Con una impulsividad que en su vida había utilizado, Janna saltó a la escena atravesando la pared de la anciana, haciendo que en unos segundos se encontrara en frente de los tres personajes que había estado espiando. Pero antes de que cualquiera de ellos pudiera esbozar alguna palabra, el lugar de encuentro cambio completamente. Aparecieron encerrados en un domo hecho de una densa niebla de color violeta y negro. Además, se percataron que había muchos cuerpos humanos sin vida, algunos descuartizados y otros en etapa de descomposición, todos desperdigados en el suelo alrededor de Janna, la oiran, la muchacha y el monstruo que la acompañaba.
— Así que eras tú la entrometida. Escucha, mi nombre es Alice, y soy la dueña de esta alma ahora, te suplico que te apartes de nosotros. — mencionó con una voz dulce, pero en tono hostil, la joven acompañada de la gigantesca sombra, la cual ahora poseía el doble de su tamaño.
Esta vez nuestra espía pudo reconocerla con claridad, Alice era la misma joven de cabellos claros que vio en el funeral que visitó accidentalmente. Y si, llevaba el mismo símbolo de yin y yang que vislumbro la primera vez, junto con el sombrero negro, la blusa de flores, falda negra, medias negras y botines de la primera noche enfrente de la casa de Sebastián.
— Yo no creo que por asistir a funerales de extraños las almas te pertenezcan. ¡Apártate tú! Al menos yo conocía en vida a Sebastián. — replicó la joven fantasma señalando con la mirada a la oiran, la cual, aun de espaldas, se había cubierto el rostro con su abanico.
— Yo también lo conocí en vida, pero eso no quita el hecho de que ustedes ya no son pareja. Incluso el matrimonio es hasta que la muerte los separe, ¿no es así? — respondió sonriente.
— Mira niña, no vengo por razones románticas, y si tengo que pasar sobre ti primero para lograr mi venganza, ¡así lo hare!
Tan pronto como ella termino de hablar, la luz color cian volvió a envolver sus ropas acompañada del corazón hecho de fuego en su pecho, pero antes de que diera un paso hacia adelante, fue interrumpida por una voz familiar.
— Cuanto tiempo sin vernos, amor.
La oiran giró su figura hacia la resplandeciente joven y bajó el abanico que cubría su rostro para que pudieran verse frente a frente con claridad. En efecto, era Sebastián quien estaba vestido con el atuendo japonés. Dado a que siempre fue un muchacho esbelto, de espaldas no hubiera sido sencillo distinguir que se tratara de un hombre y no de una mujer. Y a pesar, de toda la indumentaria que llevaba en el cabello y el maquillaje del rostro, Janna aseguró a su presa distinguiendo sus ojos y su voz gruesa y profunda que lo caracterizaba en vida.
— Sabía que eras tú, pero ya no tienes derecho de llamarme así.
— Pero amorcito ha pasado tanto tiempo, creí que aún me amarías o, todo lo contrario, que ya me habrías olvidado. — mencionó sonriendo en un tono coqueto en su voz al inicio, para terminar en un tono seco y claramente enfadado.
— He estado encerrada en este mundo, vagando sin descanso. No supe porque desperté hasta que recordé que tú me abandonaste. Si te destruyo, quizás por fin pueda largarme de este mundo. — respondió, dejando escapar algunas lágrimas por la impotencia y su figura se empezaba a teñir de un tono azul más oscuro.
— Pero no tiene sentido, ¿Por qué él es tu detonante? ¿Quieres destruirlo por haber terminado contigo? ¿acaso es esa relación lo que te encierra aquí? — preguntó Alice.
— Él no termino conmigo; él me traicionó, se llevó mi vida en lugar de mis sentimientos. — Dijo Janna mientras todas sus tonalidades se apagaron; pues, en su mente, aun estaba la imagen de si misma en el espejo de su habitación, una joven veinteañera, de rasgos finos y orientales, tez clara y su cabello corto hasta los hombros teñido de lila, además de una figura curvilínea y proporcionada, dando inicio a su relato — Acababa de mudarme, y mi nueva dirección iba a ser una sorpresa para mis padres. Sebastián era el único que me había ayudado con la mudanza. Para celebrarlo, esa noche íbamos a vernos, y al día siguiente invitaría a mis padres y mis mejores amigos a mi nuevo hogar. Recuerdo haberles mencionado a todos ellos que saldría a cenar con mi novio. Luego de eso, me preparé para la velada y una vez lista, procuré dejar todo limpio y sin peligro en el primer piso; siempre había sido muy cuidadosa porque algunos parientes me habían mencionado sus accidentes viviendo solos. Decidí subir y esperar la llamada de Sebas en mi habitación en el 2do piso. Esperé, y le dejé algunos mensajes, ya que se tardaba en llegar. No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero el fuego llegó antes que él. Vi el humo, y bajé inmediatamente, pero al ver que había flamas en distintas partes preferí salir por el lugar menos peligroso, que era la puerta de la cocina. Llamé a los bomberos antes de que el fuego me alcanzara, pero había alguien en la casa, me golpeó en la nuca y caí al suelo. Me desmayé por el humo o eso creí, quizás desperté brevemente ya que, si recuerdo mi dificultad para respirar, pero — mientras relataba se frotaba las cienes, para apaciguar el dolor que le provocaba recordar — cuando desperté del todo, ya estaba muerta. Jamás olvidaré lo aterrador que es ver tu propio cuerpo en el suelo. Pero algo no encajaba en ese accidente, sé que no olvide la llave de gas encendida y no imagine el golpe que me dieron. Me mataron y ¿quién más podría preparar la escena sino alguien que conocía mi casa y mis planes?, incluso si él no fue mi asesino, tenía que haber mencionado mi dirección a alguien a pesar de que le dije que lo guarde como secreto. Y como coincidencia él no llego a mí casa, jamás estuvo ahí a pesar de todo el tiempo que lo espere. Por eso decidí buscarlo. Y si realmente ustedes se han conocido en vida, él jamás te menciono, por ende, no tengo porque confiar en tus palabras. Liquidarlo es la primera respuesta, ¡vengarme por haberme asesinado! — con este grito de guerra, Janna se tiñó de un tono rojo sangre y empezó a lanzar hacia Sebastián fuego creado desde sus propias manos a diestra y siniestra.
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