Cuenta Amamiya Ichigo-san
“¡¿Para empezar por que diantres le besé?!”
“¡¿Por qué me sentí tan atraído por el?!”
“¡¡¡¿POR QUÉ DEMONIOS LO HICEEEEEE?!”.
Sentí que la fiebre me volvía nuevamente. La puerta de la casa sonó como si alguien hubiese llegado y escucho la voz de Kaoru llamarme....
—Tío, Tío!
—Estoy en tu cuarto Kaoru —le anuncio y escucho cómo Kaoru se apresura a subir torpemente por las escaleras hasta entrar en el cuarto.
—Tío, acabo de ver a Rihito-sensei salir de la casa ¿Qué fue lo que le hiciste? —pregunta mirándome amenazante.
—Yo... yo no le hice nada —le respondo avergonzado —es solo que me dio fiebre y me trajo a casa.
— ¿Y te cocinó algo? —dice Kaoru apuntando al plato de sopa que Rihito-sensei había dejado sobre el velador.
“Rayos me había olvidado completamente de eso”, pienso chistando los dientes.
Kaoru suelta una risa irónica y deja su mochila a un lado. Yo en cambio lo miro molesto con los ojos entre cerrados y alcanzo el plato.
SORBER
— ¡Demonios! Está delicioso — ¡no podía creer que alguien que vivía solo cocinase tan bien y mejor que yo!
—Era de esperarse que tenga buen sabor, Rihito-sensei es muy bueno cocinando, ama la comida, cuando era gordo se infiltraba en la clase de conveniencia del hogar solo para enseñarnos algunas de sus variadas recetas.... pero ahora ya no lo hace. Es como si una parte de él se hubiese perdido en los dos meses que se fue.
Mi pecho se contrae y en mi mente recuerdo nuevamente las cosas terribles que le dije —Kaoru.... es mi culpa que Rihito-sensei haya enflaquecido —comento apenado.
—No es por eso que enflaqueció, le pregunté y me dijo que no era por tu culpa —dice Kaoru dubitativo en su modo de consolarme, siento como si la esperanza resurgiese con esas palabras y ese dolor de culpa se esfumase un poco.
— ¿Entonces por qué? —pregunto esperanzado.
—mmmm parece que es algo complicado —se explica y sin atreverse a decirme más se rasca la cabeza y cambia el tema contándome sobre su día en el colegio, y su entretenido regreso a casa con Mitsuru, el hijo menor de los vecinos....
Esa noche me pasé pensando en Rihito-sensei, en el beso y en la extraña sensación que había dejado en mí.
A la mañana siguiente fui al trabajo un poco abrigado porque el resfrío se había manifestado más, traté de concentrarme y seguir la misma rutina de la oficina pero la fiebre, mi corazón acelerado y mi mente ocupada de imágenes de solo él me tenían perdido.... me parecía tonto comportarme de esa manera por un simple beso.... trataba de convencerme que era por el barbijo sobre mis labios y mi nariz congestionada, los causantes de que no pudiese respirar bien... pero luego recordaba la suavidad de su piel y el rostro del sensei en ese momento... y mi cabeza volvía a humear, aumentando la dificultad de respirar....
“¿Y si me odiaba por aquel beso?”, me sentía tan ridículo por cuestionarme sobre lo ocurrido como si no hubiese madurado nada y volviese a ser un niño miedoso.... tenía miedo que me odiase, quería verle para disculparme.
“¿Pero por qué tenía esa inquietud de volver a verlo?”.
“Había algo en él que no me permitía olvidarle”.
Cualquier adulto en mi lugar se hubiese controlado en el momento en que sus lentes cayeron en mi rostro y hubiese agradecido las atenciones prestadas por haberme traído a casa; pero no lo hice... y me dejé llevar por ese algo que me atraía de él.
“Quiero verlo”, pensaba ansioso mientras ojeaba las planillas de venta en mi escritorio... Luego recordaba que nuestra única relación era la de un profesor y el tío de su estudiante.... y volvía a bajar la mirada rebuscando alguna frase de esperanza entre aquellos documentos.
“No había nada más que nos relacionase”.
Creí que no había más esperanzas de verlo más que buscar una excusa para ir al instituto de mi sobrino. Sin embargo, saliendo del trabajo mis pies como de costumbre siguieron el paso hacia el minimarket a hacer las compras para la cena, no me di cuenta que todavía había esperanzas, hasta que pasadas las primeras dos cuadras aceleré el paso recordando nuestro reencuentro... y corrí sin importarme con cuantas personas me chocase en el camino....
“Todavía podía verlo”, guardaba la esperanza de encontrarme a Rihito-sensei allí.
Llego al lugar agitado y comienzo a buscarlo en los pasillos, cuando me dirijo al pasillo de carnes allí lo veo a él con su cesto semi lleno viendo los precios, indiferente de lo que sucedía a su alrededor. Mi corazón se oprime y por alguna extraña razón mis pies me dominan y me detengo a pocos pasos de él.
—Rihito-sensei.... —digo, él levanta la mirada y al verme sus mejillas inmediatamente se tornan de color rojo y el cesto se le cae de las manos.
¡CORAZONADA!
Intento avanzar hacia él pero sale huyendo de mí.
“¡¿Qué se supone que debo hacer ahora?! Quiero ir tras él pero...”,
“¡No quiero que me odie!”, sin darme cuenta ya estaba yendo por él, agarrándole del brazo... deteniéndole.
- Rihito-sensei....!
“Rihito-sensei.... ¿me dejarías quererte?”.

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