— ¡Cobarde! ¡Deja a Alice! — gritó Janna indignada al ver el acto de la bruja
— ¿Crees que podamos hacerla despertar? – preguntó Sebastián a su compañera
— Lo dudo, ni tu ni yo tenemos conexión con ella, incluso si era tu amiga, ¿eran cercanos para que puedas hablarle de cosas personales o importantes para ella?
— No realmente, dejamos de hablar por mucho tiempo
— Entonces seria en vano
— No crean que funcionaran sus trucos sentimentales. Alice no es de fiar, ella y yo tenemos un pacto; ella es mi sirvienta, y como tal debe protegerme si es necesario. — mencionó con severidad y superioridad la repulsiva hechicera — Pero, debo disculparme, por subestimaros, no esperaba que la memoria fotográfica de la señorita fuese capaz de despertarte. — menciona observando a Sebastián — Que pena, hubiesen sido aliados formidables. — concluye cerrando sus ojos y recitando palabras irreconocibles.
Ninguno de los jóvenes estaba seguro de cuál sería el siguiente ataque de su oponente, así que solo atinaron a protegerse mutuamente, él con sus abanicos y ella con el fuego que la recubría con más intensidad.
— Amor, corre — dijo Sebastián repentinamente.
— ¿Qué? — Janna volteo su mirada hacia él rápidamente pero antes de que pudiera decir algo más se percató que estaba siendo iluminado por un fuego rojo que lo recubría de pies a cabeza y parecía que tratase de controlar sus movimientos — ¡Sebastián! ¡Lucha contra esto!
— ¡Me duele! — gritó el joven antes de ver como sus brazos y piernas se empezaban a mover en contra de su voluntad y cambiaban de postura — no controlo mi cuerpo, ¡huye! ¡Ah! — gritó por última vez y sus ojos no solo perdieron su brillo, sino que esta vez estaban completamente recubiertos por una capa color negro, su boca se cerró, y empezó a mover sus abanicos para atacar a Janna
— ¡¿Que?! ¡No! ¡¿Por qué?! — gritó la joven confundida hacia la bruja, esquivando el ataque.
— Jajajajaja, ¿acaso eso no lo leíste en los libros? No eres tan buena alumna, al fin y al cabo. Te lo explicare solo una vez para que te rindas. — dijo mientras posicionaba al joven y a Alice frente a ella para que le sirvieran de escudo — Tu novio y tú fueron parte del ritual Maximam silvam el cual consiste en ubicar diferentes almas en un rango de proximidad de varios kilómetros para formar el símbolo del Parens ligno. Cada alma estaba ubicada en un punto del símbolo, por ende, no fueron los únicos en morir. Pero, a diferencia de los demás, tu hogar era el último que sellaba el circulo, por ello en tu casa hubo una concentración de energía gigantesca que me impedía matarte a distancia como había hecho con los otros. Por ejemplo, yo solo hice que mis sombras tomaran tu forma para confundir a tu novio y así matarlo apenas salió de su hogar. Contigo no podía, así que tuve que ingeniármelas para entrar. Pensé que estarías dormida, así que simplemente incendie la casa, pero, si acaso despertabas, me oculte dentro a riesgo de quemarme. Felizmente para mí te percataste del fuego muy rápido, bajaste las escaleras y te dispusiste a escapar, así que fue sencillo golpearte y dejar que te quemaras.
— ¿Por eso desperté como fantasma?
— Fue solo mala suerte, al parecer tus sentimientos eran tan fuertes que tomaste energía del hechizo y por eso despertaste con los poderes que notaste. Sin embargo, tu novio no corrió la misma suerte, él permanecía como un fantasma errante que solo aparecía a quienes se acercaran o molestaran en el lugar donde murió.
— El hechizo te salió mal, tenías que capturar todas las almas, pero la de Sebastián y la mía se te escaparon.
