Los días en el pueblo siguieron con tranquilidad, logré conseguir un trabajo en la misma carpa del médico de ojos de limón, el cual ahora sé que lleva por nombre Cristian. El hombre era, sin duda alguna, alguien amable, cariñoso, adoraba a los bebés y siempre estaba cuidando de mi pequeño hermano, la risa de Nataniel calmaba mi pobre alma. Cuando él y Cristian jugaban con un pequeño oso que éste le había regalo a Nataniel hace poco tiempo, era adorable. Esas breves escenas en la que los tres estábamos juntos, a pesar de que Cristian era un beta siempre nos estaba cuidado y se aseguraba de que me comiera la comida que él mismo preparaba, sin duda él era un ángel que habían mandado a cuidarnos.
“Qué lástima que fue muy breve ese tiempo de tranquilidad.”
Como en todas partes del planeta, las tropas del tirano llegaron al pueblo con heridos, hambrientos y muchos muertos, la mayoría de ellos eran personas neutrales, indecisas de a qué lado de la guerra pertenecer, la verdad mis padres eran como ellos, eran fugitivos de este gobierno, para evitar a toda costa la inevitable muerte en manos de las armas militares.
Esa noche como muchas otras, Cristian y yo junto a Nataniel, quien ya estaba dormido en una de las camillas, nos encontrábamos arreglando la carpa, revisando qué hacía falta o que necesitaríamos al momento de curar a las personas.
―Hoy has hecho un gran trabajo, muchas de las personas calmaron sus dolencias con esos tés milagrosos que haces ―dijo Cristian en tono de halago, aunque la verdad parecía más una burla disfrazada que un dulce halago de su parte, quizás por el sarcasmo que manifiesta cuando se refiere a mis habilidades con las plantas.
―No ha sido nada, calmar sus dolores y darles una mejor forma de vivir me parece algo más agradable que estar, muerto en vida… ―deje la oración a medias, no era necesario mencionar aquello, después de todo ¿qué es lo que más pasaba en un campo de batalla?, la muerte y el asesinato, o bien el asesinar eran algo de todos los días para esos malditos militares. Ellos dicen “que importe la justicia”, cuando lo que hacen es matar a personas inocentes que simplemente deciden no unirse a su causa, bueno, qué es lo que puedes esperar de ellos si tienen como líder a semejante demonio.
―Mmm, en eso tienes algo de verdad, la vida en el campo de batalla es muy ruda, se debe decir a quién salvar y a quién no, quién tiene más oportunidades de seguir luchando y quién está apunto de rendirse ―La forma en que lo dijo, era como si él ya lo hubiese vivido en carne propia, no pude evitar soltar un suspiro al recordar algo muy importante, yo no conocía su pasado, él mucho menos el mío, en todos este tiempo ninguno ha mencionado como era su vida antes de esta guerra, o al menos antes de que la muerte tocara nuestras puertas.
“Y esa noche el destino nos hizo una de las suyas…”
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