Después de que lográramos escapar de la propiedad de Maximiliano, los días y las noches volvieron a ser a la intemperie, únicamente con el cambio de que ahora contábamos con Orión para movilizarnos más rápido; volvíamos a comer solo lo necesario, tratando así que nos durara la comida lo más que se pudiera, había aprendido muchas cosas de los libros de Maximiliano y la mejor decisión era mantenernos cerca del rió, tratar de no alejarnos muchos de ese camino, solo lo necesarios para buscar comida en los alrededores, lográbamos encontrar frutas como manzanas, peras y vallas silvestres.
El día era tranquilo un sol brillante en una fresca tarde, el olor a bosque y tierra mojada, me traían muchos recuerdos, de cuando apenas era un niño he iba a recolectar hiervas con mi padre, antes de que ellos supieran que era un omega, aun a estas alturas de mi vida me pregunto si ese mundo del cual mis padres me contaban existió alguna vez.
Recuerdo que lo solían llamar una “era moderna”, donde los teléfonos no solo servían para comunicarse si no también, eran inteligentes, táctiles y tenían un millón de funciones, tanto así que los humanos ya no sabían que era hablar cara a cara con alguien, las culturas se perdían y el mundo se volvía cada vez más autómata, los valores en las personas se perdían cada vez más, a los jóvenes solo les importaba lo que era tendencia y tener un millón de amigos; la verdad una época así parece una completa mentira.
Además si eso realmente paso, ¿por qué ahora vivíamos domando caballos para movilizarnos y existían tan pocos autos?, una pregunta inteligente me respondieron mis padres una vez y la respuesta fue algo que no me espere, una simple palabra para la forma de vida en la que ahora vivíamos, “guerra”. Hasta ahora no entiendo por completo el cómo comenzó esta guerra en primer lugar, mis padres me explicaron que simplemente avía gente buena en el mundo y por igual avía gente mala también.
Suspire, recordar todo esto no creo que valga de mucho, de todas formas es el pasado, de donde nación la guerra dudo mucho que pueda encontrar la solución a mi actual situación, debo de concentrarme y seguir mi camino; Orión galopaba despacio y Nataniel jugaba con la parte trasera de mi cabello, quien diría que un libro de cultura Azteca me ayudaría a saber cómo hacer un porta bebe con tan solo una manta.
—Sabes Naty, voy a enseñarte todo lo que nuestros padres me enseñaron, buscar comida, hiervas, hacer medicinas, todo eso con tal de que tú también puedas, sobrevivir por tu propia cuanto cuando yo ya no esté a tu lado— él bebe solo se movió un poco sobre mi espalda, quizás si me haya entendido, aunque para ser tan pequeño lo dudo mucho.
Han pasado tantas cosas, en tan poco tiempo ni siquiera un año he vivido, para vivir todo este tipo de experiencias por mi cuenta en este mundo, el dolor de la muerte de mis padres, la angustias de no tener para alimentar a Nataniel, el no comer por días, el frió de la noche, el calor de un amigo, la traición de este, el sentirme solo, el correr por mi vida, el estar desesperado, el tener miedo a tal grado que pensé que moriría, el sentirme usado, el no ser nada más que un objeto al cual quieren usar y luego botar; sin duda no ha sido fácil y presiento que quizás puedo a ver sido peor, no sé en qué tipo de sentido pudo ser peor, pero al menos tengo aún sigo vivo, vivo para cuidar y criar a Nataniel y nada en esta vida me impedirá darle la libertad a mi hermano, no a mi hijo.
Tengo que hacerme la idea de que ahora en adelante, yo seré el que criara a Nataniel, cuando él esté más grande le contare la historia llena de amor y valentía de nuestros padres, el como si importar la muerte siempre nos cuidaron y más ahora que desde el cielo nos han de cuidar.
“Sueño de libertad, nunca desesperes porque siempre lo encontraras…”
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