La oiran reaccionó rápidamente moviendo su abanico de un lado a otro en forma ondulante, provocando ráfagas de viento helado que le servían como defensa de las llamas que nuestra fantasma arrojaba. La joven humana se encontraba perpleja observándolos, únicamente atinó a movilizarse hacia atrás y; desde la orilla del domo, casi pisando los cuerpos en el suelo, intentaba comprender como ambos podían tener esa clase de poderes. Los veía recorrer el domo a paso lento conforme se agredían mutuamente con sus ataques, como si bailasen; dejando que la luz del fuego chocando con el viento y dispersándose hicieran un espectáculo maravilloso en la atmosfera. Alice, parecía encontrarse a mitad de una toma de decisión, pues mientras ellos peleaban, la sombra a su lado se hacia un poco más amplia y le susurraba palabras que, a juzgar por la mirada de la chica, no deseaba escuchar.
— Pero ellos son muy fuertes — le respondió a la sombra — ¡ya no quiero ser parte de esto! ¡Escúchenme, es un mal entendido, dejen de pelear!
Enfrascados en el calor de la batalla, ninguno de los dos individuos parecía haber siquiera escuchado los gritos de la joven rubia, y mientras más grandes se hacían sus fuerzas, más denotaban en sus rostros sus motivaciones. Ya que, por un lado, ella ardía con el fuego de la ira que comprendía su deseo de venganza, teniendo los ojos encendidos y una monstruosa expresión de enfado, acompañado de dientes filosos en el interior de su boca, que lograban apreciarse conforme jadeaba del esfuerzo en movilizarse y atacar; por otro lado él, a pesar de tener un semblante enfurecido, tenía los ojos vidriosos, con lágrimas que rodaban en sus mejillas logrando que su maquillaje se deformara conforme iba transcurriendo la pelea.
— ¡Por favor, deténganse! — imploró gritando nuevamente la muchacha rubia, acercándose lentamente hacia el campo de batalla.
— ¡Tu novia te está hablando! — le gritó Janna a la oiran.
— ¡Yo no tengo novia! — dijo el joven mientras arremetía con una ráfaga más amplia.
Alice estaba en dubitativa respecto a su proceder, pero, cuando volvió la mirada y se percató que la gigantesca sombra detrás de ella generó una aterradora sonrisa, se sobresaltó por el miedo que le inspiraba, a la vez que despejó todas las dudas que poseía. Giró nuevamente la cabeza hacia la pareja embravecida, y respirando hondo corrió hacia el enfrentamiento.
La joven fantasma, aunque enfurecida, logró ver por el rabillo del ojo a la humana acercarse, e inmediatamente dejó de disparar con sus flamas. La oiran, al contrario, aprovechó el cese del fuego para lanzar un golpe de viento directamente hacia Janna.
Como era de esperarse la ventolera gélida impactó al cuerpo más cercano, a Alice. El viento fue dirigido con tanta fuerza que empujó a la joven hasta hacerla chocar con las paredes del domo y caer inconsciente sobre los cadáveres.
Janna permaneció inmóvil, completamente sorprendida por la escena que acababa de vislumbrar. No cabía en su lógica porque motivo la agrediría, si Alice era su conocida, o incluso tal vez su aliada al ser quien lo buscaba.
— ¡¿Qué te pasa?! ¡Tu pelea es conmigo! – gritó la joven indignada a su contrincante.
— ¡Ella ni siquiera me interesa!, yo no la recuerdo, solo recuerdo tener que deshacerme de ti. – respondió enfurecido.
— ¿De mí? ¿¡Y yo que te he hecho!?
— ¡Matarme por supuesto!
— ¿Que? — algunos recuerdos golpearon su cabeza haciendo que el dolor volviera a ella — te equivocas, ¡yo jamás hice eso!
— Tú dices que yo planeé tu asesinato, o en cualquier caso revelé tu dirección, pero no fue así. Y, al contrario, yo te culpo a ti por lo que me sucedió la misma noche que íbamos a vernos. – mencionó movilizándose lentamente por el domo, sin darle la espalda, con una mirada llena de amargura y tristeza entremezclados, dando su versión de los hechos — Recuerdo que salí de mi casa con la dicha de siempre, me dirigía hacia tu nuevo hogar con prisa para no llegar tarde, pero una mujer me detuvo. Me llamaba desde la oscuridad, seguido de unos susurros. No recuerdo su rostro, se encontraba en la parte oscura de una escalera que llevaba al 2do piso del edificio. Recuerdo que tenía el cabello hasta los hombros como el tuyo además del collar del símbolo de yin y yang que ambos lucíamos a juego. La seguí y la llame con tu nombre esperando me respondieras. Ella avanzó hacia el segundo piso corriendo; trataba de decirme algo, pero no logre entender. De pronto, gritó mi nombre y era claramente tu voz. Subí rápidamente, pero como si de un fantasma se tratara desapareció. Intrigado me gire para bajar las escaleras, pero apenas pise lo primeros escalones, como si me sostuviera con una fuerza sobrehumana, alguien me apuñalo por la espalda varias veces. Cuando me soltó, caí por las escaleras hasta el suelo, y la última imagen que vi era tu silueta mientras todo a mi alrededor se volvía oscuridad.
