos una junto a la otra, y traje una bolsa de frituras de la cocina para que las compartiéramos. Lo curioso es que recuerdo todo de aquel momento, excepto que programa veíamos, así que supongo que no era nada muy interesante. Recargué mi cabeza en su hombro, ella recargó su cabeza en la mía, y nos tomamos de la mano delicadamente. Nos quedamos así por largo rato sin decir nada, sólo viendo la televisión en silencio.
En algún momento, no sé por qué en realidad, alcé mi mirada hacia ella, y la miré fijamente. Ella también volteó, y nuestros ojos se encontraron. Nos quedamos así por unos segundos, sin decir nada, simplemente mirándonos fijamente. Tomoyo siempre se preocupa, incluso hasta ahora, por estar bien arreglada cuando está conmigo. Se pone perfume, ropa bonita cuando no está usando el uniforme, se arregla su cabello, y se maquilla de manera discreta. Anteriormente siempre estaba muy presentable, pero lo empezó a hacer con más frecuencia y de forma más notoria cuando nos hicimos pareja. Y ese día en especial, estaba radiante... Se había puesto un perfume que olía delicioso, olor a fresas o uva, o alguna otra fruta, pero olía realmente bien. Tenía un poco de sombra azul en los ojos, muy ligera, y algo de rubor. Tenía el cabello suelto, pero con un broche nuevo de color morado y azul adornando su cabello del lado izquierdo.
Yo fui quien tomó la iniciativa en esa ocasión. ¿Por qué? No lo sé, simplemente admiré su rostro, su hermoso rostro, sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios delicados... Y mi mente se despejó por completo. De un momento a otro, ya no había más miedos, ni dudas, ni nada que me detuviera. Sólo había un pensamiento en mi mente: deseo con todas mis fuerzas besarla; y así lo hice. Mi cuerpo se inclinó solo hacia ella, y uní mis labios a los suyos sin la menor espera. Fue un momento tan dulce, tan cálido; el tan sólo recordarlo me hace sonrojarme. Los labios de Tomoyo eran delicados, suaves muy dulces, y la sensación que me ocasionaron fue totalmente distinta a lo que me había imaginado. Al inicio sólo me quedé quieta, teniendo mis labios pegados a los suyos, sin moverme, o más bien sin saber si debía moverme o algo... Ella tampoco se movió, creo al inicio estaba algo sorprendida. Pero luego de un rato, empecé a sentir como me rodeaba con sus brazos, y me atraía más hacia ella. Empezó a mover sus labios lentamente contra los míos, de una forma muy delicada, con la que podía sentir por completo cada milímetro de piel rozándose. Pequeños destellos de electricidad me recorrieron el cuerpo cuando ella empezó a hacer eso. Era un beso, un beso de verdad... Mi primer beso.
Estuvimos unidas por varios segundos, y aunque nos faltara el aire, ninguna parecía querer apartarse de la otra. Pero al final tuvimos que hacerlo, pero no nos separamos tanto. Dejamos nuestros rostros unos centímetros de la otra, y empezamos a inhalar y exhalar con agitación, intentando recuperarnos; el aliento cálido y agradable de Tomoyo acariciaba con suavidad mi rostro. Casi como si temiera que me arrepintiera y me alejara, sentí de pronto como tomaba mi rostro con sus dos manos, y volvía a unir sus labios a los míos, para seguir en dónde se había quedado. Cerré mis ojos y simplemente me dejé llevar...
Fue justo como había pensado en un inicio; luego de que ello, Tomoyo dejó por completo de ser sólo mi mejor amiga, casi mi hermana, para convertirse íntegramente en mi novia. Ya no había otra forma de describirla: ella era mi novia, Tomoyo...
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