La velocidad y el sigilo era lo más importante en este tipo de situación; teniendo a Nataniel en mis brazos y cerca de 3 bolsos sobre mi espalda, caminé con cuidado de que ninguna persona de la servidumbre me viera. Si no tenía cuidado, el castigo sería inimaginable por estas acciones, la verdad no buscaba ser negativo, así que simplemente aparté esos pensamientos y seguí mi camino por el pasillo dirigiéndome a las escaleras, bajándolas con sumo cuidado.
Al terminar de bajar, una mujer pasó a mi lado hablando con alguien de la cocina, parecía que la suerte estaba de mi lado, ella nunca se dio cuenta de mi presencia, así que simplemente seguí mi camino. Todos en la cocina salieron a recoger las platos del comedor, era el momento perfecto para salir de una vez de esa maldita casa y alejarme de esos dos hombres peligrosos.
“Qué lástima que no supiera lo que ellos planeaban tras mi huida.”
—Entonces, no es solo un capricho —Maximiliano veía con duda la sonrisa del hombre que yacía pegado a la ventana de su oficina.
—No, claro que no, él es desafiante, tiene valor y determinación, eso me gusta —La voz de Darius al describir al omega poseía un tono raro, inusual en aquel joven sanguinario, mientras veía la pequeña silueta de una persona saliendo de la casa desde el ventanal.
—Pero entonces ¿Por qué lo dejas escapar?
—¿No lo entiendes Max?, así será mucho más divertido, que él piense que ha escapado y que ahora todo cambiara para él y su hijo, que la fortuna de los dioses le puede sonreír, que piense que se puede alejar de mí, que piense que puede tener todas las esperanzas de este mundo.
—Eres tan cruel… —La voz de Max era temblorosa.
—¿Me llamas cruel a mí? Cruel debería de llamarte a ti, tú que le prometiste una vida de libertad, cuando sabes muy bien que eso jamás, será verdad —La sonrisa sarcástica de Darius podría hacer sentir al más valiente de los guerreros, como un insecto sucio y despreciable.
—Mi promesa no es en vano, algún día volveremos a tener libertad, y cuando llegue ese día, él tendrá el derecho para escoger a quien amar. Por esa razón, yo si pienso cumplir con mi promesa —La determinación de la voz de Maximiliano, provocaba que cada corazón que lo escuchase, se llenase de ese deseo escondido, el deseo de esa tan ansiada libertad que se les fue arrebatada cuando eran tan solo unos niños, y a pesar de haber pasado cerca de 19 años en esa esclavitud mental, el deseo seguía latente en más de un corazón esclavizado.
—Eso ya lo veremos… —dijo Darius mientras salía de la oficina de Max, recorriendo los extensos pasillos con su suave caminar, se detiene frente a uno de los ventanales, observando nuevamente a los lejos, una figura humanoide cabalgando, alejándose cada vez más del lugar.
Una sonrisa nuevamente se formó en sus labios, dedicándole al frío cristal del ventanal unas suaves palabras que únicamente él mismo escucharía, pero que marcarían una gran raya a partir de esa noche.
—Que la cacería comience…
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