Tan pronto terminó su relato, giró su cuerpo ligeramente, y descubrió un poco su espalda, para que su adversaria pudiese apreciar sus heridas, las cuales se veían tan solo como cicatrices, pero al empezar a llorar, comenzaban a abrirse de nuevo sangrando y manchando su pálido cuerpo.
— Una mujer me mató, — continúo — una mujer con tu silueta, dijiste que despertaste y viste tu cuerpo, pero no recuerdas porque despertaste, si tu primer deseo era matarme ¿quién más podría haber sido?, a juzgar por tus dolores de cabeza te cuesta recordar aún más que a mí, ¿no será acaso que ocultas tu culpabilidad y ahora que sabes que estoy vivo solo quieres terminar el trabajo?
— Yo…
Janna deseaba responder negativamente ante estas acusaciones, pero aún no recordaba ni entendía muchas cosas de las que había vivido. Velozmente su mente empezó a llenarse de recuerdos, buscando una respuesta, y aprovechando los dolores de su contrincante, Sebastián comenzó a reunir energía para convertirla en granizo.
— Sé que yo no lo hice, yo no habría sido capaz… — susurraba acongojada la joven para sí misma, arrodillándose en el suelo, sin dejar de tocar su cabeza, por la confusión y dolor que le provocaba.
Mientras estas tribulaciones la absorbían, con ayuda de su abanico y el viento que expulsaba, Sebastián lanzó con fuerza el granizo generado hacia la confundida alma de su expareja, provocando al impactarle una gran neblina de hielo y energía color magenta sobre ella.
Muchos de los pequeños trozos de hielo impactaron en su cuerpo, desgarrando su vestidura, y dejando ver que debajo de sus ropas su forma estaba compuesta de esqueleto recubierto por el débil fuego color cian que la acompañaba en aquel momento. Pero aun adolorida, la fuerza del impacto no la hizo desmayarse, de hecho, ni siquiera la empujó. Ella continuaba en la misma postura sumida en sus pensamientos.
— Ya termina con ella — susurró una potente y extraña voz femenina.
Tanto Sebastián como Janna se sorprendieron al escucharlo, y al buscar de donde provenía, las miradas de ambos se detuvieron en la horrible y monstruosa sombra que ahora, tenía además de una gran y desagradable sonrisa de dientes puntiagudos, una cabellera rizada grisácea y sucia, y desde lo que antes parecían 2 tentáculos, le habían crecido manos de un ser humano viejo y decrepito, cuyas uñas eran tan largas como sucias.
— Si eres una bruja — señaló la fantasma, reincorporándose y aclarando sus pensamientos — leí que las brujas toman almas humanas, a veces para realizar sus hechizos y otras solamente para alimentarse o divertirse. Cuando un hechizo les sale mal o esta incompleto, necesitan hacer círculos con símbolos específicos, en ciertos lugares, y llaman almas que conocen para absorber su energía y terminar el trabajo. Además, algunas toman forma de personas o de sombras como tú. Y si, muchas buscan un ayudante, que les sirva solamente como recipiente de algunas almas que no puedan ser invocadas, o por si necesitan algún otro elemento. Alice lo sabía, seguramente hizo algún trato contigo. Tú nos hiciste esto, ¿verdad? Tu querías nuestras almas, y nos eliminaste, a mí, a Sebastián tomando mi forma, ¿y mis dolores?, ¿y los recuerdos borrosos de él también son parte de esto? ¿Tú también los provocaste? ¡confiesa de una vez!
— Para que seguir ocultándolo, si igual van a desaparecer los tres. Veo que eres muy perspicaz, y aprendes muy rápido.
— ¿Entonces, todo lo que dijo es cierto? — preguntó Sebastián aun tratando de entender lo ocurrido.
— ¡Tonto! ¡Claro que es cierto! pero tú tienes algo de que encargarte primero!
— ¡NO! — gritó Janna
Pero era demasiado tarde, La oiran perdió el brillo de sus ojos, y toda la luz magenta que la cubría brillo con intensidad. La bruja empezó a halar los adornos de su vestuario como si de ellos brotaran hilos de marioneta, y así mover a Sebastián a su antojo. Tras lo cual hizo que él se dirigiera peligrosamente rápido con su abanico como arma, hacia nuestra fantasma.
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