Tantas cosas que fueron.
Y tantas otras que nunca pasaron.
Tantas fantasías que creímos y soñamos.
Las cuales en realidad, por incapacidad nuestra jamás se convirtieron.
Si te vas, la ciudad donde me crié, esa cárcel de cemento en la que vivo, intransitable será.
Porque encontraré tus frases en el bordillo y en la calle no deseo llorar.
Quizás algún día me despierte, y tú jamás te hayas ido.
Quizás tu partida fuese algo que jamás he vivido.
Tus cartas seguirán ahí, sabiendo a café.
A ese café idóneo, perfecto; a ese café encontrado por tí.
Ahora que te vas, no podré volver a escuchar nuestras canciones.
Porque serían ganas de atormentarme y de llorarte todas las noches.
Pero sabes lo terca que soy.
Sabes que me atormentare.
En esta carta, te mando un beso.
Un último abrazo.
Unas últimas letras al estudiante de Linares para pasar el mal trago.
Adiós amigo.
Adiós antiguo amor no correspondido.
Adiós al desconocido con conocimiento.
Considera esto un hasta pronto.
Porque no pienso destruir 8/7 meses de amistad con tan poco.
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