El día en que esos militares llegaron a tocar la puerta de mi hogar, lo supe y mis padres también, ellos me entregaron a mi único hermano menor, quien había nacido alfa al contrario de mis padres, y de mi persona, mi madre con gran temor me dio su bendición, aún recuerdo sus palabras con gran dolor…
—Cuídate mi dulce ángel, cuida de tu hermano, no permitas que los demás te lastimen, tu eres mucho más que un simple omega, recuerda lo siempre, y nunca olvides que mamá y papá te aman y siempre te amaran a ti y a tu hermano— pude sentir sus tiernos labios húmedos y las saladas lágrimas que bajaban de su rostro sobre mi frente, regalándome un tierno beso en ella, con eso pude saber que esa sería la última vez que vería a mi madre, o al menos con vida.
Mi madre me tomo de la muñeca y me escondió en el sótano de la casa, me pidió que no saliera sin importar lo que escuchara, yo solo moví ligeramente la cabeza asintiendo ante sus palabras, completamente sin habla, ¿qué podría decir en ese momento? , ¿Qué dirías tú?, con eso ella simplemente me sonrió y se fue, subiendo la vieja escalera del sótano, mi única salida y la única entrada para ellos, después de aguantar mi propia respiración, sin darme cuenta solté un suspiro pesado, lleno de dolor, de angustia, no me quedaba más que acomodar a mi hermano menor contra mi pecho, quien tan solo era un bebé de 6 meses, tratando de evitar que el ruido del piso superior lo despertara.
—Yo te protegeré sin importar que suceda, te lo prometo— le sonreí al tierno rostro del bebe dormido entre mis brazos.
Lo puede escuchar claramente, los disparos y los gritos no se hicieron esperar, a lo que estoy seguro de que eran las negaciones de mis padres para evitar entregarnos a los militares, y a los minutos el tan agobiante silencio de la muerte y el olor a sangre eran una clara evidencia de lo ocurrido.
Mis padres, el ver sus cuerpo inertes en el piso de la sala, rodeados de un inmenso charco de sangre, dos balas en el cuerpo de mi madre una en el vientre otra en el cabeza, en el de mi padre llegaron a ser tres dos en las piernas para evitar su huida y la última con la que apagaron su vida fue a quema ropa, directamente en la frente; ahora no necesitaba ninguna explicación, ellos se encontraban muertos y nadie, ni nada me los devolvería, las lágrimas no tardaron en llegar, por obvias razones debía de contener mi llanto, callar mi sufrimiento, mi dolor y seguir adelante, por esta vida que ahora se encontraba entre mis brazos, inocentemente dormido, sin conciencia de lo que ocurre a su alrededor, debía seguir por la vida de mi hermano
Las horas pasaron, ya nada se escuchaba pensé que era seguro salir de la casa, que militares ya no estaría cerca de la propiedad, con el velo de la noche y con la luna como única guía de luz comencé a caminar por el extenso camino, lleno de colinas y bosques, con una pequeña bolsa, colgando a mi costado donde tenía lo necesario para sobrevivir un par de días, quizás pudiera poder llegar a la aldea cercana, y esconderme en ella, por algún tiempo.
“Sin saber que ahí conocería, aun ángel salvador, un sanador de preocupación.”
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