— Tal vez, pero no estaba dispuesta a rendirme — respondió frunciendo el ceño y golpeando sus dientes con fuerza — Tuve que pedirle a Alice que interviniera como recipiente de muchas almas, asistiendo a sus funerales y capturando algún objeto preciado para ellas. Posiblemente tendría que hacer otros hechizos para ti, ya que no sabía en dónde encontrarte, a tu novio en cambio solo tenía que darle un cuerpo nuevo y volver a sacrificarlo. Por ello nos viste haciendo el hechizo de invocación para tu novio, solo quería tenerlo en forma física y matarlo. Sus poderes, eran tan solo un efecto secundario. Es verdad que no esperaba que tú tuvieras a tu disposición la fuerza del fuego espectral, pero me ahorraste la búsqueda, querida. Y te diré algo, aunque ese no es el cuerpo original de tu novio, si contiene su alma. Es decir que, si lo lastimas o lo matas, en verdad tú resultarías siendo su asesina. Con Alice es igual, quizás ahora este inconscientemente protegiéndome gracias a mis palabras, pero ella sigue viva, si me atacas por encima de ellos, morirán y yo aun quedaría ilesa. ¿Pero eso no es lo peor para ti verdad?, alguien que cree en el más allá, lo peor seria, ¿irse a Duat? ¿A Tuonela? ¿tártaro? ¿Naraka? ¿Al infierno? No importa cual escojas, lo cierto es que mientras vagues por este mundo no serás más un alma humana si matas a otros, te contaminaras, tu fuego se pudrirá y espesará de tal modo que jamás podrás salir del mundo de los vivos, pero tampoco podrás ser parte de ellos. Serias un “no-muerto”, un monstruo sin cuerpo de carne, y cuando te hayas convertido solo en plasma, posiblemente llegues al abismo.
— Entonces, Sebastián, Alice y yo estamos condenados a ser parte de tu estúpido hechizo. E incluso si no lo fuéramos solo desapareceríamos, porque tú ya nos arrebataste nuestras vidas originales.
— Efectivamente, ya no hay forma en que vuelvan, ya tampoco son libres. Y si realmente existe otro cielo, cada uno se irá a un lugar diferente. Así que, ¿qué dices, jovencita?, ¿vendrías conmigo a alimentar al Parens ligno? — le dice extendiéndole la mano en señal de tregua, pero sin dejar de escudarse con los otros dos.
La joven vio desaparecer su fuego característico poco a poco, dando paso a sus tonalidades grisáceas. Se sentía devastada, no podía creer lo que esa repugnante mujer le decía, y le parecía increíble cuán rápido habían pasado todas esas desgracias. Fue en ese instante que reflexionó acerca de la vida que tenía y que jamás volverá, la familia que perdió, sus amigos, sus metas, absolutamente todo y que para las otras personas que fueron parte del sacrifico haya sido igual; pensó acerca de Sebastián y Alice que ahora eran esclavos de ella y, aunque despertasen, su destino ya solo era desaparecer.
— Yo, — empezó a decir, dejando caer varias lágrimas sobre sus grises y delgadas mejillas —no puedo creer que en el mundo haya personas como tú. Que, ja, bueno, tienen forma de personas, pero son mucho más monstruosas que cualquier cosa que pudiera imaginarme. No se cuán importante o cuan poderoso sea el hechizo que mencionas, pero lo que nos hiciste y lo que has hecho con las almas que desconozco, es simplemente terrible…
— Si, si, si ¿continuaras con tu sermón? ¿O me responderás? Porque estos niños están listos si quieres pelear — mencionó señalando a Alice y a Sebastián.
— Si, lo sé. Realmente, Alice sabia en lo que se metía, ¿cierto? Sabía que terminaría siendo un títere de tus acciones. Y Sebastián, bueno, jamás podremos volver a vernos, pero sabré en donde estará.
La joven fantasma aun lloraba, cuando de repente empezó a brillar de un color cuya fuerza no había experimentado. Era el mismo color que apareció cuando estuvo junto a la amable señora Esther, la cual se encontraba posiblemente dormida o quizás viéndola desde su ventana. Tenía muy vivos los recuerdos que pasó al lado de ella y lo feliz que se sintió, aunque fuera una estadía muy breve. Una dicha que prosiguió al volver a ver a Sebastián y descubrir que él no fue culpable de su muerte. Además, recordar a sus padres, sus amigos e incluso pensar en las vidas ajenas que su oponente había arrebatado para sí, le traían una mezcla de gozo y melancolía, cargados con un poco usual deseo de justicia y de un poder que no sabía de donde provenía. Todos estos sentimientos hicieron que sus ropas empezaran a cambiar nuevamente con ayuda del fuego espectral de color dorado que empezó a recorrer su silueta. Conservó los pantalones y zapatos varoniles color negro; pero el saco y la corbata desaparecieron y dejando ver una blusa color gris claro. Aún conservaba el dije de yin-yang colgado al cuello y sus guantes, antes color negro, ahora eran color beige con el dibujo de sus huesos en color blanco. Su piel continuaba siendo pálida, pero había cambiado la tonalidad gris por un tono dorado. Su cabello permanecía color negro a la misma altura de los hombros, pero sus ojos ya no eran fantasmales, al contrario, ahora llevaba los mismo ojos color miel que poseía en vida y todo su ser empezó a resplandecer de dicho color, al punto de convertirse en un ente cegador por la luz que emanaba. Finalmente, como dando un toque personal a su nuevo atuendo, apareció el corazón de fuego, cuyo color era el mismo que la cubría ahora.
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