—Bueno, cada quien cuida de sus intereses, y más que hay que ser cortés y educado con las invitaciones, más si son de tu parte querido hermano.
—Si me lo permites, mandaré a preparar todo para que nos sentemos a comer —Antes de irse a la cocina, se dio la vuelta y me susurró lo más inaudible posible —No te acerques a él —“Entonces por favor no me dejes solo con él, te lo pido”, fue lo que pensé en ese momento, si quieres que no me acerque, ni que él se acerque a mí, entonces lógicamente no debías de dejarme en esa sala, con él. Al momento en que Maximiliano abandonó la estancia, esta quedó en completo silencio, ni un grillo se atrevía a sonar.
—Así que tú eres ese pequeño padre omega que compró mi hermano, ¿no es así? —preguntó mientras se sentaba en uno de los sillones de la sala.
No me atreví a responder, cada fibra de mi cuerpo me gritaba que saliera huyendo de ese lugar, únicamente por el aura que desprendía ese alfa.
—¿Estás consiente de que el no responder mi pregunta, es una completa falta de educación? había escuchado que eras un omega vivaz e inteligente, pero por lo visto esos rumores eran erróneos —Era como si disfrutara humillarme, tenía que defenderme.
—Estoy consciente, el que sea tímido no significa que no tenga modales o educación.
—Vaya, con que si sabes hablar, eso es espléndido, sumamente espléndido —La sonrisa en su rostro se agrandó, algo que parecía picardia se había trasformado en burla y hasta juraría por los cuerpos sin vida de mis padres, que por su mente no pasaba nada bueno.
Nuevamente permanecí callado, el hombre era muy intimidan te, con solo respirar el mismo aire que él, hacía que se me erizaran los vellos de todo el cuerpo, ¿cómo era posible que un ser así existiera? Bueno, si puede existir un tirano, que mata padres en frente de sus hijos únicamente por una mujer, sí que puede existir este otro tipo de hombre.
“Cuando el tirano dice baila, todas las piezas del ajedrez cumplen su orden.”
—Entonces, querido omega, ¿podrías decirme tu nombre? Una buena presentación es lo que ordena la regla de cortesía después de saludar a una persona complemente desconocida —Podía sentir su mirada estudiándome, analizando cada fibra de mi cuerpo y hasta de mi alma, y el cómo sus ojos se fijaron en el bulto entre mis brazos, Nataniel había permanecido en silencio jugando con su pequeño peluche durante todo el tiempo que estuve a solas con este hombre.
—Supongo que ese es tu hijo —Únicamente asentí con la cabeza, no quería desviar la conversación y enfocarla en Nataniel, prefería cualquier cosa menos eso, retrocedí al momento en el que lo vi ponerse de pie y acercarse a nosotros, mis pies por inercia marcharon hacia atrás, alejándose de la potencial amenaza. Su rostro completamente serio aumentaba la tensión, sus ojos solo se enfocaban en una cosa y esa era ni más ni menos que el pequeño Nataniel.
—No te acerques más a él por favor Darius... —La voz de Max nos sacó a ambos de ese trance peligroso, el trace del depredador y la presa.
—La cena está lista, por favor acompáñenme al comedor —Darius fijó su mirada roja como la sangre de sus víctimas, en mis ojos verdes, ¿qué demonios era lo que planeaba hacer?, grande fue mi sorpresa cuando únicamente él se giró y siguió los pasos de Maximiliano.
La cena comenzó como cualquier otra, a diferencia de las demás, la mesa no estaba llena de conversaciones y risas, sino por el frío silencio de la incomodad, de parte de los tres. La tensión entre Maximiliano y Darius era enorme, y como si fuera poca cosa, Nataniel y yo éramos los espectadores de pequeñas insinuaciones y comentarios que en cualquier momento, provocarían una gran explosión de puños o insultos, la cual por un momento podría ser la mejor situación para mi escape, por más que esperé esa explosión, esta nunca llegó, la noche siguió y dimos por terminada la cena; antes de salir por completo del comedor pude escuchar la voz de Maximiliano.
—Te espero en mi oficina… —El silencio volvió a reinar y yo decidí subir a mi habitación con Nataniel para terminar de preparar lo que me faltaba, si ellos se iban a la oficina, significaba que estarían muy lejos de la cocina, mi habitación y la puerta principal, era el momento perfecto.
“Las cosas perfectas no existen…”
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